Debido a su calidad de religiosa y estricta disciplina, Sor Juana Inés de la Cruz también representa para algunas mujeres una anticipación de la emancipación y al tomar la decisión de dedicarse a sus propios objetivos espirituales, recibió la ayuda de la virreina.
Con una vida dedicada al estudio y la poesía, Sor Juana tomó un camino diferente al no querer convertirse en una más de las mujeres de la época.
De acuerdo con Sergio Téllez-Pon, experto en la obra de Sor Juana, la relación entre la monja y la virreina de México María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, Condesa de Paredes fue más allá del incienso palaciego pero solo algunos se han dedicado a reunir o publicar los poemas como testimonios de esta relación, siendo más de 50 escritos los dedicados a María Luisa.
Ejemplo de ellos es el siguiente (Sor Juana se refiere a la virreina como Lisi).
“Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo.”
Puede que la haya amado intensamente pero que mantuvieran una relación casta, platónica e intelectual. Según Téllez-Pon:
“María Luisa era una persona muy importante para ella, fue quien la ayudó a quitarse de encima al odioso padre Núñez de Miranda, quien la estimulaba creativamente, con quien compartía muchas cosas en común. Así que las muestras tiránicas de la virreina la agobiaban mucho. Cualquier señal, gesto tierno o desdén por parte de María Luisa la entusiasmaba o la agobiaba.”
La relación de ambas mujeres incluía todos los tipos de cabizbajos de las relaciones sentimentales: celos, enfados y lágrimas. Pese al dolor, el amor de las dos mujeres fue prolífico y puede inspirar ahora, en una época en que los tabúes caen de forma masiva.
Fuente: mexicodesconocido. com