/ viernes 5 de noviembre de 2021

Payaso: histrionismo en constante resistencia

Con casi 50 años de trayectoria el payaso “Fanfarrias” habla sobre su oficio, su trabajo en Querétaro y el panorama para ejercer esta profesión

Arturo Escobar mejor conocido en el mundo artístico como “Fanfarrias” es uno de los payasos más consolidados en Querétaro que ha afianzado una carrera de casi cinco décadas en las que ha pisado múltiples escenarios teatrales, carpas circenses, foros y plazas públicas de toda la República Mexicana, compartiendo con su público no sólo su destreza; sino una misión de vida que es promover la alegría, la consciencia y los valores a través del talento histriónico.

Hoy, en el marco de la conmemoración del Día Internacional del Payaso que rinde homenaje a todos los artistas expertos del humor, Fanfarrias describe un poco de su trayecto y lo que ha representado para él ser parte de una comunidad artística que se encuentra en resistencia, por el hecho de pertenecer a las artes escénicas, pero encontrar en la itinerancia y la independencia un doble reto qué sortear dentro y fuera de los escenarios.

Su carrera artística comenzó en el Teatro Tepeyac, en la Ciudad de México, en donde experimentó las bondades expresivas del arte teatral; y fue en el año de 1968 cuando la vida lo llevó a actuar inesperadamente, al lado de uno de sus colegas, en una carpa de circo para interpretar a un payaso:

“Pensando en lo actoral, llegué a la carpa con ideas desde lo teatral, pero estando ya frente a la vestimenta, el maquillaje, el público esperando por los actos y parado tras bambalinas a punto de salir a escena, sentí una sensación indescriptible que jamás había experimentado, lo teatral nos dio la destreza de improvisar, pero entrar en la piel de un payaso, fue otra cosa (…) Ver reír al público me hizo entender la dimensión del poder de la palabra, de la imaginación y de la magia y ahí descubrí que ese era mi camino”, recuerda el artista, quien con base blanca en el rostro, labios rojos, un cocol verde en el ojo y vestido a cuadros, tuvo su primer encuentro con lo que sería su vocación.

Foto: Cortesía | Sergio Macedo

Fanfarrias fue el nombre que eligió para el personaje que le acompañaría el resto de la vida como identidad artística:

“Poco a poco me fui adentrando a él al mismo tiempo que descubrí que había muchos tipos de payasos, según las categorías o momentos del payaso, según la personalidad, la preparación e incluso el país o el entorno cultural lo cual, también tiene una implicación hasta de estatus social; entonces elegí encontrar el tipo de personalidad con la que empataba y es como adopté, de primera instancia la identidad de un ‘trampa o vagabundo’ por su esencia despreocupada, andariega y libre”, destaca Fanfarrias, quien con su personaje ha participado en carpas como el Circo Mágico Italiano Tihany, Circo Krony, el Circo de Borolas; y en recintos como el Teatro Manolo Fábregas, Teatro Helénico y el Teatro Esperanza Iris.

Su llegada a Querétaro en la década de 1980 marcó una pauta en su carrera al arribar con una propuesta escénica pionera de arte escénico infantil que fue cobijada por don Paco Rabell en su Corral de comedias, iniciando una nueva y reveladora faceta bajo el lenguaje universal de la sonrisa, desde donde ha promovido espectáculos de humor blanco, consciencia ambiental, acción social y valores a través de sus presentaciones hasta la fecha.

Señaló que culturalmente, cuando se habla del “payaso”, se suele hacer una referencia inmediata al personaje cómico con una indumentaria estrafalaria, colorida y singulares maquillajes, combinados con la gracia y humor en su andar; sin embargo, poco se conoce del trabajo a consciencia que hay detrás de un profesional de este arte singular que implica no sólo una preparación artística, escénica y hasta dramatúrgica; sino, una reflexión profunda sobre la trascendencia de llegar a las audiencias a través de una filosofía de libertad, comicidad e ingenio para impactarla de manera positiva.

“Querétaro es una ciudad con mucha tradición en este rubro y a través del payaso, el Estado ha sido punta de lanza porque estamos en una clasificación destacada por la calidad de sus exponentes, y es reconocida por ser una ciudad que ama los payasos; sin embargo, falta que las autoridades y que más público conozca de esto y que sepan que somos un grupo que hemos dado muchas satisfacciones y que seguimos aquí al pie del cañón compartiendo lo que somos y lo que amamos hacer” finalizó.

