Todo juego requiere de reglas, solo así los jugadores se regulan y dan oportunidad a desarrollar grandes encuentros. En el caso del futbol estas normas las imparte el árbitro, aquella persona imparcial al juego, es su labor una de las más criticadas pero que sin ella no se podrían vivir los apasionados juegos. Esta noble y titánica labor es la que desempeña la árbitra Pamela Hernández Díaz.
“Lo hago porque me gusta, porque yo me enseñé a lo mejor no soy el árbitro perfecto pero cada que piso un terreno de juego lo hago con la mayor intensidad y con el amor como no tienes una idea, pero eso es lo malo y no me da pena decirlo”, declara Pamela quien es una de las pocas mujeres que imparte autoridad en los juegos de las ligas varoniles.
“No creas o sea yo a veces me pregunto qué y nos dan la mentada de madre un mal golpe que a mí ya se me han puesto no creas como mujer, aunque creas no se han detenido”, agregó la entrevistada.
Paloma es un ejemplo de lucha quien tiene 40 años y siempre ha hecho frente a los obstáculos quien ha dado muestra que las labores que la sociedad marca como exclusivas para hombres no lo son y que ha marcado el camino para nuevas generaciones.
“Hay 2 o 3 compañeras más que andan arbitrando pero obvio son más jóvenes que yo, ya tengo 40 años, bendito sea a Dios. Está Sandra ella estará como entre los veintitantos 30 años pero mira tengo amigas también colegas que ya igual estamos ahí de la edad y definitivamente ya se retiraron pero pues aquí andamos”, comenta.
Originaria de San Juan del Río Querétaro aparte de ser árbitro de futbol es caballeranga, dedicada al cuidado de los animales que son caballos.
“Soy todo un estuche de monerías y toda mi vida parte de mi vida también me dedico a pintar casas o sea hago más trabajos laborales de hombres que como no hay en las mujeres, pero yo hago todo eso tanto. He trabajado en autolavados, en ranchos. Soy más de trabajo pesado, trabaje en una tabiquera sé hacer tabique entonces soy más así de cosas pesadas”, cuenta Paloma quien de manera consciente o inconsciente rompe con los estereotipos sociales.