Las estrellas nacen en nubes donde la concentración de gas es muy alta, este se continúa acumulando alrededor de un punto inicial, hasta que en el interior, la presión a la que está sometido el gas genera un aumento de temperatura tan grande que los núcleos atómicos comienzan a fusionarse y a generar energía que es transportada por las capas más externas del gas hacia el exterior y empieza a brillar.
La composición de la nube suministrará a la estrella el tipo de combustible que tendrá durante toda su vida, que es el hidrógeno y después se obtiene helio, por lo que la estrella pasa su infancia fusionando estos compuestos y dura miles de millones de años.
En la adolescencia el disco de polvo que había en su entorno en el momento de nacimiento se empieza a condensar, por acción de la gravedad, dando lugar a la formación de planetas y en el caso del nuestro, la vida.
Consumido el hidrógeno la estrella entra en una etapa en la que pasa de la adolescencia a la madurez y a la vejez de una manera rápida y violenta, pues el núcleo está mayoritariamente compuesto por helio pero la energía que necesita el helio para fusionarse es mucho mayor que en el caso del hidrógeno.
A partir de este momento, el camino que sigue la estrella depende de su masa inicial.
Tradicionalmente se dividen las estrellas en aquellas con una masa superior a ocho masas solares y estrellas con una masa inferior a ese límite.
Si tienen poca masa son enanas rojas, muy lentamente se van quedando sin hidrógeno hasta convertirse en enana blanca; cuando tienen masa media, son estrellas medias y al quedarse sin hidrógeno son gigantes rojas que en sus últimos momentos de vida, produce. una nebulosa planetaria.
Por último, las estrellas con muchísima masa son masivas, rápidamente se van quedando sin hidrógeno lo que la convierte en súper gigante roja, se colapsa y explota y se vuelve supernova de los sobrantes de la explosión, se obtiene una estrella de neutrones y si la estrella tiene tres masas solares o más, será un hoyo negro.
Fuente: Blog Principia