/ sábado 21 de enero de 2023

Científicos de Ecuador corren para estudiar nuevos anfibios en riesgo de extinción

Se estima que hay 30 especies de ranas, de las cuales doce son nuevas para la ciencia, afirma Diego Armijos de la Universidad Técnica Particular de Loja

Atravesado por un manto de nubes, un páramo atípico del sur de Ecuador está en la mira de científicos que se apresuran a investigar nuevas especies de anfibios antes de que los arrasen contaminación y la ganadería.

"Estamos viendo que las especies desaparecen antes de ser descritas. El desafío para nosotros es poder evaluar esa biodiversidad antes de que desaparezca", dice a la AFP Diego Armijos de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y quien lidera un plan para proteger el Abra de Zamora; una zona rica en anfibios al sur de Ecuador.

En ese parche de páramo, ubicado en el límite entre las provincias de Loja y Zamora Chinchipe (fronterizas con Perú), se estima que hay 30 especies de ranas, de las cuales doce son nuevas para la ciencia, comenta el investigador mientras muestra ejemplares vivos.

Las hay de diferentes tipos y colores. La primera que exhibe Armijos es una Gastrotheca sp. de patas largas, piel verde y manchas de color café en los costados.

Las otras son de apenas dos centímetros y tonos pardos. Una es la Pristimantis colodactylus y la otra, una Pristimantis balionotus que parece salpicada con pintura negra.

Especies por ser descritas

La gran diversidad de ranas se explica, en parte, porque dentro del páramo Abra de Zamora, de 10.000 hectáreas, hay al menos 60 microecosistemas con sus propias particularidades.

Este paisaje se caracteriza por arbustos de poca altura y árboles achaparrados en lugar de grandes extensiones de pajonal.

En el Abra de Zamora los científicos también han hallado especies endémicas de plantas. A diferencia de otros páramos, este empieza a los 2.500 metros sobre el nivel del mar (500 metros menos que la media) y su altitud máxima es de unos 3.000 metros.

Armijos explica la riqueza del sur andino de Ecuador con una cifra. "En el museo (de zoología de la UTPL) tenemos casi 40 especies que están a la cola para ser descritas. Tenemos trabajo para diez años" dentro de los laboratorios, exclama.

Bolsas de plástico y escombros apilados dan la bienvenida a este singular lugar, donde la temperatura promedio es de 7 grados centígrados.

La carretera que une a Loja con la amazónica Zamora atraviesa el paisaje y la calma del lugar. Cada tanto, las bocinas de los camiones interrumpen los variados y sutiles cantos de rana.

Nombrar para conservar

"Tenemos problemas con incendios forestales, la aparición de perros ferales, enfermedades que afectan a los anfibios y algunos inconvenientes por la introducción de especies como la trucha y la rana toro", agrega Armijos.

Sin embargo, la principal amenaza es la ampliación de la frontera ganadera, que a su paso va modificando el paisaje y destruyendo el hábitat natural de la fauna.

En ese sombrío panorama la descripción de las especies que aún sobreviven urge a los científicos, así como la incorporación de este páramo al aledaño Parque Nacional Podocarpus, una reserva protegida de 144.900 hectáreas.

De acuerdo con los científicos, hay siete especies que fueron descubiertas en la zona en la década de 1970 y desde hace más de 25 años no han vuelto a ser encontradas.

"Si una especie no tiene nombre es como si no existe; si no existe, no puedes tener medidas de conservación", comenta a la AFP Paul Székely, investigador y responsable del museo de zoología de la UTPL.

Los expertos son conscientes del desafío que tienen por delante en este páramo de pendientes escarpadas y zonas de difícil acceso.

"Todo el trabajo de conservación es contra el tiempo", sentencia Székely.

Atravesado por un manto de nubes, un páramo atípico del sur de Ecuador está en la mira de científicos que se apresuran a investigar nuevas especies de anfibios antes de que los arrasen contaminación y la ganadería.

"Estamos viendo que las especies desaparecen antes de ser descritas. El desafío para nosotros es poder evaluar esa biodiversidad antes de que desaparezca", dice a la AFP Diego Armijos de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y quien lidera un plan para proteger el Abra de Zamora; una zona rica en anfibios al sur de Ecuador.

En ese parche de páramo, ubicado en el límite entre las provincias de Loja y Zamora Chinchipe (fronterizas con Perú), se estima que hay 30 especies de ranas, de las cuales doce son nuevas para la ciencia, comenta el investigador mientras muestra ejemplares vivos.

Las hay de diferentes tipos y colores. La primera que exhibe Armijos es una Gastrotheca sp. de patas largas, piel verde y manchas de color café en los costados.

Las otras son de apenas dos centímetros y tonos pardos. Una es la Pristimantis colodactylus y la otra, una Pristimantis balionotus que parece salpicada con pintura negra.

Especies por ser descritas

La gran diversidad de ranas se explica, en parte, porque dentro del páramo Abra de Zamora, de 10.000 hectáreas, hay al menos 60 microecosistemas con sus propias particularidades.

Este paisaje se caracteriza por arbustos de poca altura y árboles achaparrados en lugar de grandes extensiones de pajonal.

En el Abra de Zamora los científicos también han hallado especies endémicas de plantas. A diferencia de otros páramos, este empieza a los 2.500 metros sobre el nivel del mar (500 metros menos que la media) y su altitud máxima es de unos 3.000 metros.

Armijos explica la riqueza del sur andino de Ecuador con una cifra. "En el museo (de zoología de la UTPL) tenemos casi 40 especies que están a la cola para ser descritas. Tenemos trabajo para diez años" dentro de los laboratorios, exclama.

Bolsas de plástico y escombros apilados dan la bienvenida a este singular lugar, donde la temperatura promedio es de 7 grados centígrados.

La carretera que une a Loja con la amazónica Zamora atraviesa el paisaje y la calma del lugar. Cada tanto, las bocinas de los camiones interrumpen los variados y sutiles cantos de rana.

Nombrar para conservar

"Tenemos problemas con incendios forestales, la aparición de perros ferales, enfermedades que afectan a los anfibios y algunos inconvenientes por la introducción de especies como la trucha y la rana toro", agrega Armijos.

Sin embargo, la principal amenaza es la ampliación de la frontera ganadera, que a su paso va modificando el paisaje y destruyendo el hábitat natural de la fauna.

En ese sombrío panorama la descripción de las especies que aún sobreviven urge a los científicos, así como la incorporación de este páramo al aledaño Parque Nacional Podocarpus, una reserva protegida de 144.900 hectáreas.

De acuerdo con los científicos, hay siete especies que fueron descubiertas en la zona en la década de 1970 y desde hace más de 25 años no han vuelto a ser encontradas.

"Si una especie no tiene nombre es como si no existe; si no existe, no puedes tener medidas de conservación", comenta a la AFP Paul Székely, investigador y responsable del museo de zoología de la UTPL.

Los expertos son conscientes del desafío que tienen por delante en este páramo de pendientes escarpadas y zonas de difícil acceso.

"Todo el trabajo de conservación es contra el tiempo", sentencia Székely.

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