/ domingo 14 de julio de 2019

Los “insignificantes” objetos que fueron clave en la llegada del hombre a la Luna

La mayoría de las empresas que participaron han sido por décadas anónimas

Sobran razones para que este año la NASA (National Aeronautics and Space Admnistration) celebre los 50 años de la misión Apollo 11, aquella que llevó por primera vez a los astronautas Neil Armstrong, Edwin Buzz Aldrin y Michael Collins a la luna.

Pero este momento no fue resultado, únicamente, de la llamada gran ingeniería aeronáutica. En toda esta historia se pierden una cantidad de cosas y objetos, de personajes secundarios o de reparto, que la llamada Gran Historia, los Grandes Relatos, no incluyen.

Pero, la Gran Historia no es sin las pequeñas historias.

El viaje a la luna fue posible, también, gracias a todo aquello que pasó a segundo plano por su “irrelevancia” en la misión, pero que sin ellos la historia, posiblemente, hubiera tomado un rumbo distinto.

Veamos algunos de esos “insignificantes” objetos que fueron esenciales para ese “pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, palabras que la historia registra como las primeras palabras que dijera Neil Armstrong al momento de que su bota imprimía su huella en el polvo lunar.


¿QUÉ HORA ES… EN LA LUNA?

Neil Armstrong pisó por primera vez la luna el 20 de julio a las 2:56 UTC. ¿Cómo se sabe exactamente la hora? Cada uno de los astronautas llevaba en su muñeca un reloj Omega Speedmaster.

Esta empresa suiza se volvió muy popular (más de lo que ya era) al ser el primer reloj usado en la Luna. Fue adoptado por la NASA como el “Reloj certificado oficialmente para todas las misiones tripuladas” en 1965, después de que dos ingenieros sometiesen 5 cronógrafos de prestigiosas marcas a durísimas pruebas sin que los fabricantes se enteraran. El ganador fue el Speedmaster.

El Speedmaster sigue siendo el único reloj autorizado para actividades extravehiculares en el espacio. Para festejar los 50 años hicieron mil 14 relojes especiales… a un costo, cada uno, de 35 mil dólares, algo así como 649 mil 600 pesos mexicanos.


Sin embargo, Omega no fue la única empresa de relojería presente en el Apollo 11.

La empresa estadounidense Bulova se encargó de fabricar los temporizadores utilizados en el Módulo Lunar para medir el tiempo durante los vuelos espaciales.

La compañía había desarrollado el primer reloj electrónico, el Bulova Accutron, del cual partieron para crear los métodos de medición del tiempo del vehículo espacial encargado del alunizaje.

Ambas compañías pudieron mostrar al mundo que tenían los relojes más precisos del Universo.


POCA MEMORIA. LARGO VIAJE

Es muy común que los smartphones cuenten, mínimo, con una memoria de 4GB (en las que podemos cargar unas 3 mil imágenes comprimidas), pero fue una memoria de 4KB la que hizo posible un viaje de ida y vuelta a la Luna. En donde apenas hoy cabría un documento de word y ni siquiera una imagen comprimida.

Pero, contrario a lo que se esperaría no era de un tamaño minúsculo. Esta pequeña unidad de almacenamiento de información ocupaba oficinas enteras. La NASA tuvo a 3 mil 500 empleados de IBM, por entonces la mayor empresa de tecnología, para trabajar el sistema de computadoras que se encargaría de proveer información en tiempo real a la nave para su navegación.

Existía la posibilidad de que los astronautas condujeran manualmente la nave, pero sólo las computadoras permitían un amplio margen de garantía de éxito en la misión. Confiar en los cálculos humanos ya no era la única opción.


PROVEEDOR DE ENERGÍA

La primera fuente de energía relacionada con la misión espacial es la impresionante cantidad de combustible líquido que consumió el cohete Saturno V para salir de la atmósfera terrestre. Tan sólo para abandonar la Tierra quemó 15 toneladas de combustible ¡por segundo!

Pero no fue la única manera de proveer energía.

La compañía Exide, conocida por fabricar baterías para automóviles, fue la encargada de suministrar la energía para que los astronautas pudieran realizar con precisión las funciones y maniobras programadas en la superficie lunar.

