/ domingo 9 de febrero de 2020

“Ghosting”, la nueva manera de romper con alguien

Dos personas que se han conocido en una red de contactos, tras semanas hablando, quedan de verse. Pero, de repente, una de ellas deja de responder mensajes y desaparece de la red sin dejar rastro

Se acercaba San Valentín y, para Ana, que había creído que celebraría tan sola el Día de los Enamorados como había pasado las fiestas navideñas, el amor flotaba en el aire.

Llevaba semanas chateando con Marco, y no podía sentirse más feliz. Desde que se habían dado “match” en la aplicación Tinder, la química entre ellos había sido evidente. Tanto, que no tardaron en seguirse mutuamente en Instagram y, muy pronto, intercambiarse los números de teléfono para hablar por WhatsApp.

La joven estaba convencida de que entre ambos existía una conexión especial: hablaban durante horas, se tenían añadidos en todas las redes sociales en las que se daban “like” y dejaban comentarios, y se contaban todo, desde las rutinas del día a día hasta los más íntimos secretos.

Cuando empezaron a quedar, la cosa no hizo sino mejorar: las citas iban de maravilla, cada vez intimaban más y, al llegar a casa, seguían hablando hasta que el sueño o las obligaciones les requerían. Los planes entre ellos eran cada vez más comunes, así como las ilusiones de futuro.

No parecía que nada pudiera estropear la relación tan especial que, nacida a través del “smartphone”, se estaba consolidando en la vida real, con un “carne y hueso” cada vez más tangible… Hasta que, de repente, todo terminó con el más abrupto de los silencios.

Fue después de una cita más, aparentemente perfecta, en la que se habían despedido con la misma intensidad de siempre. Cuando Ana llegó a casa, no recibió respuesta a su mensaje de buenas noches, lo que hizo que durmiera intranquila, pese a que trató de no darle importancia.

Pero, al día siguiente, Marco no le había dado los buenos días. Ni le respondió a su saludó. Tampoco a sus mensajes sobre qué tal le había ido el día en el trabajo, o lo mucho que le echaba de menos.

Y, al terminar la jornada, la joven descubrió, asustada, que no solo no obtenía respuesta por WhatsApp, sino que los perfiles en Instagram y otras redes sociales de Marco habían desaparecido. No es que ya no la siguiera, es que, o la había bloqueado, o esas cuentas se habían borrado.

Preocupada por si le había pasado algo, probó incluso a llamarle por teléfono…. Sin respuesta. Y así siguió durante el resto de los días, con un abrupto silencio que, de forma repentina, se había instaurado para no volver atrás. Marco, simplemente, había desaparecido de su vida sin dejar rastro.

¿Le había ocurrido alguna tragedia? ¿Era cosa de magia? No. Nada de eso. Ana, sencillamente, había sido víctima del “ghosting”, una de las maneras, cada vez más de moda, con las que “terminar” una relación, especialmente en internet.

FICCIÓN SUPERADA POR LA REALIDAD

La historia anterior no es más que una ficción relatada, pero casos como el de Ana suceden en la vida real y son bastante comunes en la era digital.

El término “ghosting” (del inglés, “fantasma”) se refiere a eso: esfumarse de repente, sin dejar rastro, ya sea bloqueando a la persona, borrando las cuentas o, sencillamente, dejando de responder a sus mensajes.

Pero, ¿Por qué ocurre? ¿Qué lleva a alguien a desaparecer en lugar de comunicar la ruptura a la otra parte? Para el psicólogo Miguel Hierro, “el ‘ghosting’ surge porque es más cómodo no enfrentarse a situaciones dolorosas como tener que decir ‘no quiero seguir viéndote’.

Algo que, dice el experto, “es una comodidad propia de cómo empiezan hoy en día las relaciones en las aplicaciones de móvil o redes sociales, donde el nivel de responsabilidad es menor”.

Y es que, aunque todavía no haya demasiados estudios que prueben la relación entre el “ghosting” y el uso de las redes, según Hierro, “resulta coherente creer que la rapidez de empezar una relación por redes afecta también a la rapidez para dejarlo”.

Además, “dejar de dar señales de vida no es nada nuevo”, apunta el psicólogo, “pero ahora, que las vías de comunicación son muchas más y más fáciles, la ausencia se hace más patente”.

En ese sentido, “el ‘ghosting’ es el resultado de la inmediatez, de la globalización, del anonimato de las redes sociales. No podría existir en un pueblo de 200 habitantes, sino que tiene lugar en las grandes ciudades”, explica Hierro.

