A pesar de que el acné se presenta comúnmente en la adolescencia debido a los cambios hormonales que se viven en la pubertad, el caso de Alexa fue uno de los pocos donde no fue así. Cuenta que esa etapa de su vida la pasó sin ese problema, razón por la cual creyó que se había librado de una de las afecciones más molestas para los adolescentes.

Sin embargo, eso no sería así, pues años más tarde el acné aparecería y con una agresividad que no imagino. Alexa tiene 27 años de edad, actualmente divide su vida en ser madre, estudiante y trabajadora de una importante empresa, situaciones que le provocan niveles de estrés importantes.

Señala que fue a los 21 años cuando el acné apareció en su rostro. Primero un pequeño grano en una de sus mejillas. Al paso de los días, más erupciones comenzaron a brotarle. Fue en ese momento cuando decidió ir con una dermatóloga, quien luego de algunos estudios le informó que su problema del acné era una patología genética. Ella lo reconoció porque sabía que su padre y abuela habían tenido estos antecedentes.

La especialista le recetó algunos tratamientos para controlar la afección y así fue, los granitos desaparecieron. Pero esto no fue para siempre. Un par de años más tarde, en plena pandemia, el acné atacó nuevamente, ahora con más agresividad. Bastaron un par de semanas para que sus dos mejillas que llenaran de lo que se conoce comúnmente como “barritos”. La situación se complicaba y el dolor era bastante.

“Por motivos de estrés, en ese entonces, me volvió a detonar eso. Es algo que ya está en mis genes y lo debo de cuidar siempre, pero hay factores que lo pueden alterar. En esa ocasión fue muy agresivo, en pocos días ambas mejillas se me llenaron de granos, hubo un punto donde casi llegaban al cuello. Fue una situación bastante mala porque el dolor era muy intenso”, narra.

En esa ocasión, antes de ir al especialista, hizo caso a remedios caseros que amigos y familiares le recomendaron. Seguir eso fue un error, pues dice que empeoró el caso. Esta situación, además de mermarla físicamente, también le creó problemas de autoestima e inseguridades. Cuando por fin fue al médico, este le recetó un nuevo tratamiento que combinó con medidas para reducir el estrés.

Hoy en día Alexa sigue tomando medicamento para controlar el acné. Su entorno está lleno de estrés, pero trata de tomar un respiro para evitar que los “barritos” regresen.

Causas multifactoriales

De acuerdo con la Fundación Mexicana para la Dermatología, el acné es una enfermedad inflamatoria que afecta los folículos pilosebaceos y cuyas causas son multifactoriales como cambios hormonales, antecedentes familiares, desbalance de la producción de grasa, hábitos alimentarios, estrés y fricciones en la piel.

Indica que si bien durante la adolescencia se tiene mayor propensión a padecer una que otra lesión, este padecimiento puede aparecer en cualquier etapa de la vida. Asimismo, añade que “el acné no es curable, pero se puede controlar y la evolución a largo plazo tiende a ser en la mayoría de los casos a la mejoría”.

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Agrega que esta afección atrae problemas de autoestima de quienes lo padecen, los cuales pueden desencadenar cuadros de depresión, pues perciben que el acné puede afectar relaciones interpersonales tanto en el ámbito social y laboral. Enfatiza que es necesario acudir de manera inmediata al dermatólogo cuando aparecen las erupciones, además de que familiares y amigos deben fomentar el respeto hacia quienes sufren esta enfermedad.

Subraya que el tratamiento es prescrito por un especialista, y que en todo momento deben evitarse los remedios caseros como colocarse pasta de dientes en la zona afectada, exprimirse los granos o utilizar pomadas milagrosas.