La NASA usó baterías Exide de níquel y zinc cargadas con energía solar en todas las misiones espaciales del Apolo 11. Una batería de igual tamaño que las que permiten el arranque de un coche fue suficiente para que los astronautas pudieran investigar la superficie lunar.


BRASIERES EN EL TRAJE ESPACIAL

No todas las máquinas que se usaron para el desarrollo del proyecto Apollo fueron de alta tecnología espacial, como imaginamos. La misma máquina de coser que tienen muchas amas de casa en México fue la que ayudó a perfeccionar las costuras del traje espacial.

Singer, compañía productora de máquinas de coser desde 1851, proveía a gran parte del sector textil para la producción de ropa a gran escala.

Fue la empresa Playtex, conocida por sus productos femeninos: ropa interior, fajas, y tampones, la encargada de confeccionar los trajes que se utilizarían por primera vez en una atmósfera, en un espacio totalmente desconocido.

Pero no fue eso lo que le llamó la atención a la NASA, sino su experiencia trabajando con el látex. Diseñaron el traje espacial de manera que pudiera contener la presión necesaria para mantener con vida a los astronautas y, al mismo tiempo, con la suficiente flexibilidad para el libre movimiento del cuerpo.

La confección del traje espacial requirió de manos muy diestras y expertas en el arte de la costura ya que, aunque pareciera trivial, el paciente trabajo de las costureras fue determinante en su confección.

Cada puntada tuvo que ser cuidadosamente calculada sin ayuda de ningún alfiler, ya que el más mínimo agujero en el traje podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte de los astronautas.

Foto: Reuters


EL ÁGUILA HA ALUNIZADO

Esta frase, que significaba el triunfo de la misión espacial, fue posible escucharla gracias a que tanto los ingenieros que operaban en el Centro de Comando de la NASA como los astronautas usaban auriculares.

La primera compañía que logró la comunicación entre seres humanos dentro y fuera del planeta tierra fue Plantronics. Con otros astronautas, diseñaron el traje espacial, de tal modo que a éste se le pudieran adaptar los auriculares en una especie de “gorro” dentro del casco. Esto aseguraría, además, mantener el contacto tanto dentro como fuera de la nave. Lo sorprendente fue que este trabajo les tomó 11 días.

Aunque sólo una persona en el Centro de Comando era la encargada de responder directamente a los astronautas, los demás usaban los auriculares para prestar atención a todo lo que dijeran en caso de que se presentaran problemas.


UNA PLUMA LOS SALVÓ

Para una atmósfera sin gravedad tanto en la luna como en la Tierra, Fisher Space Pen desarrolló un bolígrafo que permitía escribir en ingravidez, bajo el agua, en cualquier ángulo, etc… Al final del viaje, no fueron todas esas inusuales características las que le dieron protagonismo, si no el inesperado papel que tendría un simple bolígrafo que salvó la vida de los astronautas e hizo de la misión un éxito.

Así fue la historia: Armstrong y Aldrin habían realizado su primera caminata lunar y hecho algunos experimentos. Volvieron al Módulo Lunar para preparar su regreso a la Tierra. Hasta ahí todo iba bien.

Pero, debido al reducido espacio del vehículo y lo grande de los trajes espaciales, la movilidad era muy limitada. Y de pronto, una de las mochilas de soporte vital chocó con un interruptor del módulo y lo rompió.

El comando fue pilotado por Michael Collins. / Foto: Reuters

No era un interruptor cualquiera. Su función era activar los motores principales del Módulo Lunar para dejar la superficie y permitir reunirse con Michael Collins en la nave que orbitaba alrededor, listo para llevarlos a la Tierra.

Sin ese interruptor corrían el riesgo de quedar varados en la luna sin ninguna posibilidad de retorno. Así de simple. Pero como suele pasar, el ingenio emergió en los momentos límite. Aldrin tomó el bolígrafo que exactamente tenía el tamaño perfecto para activar el interruptor automático.

Para la conmemoración, Fisher Space Pen fabricó bolígrafos con un detalle especial: cada uno incluye un pedazo de cinta de polimida sensible a la presión que se había montado en el exterior del módulo de comando Apolo 11. Con este bolígrafo puedes estar en contacto con el módulo lunar, claro, si quieres pagar 13,000 pesos por cada uno.