Los datos están sobre la mesa: según un estudio del Journal of Social and Personal Relationship (https://journals.sagepub.com), un 25% de las personas afirman haber sido víctimas del “ghosting”, mientras que un 21% confiesa haberlo practicado.

Foto: Paco Torrente | EFE

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL AMOR FANTASMA

El “ghosting”, evidentemente, tiene consecuencias. La psicoperapeuta Elisabeth J. LaMotte comentaba a BBC Mundo: “Para la víctima la experiencia puede ser muy dolorosa: el rechazo causa dolor, y el "ghosting" es un rechazo vago que hace que el proceso de duelo de la ruptura se alargue”.

A su vez, ahondando en la mente de los fantasmas, LaMotte apunta que “en ocasiones no son conscientes del daño que causan”. Además, “en algunos casos ellos han sufrido rupturas de relaciones que no han procesado correctamente”, añade la experta.

Ahondando en las causas, la psicóloga Maya Borgueta, de la organización californiana Lantern, explica al mismo medio que “el "ghosting" está relacionado con el querer evitar el conflicto”.

Ser víctima de ello, según Borgueta, “puede reforzar las inseguridades que uno tiene y afectar a sus relaciones futuras”.

Por otro lado, “también puede tener efectos psicológicos negativos en la persona que lo practica, que puede desarrollar un gran sentimiento de culpa y vergüenza, sintiendo que no es capaz de manejar los momentos difíciles de una relación”, indica Borgueta.

Al hablar con protagonistas de casos reales de “ghosting”, como Nuria, que confiesa que “habíamos planeado incluso un viaje juntos antes de que esta persona desapareciera”.

Y explica que “lo peor fue pensar que podía haberle sucedido algo malo, como negando lo evidente, para después pasar a preguntarme qué habría hecho yo mal e incluso llegar a dudar sobre si la relación había sido real”.

Otro joven, Manu, afirma haber sido, tanto víctima del “ghosting” como haberlo practicado: “cuando lo he hecho ha sido porque había alguna cosa que me preocupaba a la hora de seguir con la relación, pero de la que no me veía capaz de hablar. Y, cuando me lo hicieron a mí, me dolió bastante”.

Al igual que él, Clara dice que nunca le han hecho “ghosting”, pero que sí lo ha practicado, “un par de veces”. Y relata: “era adolescente, y no sabía gestionar las relaciones. Fueron dos casos de personas con las que ya no me sentía bien, pero a las que me veía incapaz de dejar directamente porque me daba miedo el conflicto y no quería presenciar el dolor”.

Se acercaba San Valentín y, para Ana, que había creído que celebraría tan sola el Día de los Enamorados como había pasado las fiestas navideñas, el amor flotaba en el aire.

Llevaba semanas chateando con Marco, y no podía sentirse más feliz. Desde que se habían dado “match” en la aplicación Tinder, la química entre ellos había sido evidente. Tanto, que no tardaron en seguirse mutuamente en Instagram y, muy pronto, intercambiarse los números de teléfono para hablar por WhatsApp.

La joven estaba convencida de que entre ambos existía una conexión especial: hablaban durante horas, se tenían añadidos en todas las redes sociales en las que se daban “like” y dejaban comentarios, y se contaban todo, desde las rutinas del día a día hasta los más íntimos secretos.

Cuando empezaron a quedar, la cosa no hizo sino mejorar: las citas iban de maravilla, cada vez intimaban más y, al llegar a casa, seguían hablando hasta que el sueño o las obligaciones les requerían. Los planes entre ellos eran cada vez más comunes, así como las ilusiones de futuro.

No parecía que nada pudiera estropear la relación tan especial que, nacida a través del “smartphone”, se estaba consolidando en la vida real, con un “carne y hueso” cada vez más tangible… Hasta que, de repente, todo terminó con el más abrupto de los silencios.

Fue después de una cita más, aparentemente perfecta, en la que se habían despedido con la misma intensidad de siempre. Cuando Ana llegó a casa, no recibió respuesta a su mensaje de buenas noches, lo que hizo que durmiera intranquila, pese a que trató de no darle importancia.

Pero, al día siguiente, Marco no le había dado los buenos días. Ni le respondió a su saludó. Tampoco a sus mensajes sobre qué tal le había ido el día en el trabajo, o lo mucho que le echaba de menos.

Y, al terminar la jornada, la joven descubrió, asustada, que no solo no obtenía respuesta por WhatsApp, sino que los perfiles en Instagram y otras redes sociales de Marco habían desaparecido. No es que ya no la siguiera, es que, o la había bloqueado, o esas cuentas se habían borrado.

