Hace seis semanas Mauricio terminó con una relación sentimental en la que había estado desde hace cinco años. Cuenta que no importa decir los motivos de la ruptura, quizá lo hace para no invocar a los sentimientos que la han desgastado en estos días. Dice que las primeras dos semanas fue difícil asimilar lo que había sucedido. Para la tercera una tristeza invadió su ser.
Fue en este punto donde Mauricio notó que esos sentimientos mermaban cada una de sus esferas, desde las relaciones con su familia, amigos, hasta en el trabajo, donde no le era imposible hacer las actividades que le encomendaban. Hoy, lucha para guardar esa tristeza. Aunque aún le duele su separación, trata de poner buena cara y seguir adelante. Sin embargo, sabe que no es sencillo y que el proceso del duelo lo tiene que vivir, sentir.
De acuerdo con la Licenciada en Psicóloga, Viviana Hernández, el duelo es un proceso de adaptación emocional que surge cuando la persona tiene alguna pérdida, ya sea el fallecimiento de un ser querido, la ruptura de una relación, abandono de un empleo o cualquier hecho que haya provocado perder algo valioso e importante para el sujeto.
Destaca que este proceso cuenta con al menos cinco fases que son negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Dice que no se trata estrictamente de un proceso lineal, pues cada una de las personas adopta cada una de las etapas de acuerdo a lo que está viviendo. Resalta que cada duelo es individual y su magnitud será según el hecho por el que haya atravesado la persona.
“El duelo es un proceso de adaptación emocional en la persona que surge a través de pérdida de algún ser querido o de alguna situación o evento importante (…). El proceso cuenta con algunas etapas que no son meramente lineal, pero se presentan normalmente. Todas las personas son susceptibles al duelo, pero como aplica en muchos casos, cada duelo es individual o cada pérdida es individual”, comenta.
Explica que si bien la duración del duelo es individual y que en él influyen factores socioculturales, en promedio, una persona permanece enclavada en este proceso durante tres meses. Precisa que si perdura más de este tiempo, puede derivar en un trastorno denominado “duelo complejo persistente”, donde se le debe de prestar más atención al sujeto, pues sus funciones se merman por completo.
Afirma que cuando existe este trastorno, es necesario visitar a especialistas para que den seguimiento al afectado, brinden una contención y un apoyo para que pueda salir de este duelo persistente. En ese sentido, menciona que una persona que está atravesando por el duelo debe de buscar ayuda de tanatólogos o especialistas en psicología para sobrellevar el proceso.
Asimismo, enfatiza que es fundamental la empatía y el respaldo de amigos y familiares, destacando que no se le debe de dejar sola a la persona que vive el duelo, ni mucho menos minimizar o subestimar el proceso que está viviendo.
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“El apoyo de familiares o amigos es muy importante. No dejar sola a esta persona, también comprender la pérdida o este mismo duelo. No se debe subestimar o demeritar lo que ha perdido esta persona (…). Debemos de estar al pendiente, ampliar las redes de apoyo, mantener la escucha y no apartar a la persona del círculo social. Debemos de ser más empáticos”, subraya.