El arte textil forma parte importante de la cosmogonía mexicana, a través de esta se han narrado diferentes historias, mitos, leyendas y de alguna manera la representación gráfica de cada comunidad, contando con ella sobre la flora y la fauna de cada región preservando con ello el legado mestizo mexicano.
Actualmente existen cientos de fibras artificiales, de origen plástico, que se hacen de manera industrial y que terminan siendo mucho mas agresivas con el medio ambiente; lo cual hace que sean productos de muy bajo costo y por esta razón la gente ha optado por comprar este tipo de mercancía de coste reducido, pero, con una calidad baja.
El uso de la lana en México data del siglo XVI y se puede considerar uno de los procesos textiles más laboriosos ya que inicia desde la crianza de borregos, hasta el tejido de este. Esto genera que cada pieza elaborada con lana sea única y tenga un alto valor cultural y monetario, sin embargo hoy en día las personas no están dispuestas a pagar el precio total de cada artesanía.
Anteriormente Peña de Bernal era conocido por la elaboración y el trabajo en lana; existían aproximadamente 9 talleres a lo largo del pueblo. Se estilaba que los jóvenes varones entre 12 y 15 años aprendieran sobre este oficio con el patrón de alguno de los talleres. Tristemente hoy por hoy se ha ido desvaneciendo gracias al turismo, un salario poco factible y el interés mínimo de las personas para adquirir artesanías, siendo así “La Aurora” el último taller artesanal de lana en Peña.
En este taller trabajan señores entre los 40 y los 77 años, ellos se podrían considerar la última generación de artesanos en el pueblo que conocen todo el proceso de la lana y lo saben trabajar desde trasquilar a las ovejas.
Ellos mencionan que el hecho de seguir trabajando ahí tiene que ver con la falta de pensión, aburrimiento y necesidad de seguir generando dinero para sí mismos, aluden que sus familias, al ser este un oficio muy mal remunerado, decidieron trabajar en donde existiera mas flujo de dinero y este fuera constante. Al mismo tiempo notan que las nuevas generaciones no están interesadas en la producción de fibras proteicas y artesanías textiles.