Preocupada por si le había pasado algo, probó incluso a llamarle por teléfono…. Sin respuesta. Y así siguió durante el resto de los días, con un abrupto silencio que, de forma repentina, se había instaurado para no volver atrás. Marco, simplemente, había desaparecido de su vida sin dejar rastro.

¿Le había ocurrido alguna tragedia? ¿Era cosa de magia? No. Nada de eso. Ana, sencillamente, había sido víctima del “ghosting”, una de las maneras, cada vez más de moda, con las que “terminar” una relación, especialmente en internet.

FICCIÓN SUPERADA POR LA REALIDAD

La historia anterior no es más que una ficción relatada, pero casos como el de Ana suceden en la vida real y son bastante comunes en la era digital.

El término “ghosting” (del inglés, “fantasma”) se refiere a eso: esfumarse de repente, sin dejar rastro, ya sea bloqueando a la persona, borrando las cuentas o, sencillamente, dejando de responder a sus mensajes.

Pero, ¿Por qué ocurre? ¿Qué lleva a alguien a desaparecer en lugar de comunicar la ruptura a la otra parte? Para el psicólogo Miguel Hierro, “el ‘ghosting’ surge porque es más cómodo no enfrentarse a situaciones dolorosas como tener que decir ‘no quiero seguir viéndote’.

Algo que, dice el experto, “es una comodidad propia de cómo empiezan hoy en día las relaciones en las aplicaciones de móvil o redes sociales, donde el nivel de responsabilidad es menor”.

Y es que, aunque todavía no haya demasiados estudios que prueben la relación entre el “ghosting” y el uso de las redes, según Hierro, “resulta coherente creer que la rapidez de empezar una relación por redes afecta también a la rapidez para dejarlo”.

Además, “dejar de dar señales de vida no es nada nuevo”, apunta el psicólogo, “pero ahora, que las vías de comunicación son muchas más y más fáciles, la ausencia se hace más patente”.

En ese sentido, “el ‘ghosting’ es el resultado de la inmediatez, de la globalización, del anonimato de las redes sociales. No podría existir en un pueblo de 200 habitantes, sino que tiene lugar en las grandes ciudades”, explica Hierro.

Los datos están sobre la mesa: según un estudio del Journal of Social and Personal Relationship (https://journals.sagepub.com), un 25% de las personas afirman haber sido víctimas del “ghosting”, mientras que un 21% confiesa haberlo practicado.

Foto: Paco Torrente | EFE

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL AMOR FANTASMA

El “ghosting”, evidentemente, tiene consecuencias. La psicoperapeuta Elisabeth J. LaMotte comentaba a BBC Mundo: “Para la víctima la experiencia puede ser muy dolorosa: el rechazo causa dolor, y el "ghosting" es un rechazo vago que hace que el proceso de duelo de la ruptura se alargue”.

A su vez, ahondando en la mente de los fantasmas, LaMotte apunta que “en ocasiones no son conscientes del daño que causan”. Además, “en algunos casos ellos han sufrido rupturas de relaciones que no han procesado correctamente”, añade la experta.

Ahondando en las causas, la psicóloga Maya Borgueta, de la organización californiana Lantern, explica al mismo medio que “el "ghosting" está relacionado con el querer evitar el conflicto”.

Ser víctima de ello, según Borgueta, “puede reforzar las inseguridades que uno tiene y afectar a sus relaciones futuras”.

Por otro lado, “también puede tener efectos psicológicos negativos en la persona que lo practica, que puede desarrollar un gran sentimiento de culpa y vergüenza, sintiendo que no es capaz de manejar los momentos difíciles de una relación”, indica Borgueta.

Al hablar con protagonistas de casos reales de “ghosting”, como Nuria, que confiesa que “habíamos planeado incluso un viaje juntos antes de que esta persona desapareciera”.

Y explica que “lo peor fue pensar que podía haberle sucedido algo malo, como negando lo evidente, para después pasar a preguntarme qué habría hecho yo mal e incluso llegar a dudar sobre si la relación había sido real”.

Otro joven, Manu, afirma haber sido, tanto víctima del “ghosting” como haberlo practicado: “cuando lo he hecho ha sido porque había alguna cosa que me preocupaba a la hora de seguir con la relación, pero de la que no me veía capaz de hablar. Y, cuando me lo hicieron a mí, me dolió bastante”.

Al igual que él, Clara dice que nunca le han hecho “ghosting”, pero que sí lo ha practicado, “un par de veces”. Y relata: “era adolescente, y no sabía gestionar las relaciones. Fueron dos casos de personas con las que ya no me sentía bien, pero a las que me veía incapaz de dejar directamente porque me daba miedo el conflicto y no quería presenciar el dolor”.

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