¿"Diplomacia discreta" o complacencia? Al conversar el domingo con la estrella china del tenis Peng Shuai sin reclamar más garantías sobre su libertad, el Comité Olímpico Internacional (COI) realizó un ejercicio de equilibrismo ante el país anfitrión de los próximos Juegos Olímpicos de Invierno en febrero.
Luego de dos semanas sin noticias de la campeona, quien acusó a comienzos de noviembre al antiguo viceprimer ministro de haberle obligado a una relación sexual, la instancia de Lausana es la primera organización extranjera en lograr la prueba de que Peng Shuai se halla "sana y a salvo en su casa en Pekín", como indicó el domingo.
Así, el COI responde "en parte" a la preocupación alrededor de la jugadora de 35 años, cuyo caso ha acaparado la atención durante días hasta de las Naciones Unidas y la Casa Blanca, observa para la AFP Carole Gomez, directora de investigación en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
"Pero la vacuidad de su comunicado plantea un problema. Al no dar ningún elemento sobre el fondo del caso, el COI juega el juego de Pekín y se coloca en una situación explosiva", vaticinando unos Juegos de Invierno "plenamente políticos", advierte la investigadora.
De los medios occidentales a las ONG, las críticas no tardaron en arreciar contra la instancia olímpica, acusada de "complicidad" con las autoridades chinas para acallar a Peng Shuai.
De Bielorrusia a Afganistán
"El COI juega ahora un rol activo en la máquina de desaparición forzada, de coerción y de propaganda del gobierno chino", lamentaba en Twitter Yaqiu Wang, especialista en China para Human Rights Watch.
En opinión de Alkan Akad, de Amnistía Internacional, la organización "entra en aguas peligrosas", y debería "prestar una atención extrema a no incurrir en blanqueo de una posible violación de los derechos humanos".
Sobre el fondo, la "diplomacia discreta" reivindicada desde el jueves pasado por el COI, sin aludir públicamente a China, y sin embargo coherente con su manera de actuar entre bastidores cuando los deportistas parecen estar amenazados.
La instancia, por ejemplo, multiplicó las conversaciones con el Comité Olímpico Bielorruso en el otoño (boreal) de 2020, luego de la reelección polémica del presidente Alexander Lukashenko, antes de terminar sancionando a sus dirigentes por las persecuciones sufridas por los deportistas disidentes.
El COI puso asimismo en marcha su maquinaria diplomática en Afganistán, donde organizó la evacuación de 300 "miembros de la comunidad olímpica" desde la reconquista del país a mediados de agosto por los talibanes, iniciando la semana pasada en Catar conversaciones sobre la suerte de otras 700 personas "en peligro" en el país, "principalmente mujeres y chicas que practican un deporte".
Pero el caso de Peng Shuai es diferente: "El COI no tiene ningún control sobre lo que pasa a nivel policial, ningún medio de sacarla de China", resume Jean-Loup Chappelet, especialista en olimpismo en la Universidad de Lausana.
"Polarización"
A menos de tres meses de los Juegos de Invierno (4-22 de febrero de 2022), sobre la cita se ciernen nubarrones en forma de llamados a un boicot diplomático.
"Corresponde a las autoridades chinas garantizar una investigación transparente sobre las graves acusaciones de agresión sexual formuladas por Peng Shuai", mantuvo este martes en Ginebra un portavoz del Alto Comisionado de la ONU sobre derechos humanos.
Porque la instancia deportiva suprema "no puede permitirse ofender a los chinos", sino que debe "llevar a buen puerto" los Juegos, y por tanto garantizar la circulación de miles de personas y el trabajo en libertad de los periodistas en Pekín, recuerda Simon Chadwick, director del Centro deportivo eurasiático de EM Lyon.
Cuestionado desde hace meses sobre su nivel de exigencia ética, el COI no se reconoce como "un supergobierno mundial" susceptible de "arreglar las cuestiones para las que ni el Consejo de Seguridad de la ONU, ni el G7, ni el G20 tienen solución".
Pero en un periodo "de polarización ideológica", donde la indignación occidental ligada a los derechos humanos exaspera a China y a sus aliados, que ven en ello una injerencia, la "neutralidad" reivindicada por el COI es cada vez más insostenible, apunta Simon Chadwick: "Ninguna organización es lo suficientemente robusta para navegar" entre esos polos opuestos.