La convivencia de los seres humanos con la raza “Cannis Lupus” (lobo) se remonta a poco más de 15 mil años y se cree que fue el primer animal domesticado. El can identificó una oportunidad de obtener alimento fácil y a cambio el hombre aprovechó las cualidades del lobo como una herramienta para la cacería.
Muchos años han pasado desde ese primer encuentro y el fiero lobo evolucionó hasta convertirse en el “Cannis Lupus Familiaris” (perro doméstico) el cual sigue siendo aprovechado como una herramienta de trabajo.
La familiaridad con los perros y la constante convivencia nos ha llevado a un punto crítico en la historia mutua que compartimos con ellos. Esto se debe a la humanización de los perros.
Según especialistas el “humanizar a los perros” es ofrecerles atribuciones o características que no corresponden a su especie, sino a la humana. Tratarlos y obligarlos a comportarse como si tuvieran emociones humanas, actitudes.
Más allá del debate de si es bueno o no este nuevo proceso evolutivo, la economía aprovecha esta oportunidad para desarrollar un nuevo mercado a través del cual se satisface una necesidad del consumidor.
Así encontramos boutiques, estéticas y tiendas especializadas en productos para nuestras mascotas, ahí encontramos golosinas, prendas de vestir, hasta todo lo necesario para hacerles una celebración.
¿Y tú le harías una fiesta a firulais?