Goleador insaciable, capitán con 34 títulos y numerosos récords, seis veces ganador del Balón de Oro, Lionel Messi ha encarnado durante más de 20 años un solo y único equipo, el FC Barcelona, haciéndose casi demasiado grande para este club al que ahora el argentino amenaza con abandonar.
Icono mundial del fútbol y figura del centro de formación azulgrana, la 'Pulga' es tanto un orgullo local como un símbolo planetario. El anuncio el martes de su voluntad de abandonar su club de siempre sacudió al Barça y a Cataluña, que imaginaban que Messi terminaría su carrera en el Camp Nou.
"El matrimonio de Messi con el Barça ha dado mucho a los dos, muchas alegrías a la afición", reconoció este miércoles el director deportivo culé, Ramón Planes. "Hay que tener un respeto enorme por lo que es Messi y por su historia".
En 121 años de existencia del club blaugrana, quizás solo Johan Cruyff, también Balón de Oro, acumuló ese aura mundial y arraigo catalán. Pero antes de volver a Barcelona como entrenador de éxito, el neerlandés tampoco había concluido su etapa como jugador con la camiseta azul y granate, en un club ultramediático que no tolera bien el envejecimiento de sus estrellas.
A los 33 años, Messi quizás ya no tiene la energía que le hacía superar a los defensas como si fueran conos en todos los campos de España y Europa.
Máquina de récords
El menudo atacante sigue siendo, sin embargo, una máquina de regatear, de marcar y de superar récords.
Es, de lejos, el máximo goleador de la historia del Barça (634 goles en 731 partidos), el máximo goleador de la historia de la Liga, el máximo anotador en un año natural (91 en 2012) y el jugador que ha ganado más títulos con el Barcelona, 34 en total, incluidas cuatro 'Champions' (2006, 2009, 2011, 2015).
El duende también ha coleccionado seis Balones de Oro, más que Cristiano Ronaldo (5), Cruyff, Michel Platini o Marco Van Basten (3). Su palmarés es insuperable, individual y colectivamente. Solo le falta la consagración con un título grande con la selección argentina: el campeón olímpico en 2008 alcanzó las finales del Mundial-2014 y de la Copa América en 2007, 2015 y 2016En Barcelona, desde el debut profesional de 'Leo' en 2004, se han encomendado por completo al pequeño prodigio llegado en 2000 procedente de Rosario.
Y con el paso de los años, el FC Barcelona, que se declara "más que un club", tropezó con el peso de este delantero convertido en "más que un jugador". Un mal que tiene un nombre en Cataluña: la "Messidependencia".
"La 'Messidependencia' no me da demasiada urticaria. En cualquier equipo Messi influiría en el estilo de juego", ironizaba en 2018 Ernesto Valverde, por entonces entrenador del Barça.
Peso en el vestuario
Por la fuerza de las circunstancias, este callado jugador ha ido ganando cada vez más peso en el vestuario, convirtiéndose en capitán en 2018, y en los designios del club.
En febrero, Messi pidió a Eric Abidal, director deportivo del club en ese momento, "asumir sus decisiones" y "dar nombres", luego de que el francés responsabilizara a los jugadores del despido de Valverde.
Unas salidas públicas que no casan con la imagen sosa del pequeño argentino, conocido por su gusto por el juego bonito, su enternecedora timidez y su sonrisa infantil. Rasgos que le han valido una imagen mucho menos mediática que la de su gran rival, Cristiano Ronaldo.
Cuando el planeta fútbol descubrió a Messi, le conmovió la suerte de este chico que, según la versión establecida, tuvo problemas de crecimiento y dejó Rosario con 13 años para encontrar en Barcelona un club que financió su tratamiento médico.
Esta imagen positiva no ha cambiado, pese a su condena a 21 meses de prisión (que no tuvo que cumplir) y 2,1 millones de euros de multa impuesta por la Corte Suprema española en 2017 por fraude fiscal, unas semanas antes de su boda con Antonella, amiga de la infancia y ahora madre de sus tres hijos (Thiago, Mateo y Ciro).
Residente en Castelldefels, una localidad a las afueras de Barcelona, Messi parecía haber encontrado un equilibrio familiar y profesional en Cataluña. Pero la nefasta temporada vivida con el Barça, rematada con la humillación europea ante el Bayern de Múnich (8-2), parece haberle empujado a la puerta de salida. ¿Para liberar al Barcelona de su imponente sombra?