Cuiabá, Brasil | AFP.- Sólo faltó que se sacará la camiseta como en aquella tarde épica en el Bernabéu. Un gol a lo Champions ante Bolivia le recordó a todos en la Copa América de Brasil-2021 que sigue siendo el sobrenatural que juega con mortales. Argentina vibra con un Lionel Messi en ese insoportable modo Barcelona.
Minuto 42, Arena Pantanal en Cuiabá. El 'Kun' Agüero habilita con un pase largo elevado desde el centro del campo a su amigo de toda la vida. Messi pica con dos bolivianos desesperados por cazarlo. Imposible. El '10' ya había decidido cómo amargarle la noche a Carlos Lampe.
Como solo lo pueden hacer los genios en cuestión de segundos, Messi se acordó del golero español Manuel Almunia, aquel que lo sufrió el 6 de abril de 2010 en el Camp Nou. La inolvidable noche del póquer del argentino al Arsenal en la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones.
Otra de las tantas y tantas jornadas épicas del astro argentino.
Y así lo hizo: dejó picar la pelota antes de ingresar al área grande y con un beso sutil de su botín izquierdo la despidió. El viaje por el aire y sobre la humanidad de Lampe fue como el de un cometa en el firmamento. La misma definición contra Almunia. Golazo de Leo en otra noche de récord tras récord.
Esa conquista le valió para llegar a 75 goles, aumentando su ventaja como máximo goleador histórico vestido de celeste y blanco. También continuó enriqueciendo su leyenda al convertirse el lunes en el futbolista argentino con más partidos internacionales con la selección, llegando a 148 juegos.
- Horas desesperadas -
Sin público en los estadios por la pandemia que enluta a Brasil con más de 515.000 muertos, Messi prefirió una celebración tranquila abrazándose con sus compañeros y dedicándole al 'Kun' una particular sonrisa a modo de gracias por la fantástica pelota servida.
Ese gol valía para una segunda edición de aquella fastuosa obra de arte de la camiseta levantada, cuando desafiante se la restregó con su nombre y número a una rabiosa tribuna del Bernabéu que lo quería devorar.
Del otro lado del Atlántico, el paso de las horas son desesperadas en las oficinas del Barça en el Camp Nou. El vínculo entre Messi y el club azulgrana finalizará en la medianoche española del miércoles, y el jueves, por primera vez en su carrera, será un jugador libre.
Pero a Messi poco le preocupa eso, así esté de los pelos el presidente Joan Laporta por ver estampada la firma del argentino en un contrato a largo plazo, que abarcaría mucho más allá de su retiro como futbolista, cuando recién celebró el pasado jueves su 34 cumpleaños.
El de la noche del lunes en Cuiabá fue un Messi insoportable.
César Farías, como muchos otros técnicos que lo han enfrentado, no encontró cómo pararlo. Con total libertad de circulación por todo el frente de ataque, el capitán albiceleste enloqueció a una Bolivia que, en apenas 6 minutos de juego, ya perdía cuando el genio frotó la lámpara.
- ¿Un duelo con Neymar? -
En el horizonte de Argentina aparece Ecuador el sábado en Goiania.
El último cara a cara entre ambas selecciones fue en octubre de 2020, en el puntapié inicial de la eliminatoria sudamericana para el Mundial de Catar-2022. Un desangelado 1-0 en La Bombonera, que tuvo a Messi como protagonista por el gol de penal a los 13 minutos.
Fueron tres puntos al bolsillo y pare de contar. La Albiceleste exhibió un pobre rendimiento ante una combativa tricolor, viéndose como un equipo predecible en ataque, sin sociedades y dependiente de un Messi que apenas ofreció destellos para marcar la diferencia.
Pero el del sábado tiene otro precio y otro condimento. Argentina llegará impulsada por un Messi en efervescencia, distendido en el campo y cada vez más cerebral para poner a funcionar la maquinaria albiceleste.
De ese Messi magistral tendrá que cuidarse un Ecuador que pasó a los cuartos raspando, como aquel alumno que salva el año el último día. Argentina y el propio Leo lo saben, porque le apuntan a la final soñada contra el Brasil de Neymar.
Y si Messi sigue en este estado de gracia, en modo Barcelona, Argentina no tendrá problemas de llegar a la pelea por el título, y bien valdría la pena que el genio le regalara al Maracaná su camiseta levantada.
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