Llegó el revés, el Tricolor del “Tata”, de la peor forma, sufrió su primera caída desde que Gerardo tomo el timón del barco tricolor.
Argentina, sin Messi y no con su mejor nivel en los últimos años, bailó un tango con los mexicanos.
Lautaro Martínez vio banquete y se sació, el atacante del Inter de Milán aprovechó las facilidades que tuvo y se marchó con un hat-trick, Carlos Salcedo y Néstor Araujo ofrecieron un juego para el olvido.
Leandro Paredes, a través de un penalti, consumó la humillación.
Argentina, días antes de la independencia mexicana, le causó verdaderos gritos de dolores al Tricolor.
La caída, luego de 11 juegos alegres, llegó.
EL JUEGO
Con su mejor arsenal, al menos el que el “Tata” pensó, el Tricolor se presentó valiente en el Alamodome.
Enfrente la Albiceleste, sin utilizar a sus mejores hombres, les avisó a los mexicanos que iban por su invicto.
México trató de ir al frente, el “Tecatito” Corona e Hirving Lozano se unieron para destrabar a la zaga celeste, sin embargo, pocas veces lo lograron.
Argentina, de a poco, echó para atrás a los aztecas.
El juego fue ágil, sin embargo, la tibieza de Carlos Salcedo, Edson Álvarez y Néstor Araujo, provocó el tanto argentino, Lautaro Martínez, sin resistencia de los mexicanos, superó a Ochoa.
La Albiceleste, sin esforzase demasiado, encontró otro hueco, Palacios tejió y Lautaro volvió a definió, Araujo y Salcedo, de nuevo fueron espectadores.
Las aguas se calmaron brevemente, sin embargo, en ese momento, Salcedo metió la mano en el área, el árbitro señaló el penalti y Leandro Paredes, con potencia, superó al portero del América.
El desanimo se notó en los jugadores aztecas, el “Tata”, en la banca, estuvo cabizbajo, pensante, sin saber qué hacer.
La desesperación llegó, Edson Álvarez y Héctor Herrera se pintaron de amarillo.
La debacle llegó antes de ir al descanso, Araujo, despistado, intentó quitarse a Lautaro con un túnel, el argentino no cayó en la trampa, le robó el esférico y sin marca y sin tentarse el corazón, venció a Memo, él por tercera vez en la noche.
Así, destrozados anímicamente, los verdes entraron al vestidor.
Lozano, como el más insistente de los mexicanos, se desesperó por no tener opciones al frente. El juego ofreció poco, ambos conjuntos se notaron resignados, con pocas intenciones de mover el marcador.
Argentina quemó más cambios, México no. Martino se quedó estático, él supo que el revés era inevitable.
Sin remedio, el reloj llegó al final y el revés se consumó.