Foto: Cortesía | Sergio Macedo

Arturo Escobar mejor conocido en el mundo artístico como “Fanfarrias” es uno de los payasos más consolidados en Querétaro que ha afianzado una carrera de casi cinco décadas en las que ha pisado múltiples escenarios teatrales, carpas circenses, foros y plazas públicas de toda la República Mexicana, compartiendo con su público no sólo su destreza; sino una misión de vida que es promover la alegría, la consciencia y los valores a través del talento histriónico.

Hoy, en el marco de la conmemoración del Día Internacional del Payaso que rinde homenaje a todos los artistas expertos del humor, Fanfarrias describe un poco de su trayecto y lo que ha representado para él ser parte de una comunidad artística que se encuentra en resistencia, por el hecho de pertenecer a las artes escénicas, pero encontrar en la itinerancia y la independencia un doble reto qué sortear dentro y fuera de los escenarios.

Su carrera artística comenzó en el Teatro Tepeyac, en la Ciudad de México, en donde experimentó las bondades expresivas del arte teatral; y fue en el año de 1968 cuando la vida lo llevó a actuar inesperadamente, al lado de uno de sus colegas, en una carpa de circo para interpretar a un payaso:

“Pensando en lo actoral, llegué a la carpa con ideas desde lo teatral, pero estando ya frente a la vestimenta, el maquillaje, el público esperando por los actos y parado tras bambalinas a punto de salir a escena, sentí una sensación indescriptible que jamás había experimentado, lo teatral nos dio la destreza de improvisar, pero entrar en la piel de un payaso, fue otra cosa (…) Ver reír al público me hizo entender la dimensión del poder de la palabra, de la imaginación y de la magia y ahí descubrí que ese era mi camino”, recuerda el artista, quien con base blanca en el rostro, labios rojos, un cocol verde en el ojo y vestido a cuadros, tuvo su primer encuentro con lo que sería su vocación.

Foto: Cortesía | Sergio Macedo

Fanfarrias fue el nombre que eligió para el personaje que le acompañaría el resto de la vida como identidad artística:

“Poco a poco me fui adentrando a él al mismo tiempo que descubrí que había muchos tipos de payasos, según las categorías o momentos del payaso, según la personalidad, la preparación e incluso el país o el entorno cultural lo cual, también tiene una implicación hasta de estatus social; entonces elegí encontrar el tipo de personalidad con la que empataba y es como adopté, de primera instancia la identidad de un ‘trampa o vagabundo’ por su esencia despreocupada, andariega y libre”, destaca Fanfarrias, quien con su personaje ha participado en carpas como el Circo Mágico Italiano Tihany, Circo Krony, el Circo de Borolas; y en recintos como el Teatro Manolo Fábregas, Teatro Helénico y el Teatro Esperanza Iris.

Su llegada a Querétaro en la década de 1980 marcó una pauta en su carrera al arribar con una propuesta escénica pionera de arte escénico infantil que fue cobijada por don Paco Rabell en su Corral de comedias, iniciando una nueva y reveladora faceta bajo el lenguaje universal de la sonrisa, desde donde ha promovido espectáculos de humor blanco, consciencia ambiental, acción social y valores a través de sus presentaciones hasta la fecha.

Señaló que culturalmente, cuando se habla del “payaso”, se suele hacer una referencia inmediata al personaje cómico con una indumentaria estrafalaria, colorida y singulares maquillajes, combinados con la gracia y humor en su andar; sin embargo, poco se conoce del trabajo a consciencia que hay detrás de un profesional de este arte singular que implica no sólo una preparación artística, escénica y hasta dramatúrgica; sino, una reflexión profunda sobre la trascendencia de llegar a las audiencias a través de una filosofía de libertad, comicidad e ingenio para impactarla de manera positiva.

“Querétaro es una ciudad con mucha tradición en este rubro y a través del payaso, el Estado ha sido punta de lanza porque estamos en una clasificación destacada por la calidad de sus exponentes, y es reconocida por ser una ciudad que ama los payasos; sin embargo, falta que las autoridades y que más público conozca de esto y que sepan que somos un grupo que hemos dado muchas satisfacciones y que seguimos aquí al pie del cañón compartiendo lo que somos y lo que amamos hacer” finalizó.

Foto: Cortesía | Sergio Macedo

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