La historia del alunizaje hubiera sido completamente distinta sin aquel bolígrafo. Así de simple.

Sobran razones para que este año la NASA (National Aeronautics and Space Admnistration) celebre los 50 años de la misión Apollo 11, aquella que llevó por primera vez a los astronautas Neil Armstrong, Edwin Buzz Aldrin y Michael Collins a la luna.

Pero este momento no fue resultado, únicamente, de la llamada gran ingeniería aeronáutica. En toda esta historia se pierden una cantidad de cosas y objetos, de personajes secundarios o de reparto, que la llamada Gran Historia, los Grandes Relatos, no incluyen.

Pero, la Gran Historia no es sin las pequeñas historias.

El viaje a la luna fue posible, también, gracias a todo aquello que pasó a segundo plano por su “irrelevancia” en la misión, pero que sin ellos la historia, posiblemente, hubiera tomado un rumbo distinto.

Veamos algunos de esos “insignificantes” objetos que fueron esenciales para ese “pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, palabras que la historia registra como las primeras palabras que dijera Neil Armstrong al momento de que su bota imprimía su huella en el polvo lunar.


¿QUÉ HORA ES… EN LA LUNA?

Neil Armstrong pisó por primera vez la luna el 20 de julio a las 2:56 UTC. ¿Cómo se sabe exactamente la hora? Cada uno de los astronautas llevaba en su muñeca un reloj Omega Speedmaster.

Esta empresa suiza se volvió muy popular (más de lo que ya era) al ser el primer reloj usado en la Luna. Fue adoptado por la NASA como el “Reloj certificado oficialmente para todas las misiones tripuladas” en 1965, después de que dos ingenieros sometiesen 5 cronógrafos de prestigiosas marcas a durísimas pruebas sin que los fabricantes se enteraran. El ganador fue el Speedmaster.

El Speedmaster sigue siendo el único reloj autorizado para actividades extravehiculares en el espacio. Para festejar los 50 años hicieron mil 14 relojes especiales… a un costo, cada uno, de 35 mil dólares, algo así como 649 mil 600 pesos mexicanos.


Sin embargo, Omega no fue la única empresa de relojería presente en el Apollo 11.

La empresa estadounidense Bulova se encargó de fabricar los temporizadores utilizados en el Módulo Lunar para medir el tiempo durante los vuelos espaciales.

La compañía había desarrollado el primer reloj electrónico, el Bulova Accutron, del cual partieron para crear los métodos de medición del tiempo del vehículo espacial encargado del alunizaje.

Ambas compañías pudieron mostrar al mundo que tenían los relojes más precisos del Universo.


POCA MEMORIA. LARGO VIAJE

Es muy común que los smartphones cuenten, mínimo, con una memoria de 4GB (en las que podemos cargar unas 3 mil imágenes comprimidas), pero fue una memoria de 4KB la que hizo posible un viaje de ida y vuelta a la Luna. En donde apenas hoy cabría un documento de word y ni siquiera una imagen comprimida.

Pero, contrario a lo que se esperaría no era de un tamaño minúsculo. Esta pequeña unidad de almacenamiento de información ocupaba oficinas enteras. La NASA tuvo a 3 mil 500 empleados de IBM, por entonces la mayor empresa de tecnología, para trabajar el sistema de computadoras que se encargaría de proveer información en tiempo real a la nave para su navegación.

Existía la posibilidad de que los astronautas condujeran manualmente la nave, pero sólo las computadoras permitían un amplio margen de garantía de éxito en la misión. Confiar en los cálculos humanos ya no era la única opción.


PROVEEDOR DE ENERGÍA

La primera fuente de energía relacionada con la misión espacial es la impresionante cantidad de combustible líquido que consumió el cohete Saturno V para salir de la atmósfera terrestre. Tan sólo para abandonar la Tierra quemó 15 toneladas de combustible ¡por segundo!

Pero no fue la única manera de proveer energía.

La compañía Exide, conocida por fabricar baterías para automóviles, fue la encargada de suministrar la energía para que los astronautas pudieran realizar con precisión las funciones y maniobras programadas en la superficie lunar.

La NASA usó baterías Exide de níquel y zinc cargadas con energía solar en todas las misiones espaciales del Apolo 11. Una batería de igual tamaño que las que permiten el arranque de un coche fue suficiente para que los astronautas pudieran investigar la superficie lunar.


