Mercedes Martínez Jalapa es Licenciada en Gerontología y Maestra en neuropsicología, y dirige Ambar Center, un centro de cuidados especializados para el adulto mayor. Para ella es importante cambiar la percepción que tenemos de las enfermedades en los mal llamados “abuelitos”.
“La demencia senil no existe, es un término obsoleto, se adjudicaba a las personas mayores por el simple hecho de tener perdida de la memoria, sin embargo, a medida que ha evolucionado la ciencia, hemos encontrado que los trastornos neurodegenerativos se van a desarrollar en diferentes etapas de la vida”.
El riesgo de no tomar en cuenta esta afirmación, es que etiquetamos a la población mayor y no se da un diagnóstico asertivo. En realidad, hay 5 tipos de demencias, demencia tipo Alzheimer, demencia con cuerpos de Lewy, demencia frontotemporal, demencia mixta y demencia por mal de Parkinson.
“La más común a temprana edad es la demencia vascular, que nace de un evento traumático, por ejemplo, un choque que afecta el cerebro y que deja secuelas a nivel neurológico. En el caso del Alzheimer, los primeros síntomas pueden aparecer a los 50 años”.
En el adulto mayor, la demencia más común es el tipo Alzheimer, y se confunde con la senil “los principales síntomas que se presentan son la pérdida de memoria a largo plazo, desorientación en espacio conocidos, por ejemplo, hay personas que salen de su hogar y no saben regresar, problemas para comprender el lenguaje, como si alguien me hablará en otro idioma y la amnesia”.
Para Mercedes, es muy importante conocer a la persona mayor y cuando se identifique que hay algo anormal, debemos llevarlo a una valoración con un gerontólogo, un geriatra, un neuropsicólogo o un neurólogo, pues ellos pueden orientar a la familia sobre el tipo de demencia y el nivel.
“Necesitamos quitar mitos, porque pensamos que por que ya está viejito se le olvida las cosas, siempre está triste o ya no quiere comer. Un síntoma importante es cuando la persona mayor se ensimisma en una sola acción o siempre cuenta la misma historia”.
Para detectar la enfermedad se puede hacer un tamizaje neurocognitivo en donde se evalúa la memoria, la fijación, la concentración, el cálculo, la fluidez verbal y las funciones ejecutivas. Existen síntomas neurológicos y psiquiátricos.
“Los neurológicos se acompañan de conductas como confusión y somnolencia durante el día, que recurrentemente se estén cayendo, disminución en las habilidades motoras como vestirse, no pueden identificar colores, sonidos o nombres, olvida hechos recientes, no puede articular palabras o tomar decisiones y la atención se vuelve completamente dispersa”.
Los psiquiátricos presentan principalmente indiferencia en la afectividad “llorar con facilidad e irritabilidad, descuidan su imagen, sufren trastornos de sueño, guardan y esconden cosas en cajones que no son los adecuados, inclusive puede presentarse una conducta sexual inadecuada que provoca desinhibición, terquedad y falta de cooperación y no se quieren bañar. En ocasiones puede haber intentos de suicidios o ideas recurrentes sobre la muerte”.
Desgraciadamente la demencia es de las enfermedades que no tiene un alta pues va evolucionando. Una persona con Alzheimer puede durar hasta 15 años con demencia. El paciente nunca será dado de alta, pero si se puede revertir considerablemente al estarlo estimulando con actividades cognitivas, ocupacionales, artísticas y espirituales, pues eso genera neuroplasticidad y ayuda a que el cerebro siga vivo.
“Se recomienda hacer un examen general de orina cada tres meses. Que la persona que acuda a la consulta sea el cuidador primario. Cuidar el esquema farmacológico, es decir no podemos quitar medicamentos porque se nos antoja, todos los medicamentos tardan hasta tres semanas a adherirse al organismo, y después de tres semanas se ven los resultados”.
También se recomienda hacer estudios para corroborar el tipo de demencia que se tiene, principalmente una tomografía y la resonancia magnética. Para Mercedes, es una condición muy triste para las familias que lo padecen porque es un duelo anticipado.
“Amar no es suficiente cuando se trata de cuidados especializados, nuestra cultura nos ha enseñado que llevar a un adulto mayor a una casa de asistencia es malo, porque antes los asilos tenían una imagen negativa de abandono y maltrato, pero ahora lugares como Ambar Center, son casas de asistencia personalizada y quienes los dirigen son especialistas. A veces cometemos mayor maltrato y abuso teniéndolos olvidados en casa, en lugar de tenerlos en un lugar donde todas las actividades están dirigidas a atender este tipo de padecimientos”.
LO PERDIMOS MUY RÁPIDO
Catalina Pavón perdió a su papá en mayo de este año. En noviembre del 2021 comenzó a perder equilibrio a la hora de caminar y eso encendió las alertas “caminaba y como que se iba de lado. No era normal para su edad, pues tenía 65 años. Ya desde antes había comenzado a adelgazar sin razón alguna y fue cuando decidimos llevarlo al médico general, en donde nos dijeron que su mal estaba relacionado con un problema neurológico”.
La familia se encontraba haciendo estudios para detectar exactamente su enfermedad, cuando se vino una crisis “mi papá terminó internado en el hospital por aproximadamente 15 días. Ahí descubrieron por medio de una resonancia magnética que tenía muchas manchas en el cerebro. Para ese entonces mi papá ya no podía caminar, no se ubicaba en los lugares o contaba historias mezcladas”.
La única manera de determinar si era cáncer o simplemente lesiones ocasionada por alguna caída o accidente, era a través de una biopsia del cerebro lo cual implicaba riesgos muy graves por la condición del paciente. La familia consultó diferentes doctores y llegaron a la conclusión de que no lo harían “a partir de ahí comenzó a decaer gravemente. Lo más triste para nosotros es que perdió la memoria, no reconocía a las personas que lo rodeaban o las confundía. Solo algunas veces tenía lucidez y en esas ocasiones lloraba porque decía que sentía mucha presión por lo que pasaba y nos sentíamos devastados”.
El papá de Catalina vivió sólo seis meses desde que le fue realizada la resonancia “el único consejo que nos dieron, fue darle una vida digna el tiempo que nos duró y así lo hicimos. Me duele pensar que siempre su fuerte fue la cabeza, pues era muy inteligente. Al final perdió sus principales habilidades, la inteligencia y el habla. Es muy difícil ver cómo una persona puede deteriorarse tanto, en tan poco tiempo. Siempre lo recordaremos con cariño”.