La hormonoterapia es un tratamiento contra el cáncer de mama que actúa alterando la producción o impidiendo la acción de los estrógenos o de la testosterona que ayuda a preservar los senos de las mujeres al evitar una mastectomía.
Su objetivo es eliminar o reducir el tumor mejorando la supervivencia y la calidad de vida del paciente. El tipo de terapia hormonal que recibe una persona depende de muchos factores, como el tipo y tamaño del tumor, la edad de la persona, la presencia de receptores hormonales en el tumor y otros factores.
Este tratamiento se suma a los últimos avances que se han tenido en esta materia, como lo son las terapia blanco o dirigidas y la inmunoterapia, con lo cual cuando las pacientes son candidatas a alguna de ellas, dejan de ser sometidas a quimioterapia.
La hormonoterapia, en la mayoría de los casos es más efectiva que la quimioterapia; va dirigida a mujeres con tumores receptores de hormonas, es decir, que se alimenten de hormonas, y se aplica tanto en mujeres que siguen reglando como en las que están en la menopausia porque siguen produciendo la hormona estrona.
Además la terapia hormonal ayuda a reducir el tamaño de los tumores en mujeres candidatas a este tratamiento, evitando una cirugía radical.
De ahí la importancia de realizarse a partir de los 40 años una mastrografía o ante cualquier signo de alerta, ya que este es el estudio más efectivo para detectar un tumor.
Aunque la mayoría de las pacientes llega en etapas tardías, la evolución en las terapias ofrece una mayor oportunidad de sobrevida y curación.
La terapia blanco o dirigida ataca directamente a las células cancerígenas y, a diferencia de la quimioterapia no mata a las células buenas, siendo más noble con la paciente.
Mientras que la inmunoterapia fortalece al sistema inmune de la persona con cáncer de mama, generando que sea su propio organismo el que ataque a las células malignas.
Algunas de ellas se usan solas o combinadas, según sea cada caso, ya que actualmente el tratamiento para cáncer de mama es personalizado.