María Josefa Cresencia Ortiz Téllez Girón, mejor conocida como Josefa Ortiz de Domínguez, “La Corregidora”, ha sido tema polémico de conversación, pues mientras muchos aseguran que el famoso “taconazo” se dio para alertar a Ignacio Allende de que, la conspiración había sido descubierta, otros más audaces mencionan que era porque sus amoríos clandestinos con el apuesto militar habían sido descubiertos, lo cual motivó a su esposo Miguel Domínguez; el cronista Eduardo Rabell Urbiola, en su libro ‘Mitos y realidades del aviso de Josefa Ortiz de Domínguez’, hace una reflexión más apegada a la realidad, donde por la distribución de la casa, se puede desestimar el mito de los taconazos de la corregidora.
¿Pero quién era realmente Josefa?
Josefa nació en la Ciudad de México, fue capitalina al igual que su esposo Miguel Domínguez, a quien conoció en el Colegio de las Vizcaínas, pues Domínguez en aquel entonces era el oficial mayor del gobierno virreinal y cada determinado tiempo visitaba el lugar, según lo refiere el historiador Jorge Flores, el cual lleva 18 años investigando los hechos referentes y quien es el director de la representación de la obra "Los Insurgentes". Fue en una de esas visitas cuando Miguel Domínguez conoció a Josefa, para después desposarla.
Su infancia fue dura y tal vez de ahí comenzó a forjar el carácter para luchar por las causas justas, donde los mestizos como ella, no fueran discriminados. Cabe que destacar que Josefa perdió a su mamá a los 8 años y a su papá a los 10, quedando al cuidado de su media hermana María Sotero, quien la adoptó y tiempo después con los importantes donativos del señor Rafael Eguite, Josefa Ortiz ingresó al Colegio de San Ignacio de Loyola, mejor conocido como el de las Vizcaínas.
Procreó 12 hijos con Miguel Domínguez, dos de los cuales fallecieron antes de cumplir el año de edad, y 6 fueron bautizados en el templo de Santiago Apóstol de Querétaro.
En 1801 El Virrey Félix Berenguer de Marquina nombra a Domínguez, Corregidor de Letras de Querétaro y le ofrece a él y a su familia que ocupen la parte superior de las casas reales. Fue en esa casa como en otras tantas de la ciudad de Santiago de Querétaro en donde se realizó la conspiración de 1810.
Para 1801 Miguel Domínguez fue designado como corregidor a Querétaro y para 1803 ya hacía defensas contra abusos, en 1804 se enfrentó al Real Tribunal de Minería contra la cédula de aplicación de fondos piadosos al de consolidación de vales reales, esto le ocasionó grandes enfrentamientos con autoridades, no así tanto él como su esposa eran queridos por el pueblo y prueba de ello es que, cuando fue encarcelado, la “prole” como eran llamados la clase baja, lo defendieron ante todo y todos. Como consecuencia de ello fue suspendido arbitrariamente de su cargo de 1805 a 1807; más no pudieron cesarlo pues tenía nombramiento real.
Según las memorias de Ignacio Pérez, Josefa fue el alma de la conspiración, fue encerrada en tres ocasiones, dos en la ciudad de México en el convento de Santa Clara en Querétaro, y otro más en Santa Teresa en la Ciudad de México, hasta donde su marido fue a vivir junto con sus hijos para estar cerca de ella, aunque las medidas eran estrictas, pues poco la podía ver y siempre en compañía, pero ella, junto con Miguel Domínguez, que ya para esos momentos tenía una notable deficiencia en su salud, luchó con uñas y dientes para lograr su libertad.
Josefa falleció en el año de 1829, a diferencia de Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos, Galeana, Matamoros entre otros, ella si fue testigo de que la Nueva España cambió de nombre a México y conoció la bandera tricolor.
El gobierno mexicano la nombró héroe nacional en vida, pero antes de morir le pidió a sus hijos que no pidieran favores al gobierno mexicano en su nombre, pues todo lo que hizo lo hizo de corazón y sin esperar ningún premio a cambio.
Josefa Ortiz de Domínguez, es sin lugar a dudas una mujer que marcó toda una época, revolucionaria, a la que se le debe un peso más grande del que en realidad tiene en la historia de México.