BRASIERES EN EL TRAJE ESPACIAL

No todas las máquinas que se usaron para el desarrollo del proyecto Apollo fueron de alta tecnología espacial, como imaginamos. La misma máquina de coser que tienen muchas amas de casa en México fue la que ayudó a perfeccionar las costuras del traje espacial.

Singer, compañía productora de máquinas de coser desde 1851, proveía a gran parte del sector textil para la producción de ropa a gran escala.

Fue la empresa Playtex, conocida por sus productos femeninos: ropa interior, fajas, y tampones, la encargada de confeccionar los trajes que se utilizarían por primera vez en una atmósfera, en un espacio totalmente desconocido.

Pero no fue eso lo que le llamó la atención a la NASA, sino su experiencia trabajando con el látex. Diseñaron el traje espacial de manera que pudiera contener la presión necesaria para mantener con vida a los astronautas y, al mismo tiempo, con la suficiente flexibilidad para el libre movimiento del cuerpo.

La confección del traje espacial requirió de manos muy diestras y expertas en el arte de la costura ya que, aunque pareciera trivial, el paciente trabajo de las costureras fue determinante en su confección.

Cada puntada tuvo que ser cuidadosamente calculada sin ayuda de ningún alfiler, ya que el más mínimo agujero en el traje podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte de los astronautas.

Foto: Reuters


EL ÁGUILA HA ALUNIZADO

Esta frase, que significaba el triunfo de la misión espacial, fue posible escucharla gracias a que tanto los ingenieros que operaban en el Centro de Comando de la NASA como los astronautas usaban auriculares.

La primera compañía que logró la comunicación entre seres humanos dentro y fuera del planeta tierra fue Plantronics. Con otros astronautas, diseñaron el traje espacial, de tal modo que a éste se le pudieran adaptar los auriculares en una especie de “gorro” dentro del casco. Esto aseguraría, además, mantener el contacto tanto dentro como fuera de la nave. Lo sorprendente fue que este trabajo les tomó 11 días.

Aunque sólo una persona en el Centro de Comando era la encargada de responder directamente a los astronautas, los demás usaban los auriculares para prestar atención a todo lo que dijeran en caso de que se presentaran problemas.


UNA PLUMA LOS SALVÓ

Para una atmósfera sin gravedad tanto en la luna como en la Tierra, Fisher Space Pen desarrolló un bolígrafo que permitía escribir en ingravidez, bajo el agua, en cualquier ángulo, etc… Al final del viaje, no fueron todas esas inusuales características las que le dieron protagonismo, si no el inesperado papel que tendría un simple bolígrafo que salvó la vida de los astronautas e hizo de la misión un éxito.

Así fue la historia: Armstrong y Aldrin habían realizado su primera caminata lunar y hecho algunos experimentos. Volvieron al Módulo Lunar para preparar su regreso a la Tierra. Hasta ahí todo iba bien.

Pero, debido al reducido espacio del vehículo y lo grande de los trajes espaciales, la movilidad era muy limitada. Y de pronto, una de las mochilas de soporte vital chocó con un interruptor del módulo y lo rompió.

El comando fue pilotado por Michael Collins. / Foto: Reuters

No era un interruptor cualquiera. Su función era activar los motores principales del Módulo Lunar para dejar la superficie y permitir reunirse con Michael Collins en la nave que orbitaba alrededor, listo para llevarlos a la Tierra.

Sin ese interruptor corrían el riesgo de quedar varados en la luna sin ninguna posibilidad de retorno. Así de simple. Pero como suele pasar, el ingenio emergió en los momentos límite. Aldrin tomó el bolígrafo que exactamente tenía el tamaño perfecto para activar el interruptor automático.

Para la conmemoración, Fisher Space Pen fabricó bolígrafos con un detalle especial: cada uno incluye un pedazo de cinta de polimida sensible a la presión que se había montado en el exterior del módulo de comando Apolo 11. Con este bolígrafo puedes estar en contacto con el módulo lunar, claro, si quieres pagar 13,000 pesos por cada uno.

La historia del alunizaje hubiera sido completamente distinta sin aquel bolígrafo. Así de simple.

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