/ sábado 7 de septiembre de 2019

La fiesta y la rebelión en el Hay Festival

Los fotoperiodistas Jesús Abad Colorado y Antonio Turok se reunirán hoy a las 16:30 horas, en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad, para hablar sobre su trabajo y compartir sus experiencias en el campo de batalla

Dos miradas estrecharán la distancia entre México y Colombia, para hablar de la fotografía como una herramienta política, que posibilita capturar la realidad y preservarla como testimonio.

Se trata de los fotoperiodistas Jesús Abad Colorado y Antonio Turok, quienes en el marco de la cuarta edición del Hay Festival, se reunirán hoy, a las 16:30 horas, en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad, para hablar sobre su trabajo y compartir sus experiencias en el campo de batalla.

Colorado lleva 25 años retratando el conflicto armado en Colombia, labor que lo hizo merecedor del “Premio Nacional Simón Bolívar”, por apuntar con su lente hacia los derechos humanos.

De la misma forma, Turok es reconocido por ser el primer fotógrafo en documentar el levantamiento zapatista en 1994, así como por registrar diferentes conflictos armados en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México, donde captó el movimiento APPO de Oaxaca, así como la migración mexicana hacia los Estados Unidos.

Como parte de su participación en el Hay Festival, hace unos días el fotoperiodista mexicano inauguró “La fiesta y la rebelión”; una exposición fotográfica que estará vigente hasta el 27 de octubre en el Museo Regional, en la que reúne varias de sus instantáneas más emblemáticas.

“Somos el país más peligroso para ejercer el periodismo

“¿Y tienes fotos de Querétaro en tu archivo?”, le preguntó un periodista a Turok luego de la inauguración de su exposición, quien con una sonrisa desenfada, y en broma, suelta: “No, no, falta que se levanten en armas”.

Con su característico sombrero y luciendo una playera del último tour de los Rolling Stones, el fotoperiodista mexicano recorrió la sala de la muestra, sosteniendo a su paso breves charlas con los asistentes, a quienes compartió algunas de sus anécdotas como fotoperiodista, y varios aspectos sobre su proceso creativo.

¿De dónde viene esa poesía que subyace en tu trabajo?, ¿Cómo es que logras captar la belleza en un espacio de conflicto armado y desazón humana?

“Tuve la suerte de tener un gran maestro, uno de los grandes fotógrafos pioneros; hablo del maestro don Manuel Álvarez Bravo, él nos inculcó cómo jóvenes la importancia de tener una visión universal de la vida. Decía que uno no podía hacer buenas fotografías si no había leído tres libros fundamentales: El Quijote, Ulises de James Joyce y el Por qué, de Maillard: ` si no los leen, mejor ya no regresen a mi estudio´”, recuerda que decía Bravo, asegurando que durante su formación, el fotógrafo los acerco a la plástica también, “nos dio una formación universal, porque no te olvides que en aquel entonces no habían escuelas de fotografía, esto de las las escuelas es algo relativamente nuevo… y después de clase, a la cantina… “, dice tras una carcajada, “pues me preguntan que ¿cómo es que se hacen las buenas fotos?.... a través de la buena charla, también”.

Un autobús en llamas retratado por Turok en 2006, en Oaxaca, destaca entre las demás por su tamaño, conviviendo en el resto de la galería, escenas de enfrentamientos, funerales, ceremonias rituales, manifestaciones, atentados; situaciones que parecen repetirse a lo largo de la historias, con sus debidas variaciones.

Ante esta reflexión, Turok afirma que con el tiempo la violencia ha tomado otra forma, es más densa y atroz, los fotoperiodistas de ahora corren más peligro que antes, sobre todo en países como México; donde, de acuerdo con artículo 19, han sido asesinado más de 130 periodistas, desde el año 2000 hasta la fecha.

“Somos el país más peligroso para ejercer el periodismo, más que Siria, más que los pueblos que han sido declarados en guerra (…) casi podría atreverme a decir que estamos en una guerra civil: llevamos cerca de 300 mil muertos en tan solo 15 años, ¡es una barbaridad de gente!, y cualquiera que se atreva a ir en contra de los que están en el poder o de los que se dedican a solo pensar en la avaricia del dinero, son los que te van a mandar a matar”.

No obstante, el fotoperiodista afirma que pese a este contexto no detiene su labor, pues “hay que luchar por defender ese derecho, porque si nos quedamos callados entonces si no vamos a poder levantarnos y protestar (…) Quiero que vean a través de mí que hay una posibilidad de luchar, y que tiene sentido hacerlo”, de ahí el nombre de su exposición, explica, pues en sus fotos, además de visibilizarse la rebelión, se celebran la libertad y los derechos humanos.

Dos miradas estrecharán la distancia entre México y Colombia, para hablar de la fotografía como una herramienta política, que posibilita capturar la realidad y preservarla como testimonio.

Se trata de los fotoperiodistas Jesús Abad Colorado y Antonio Turok, quienes en el marco de la cuarta edición del Hay Festival, se reunirán hoy, a las 16:30 horas, en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad, para hablar sobre su trabajo y compartir sus experiencias en el campo de batalla.

Colorado lleva 25 años retratando el conflicto armado en Colombia, labor que lo hizo merecedor del “Premio Nacional Simón Bolívar”, por apuntar con su lente hacia los derechos humanos.

De la misma forma, Turok es reconocido por ser el primer fotógrafo en documentar el levantamiento zapatista en 1994, así como por registrar diferentes conflictos armados en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México, donde captó el movimiento APPO de Oaxaca, así como la migración mexicana hacia los Estados Unidos.

Como parte de su participación en el Hay Festival, hace unos días el fotoperiodista mexicano inauguró “La fiesta y la rebelión”; una exposición fotográfica que estará vigente hasta el 27 de octubre en el Museo Regional, en la que reúne varias de sus instantáneas más emblemáticas.

“Somos el país más peligroso para ejercer el periodismo

“¿Y tienes fotos de Querétaro en tu archivo?”, le preguntó un periodista a Turok luego de la inauguración de su exposición, quien con una sonrisa desenfada, y en broma, suelta: “No, no, falta que se levanten en armas”.

Con su característico sombrero y luciendo una playera del último tour de los Rolling Stones, el fotoperiodista mexicano recorrió la sala de la muestra, sosteniendo a su paso breves charlas con los asistentes, a quienes compartió algunas de sus anécdotas como fotoperiodista, y varios aspectos sobre su proceso creativo.

¿De dónde viene esa poesía que subyace en tu trabajo?, ¿Cómo es que logras captar la belleza en un espacio de conflicto armado y desazón humana?

“Tuve la suerte de tener un gran maestro, uno de los grandes fotógrafos pioneros; hablo del maestro don Manuel Álvarez Bravo, él nos inculcó cómo jóvenes la importancia de tener una visión universal de la vida. Decía que uno no podía hacer buenas fotografías si no había leído tres libros fundamentales: El Quijote, Ulises de James Joyce y el Por qué, de Maillard: ` si no los leen, mejor ya no regresen a mi estudio´”, recuerda que decía Bravo, asegurando que durante su formación, el fotógrafo los acerco a la plástica también, “nos dio una formación universal, porque no te olvides que en aquel entonces no habían escuelas de fotografía, esto de las las escuelas es algo relativamente nuevo… y después de clase, a la cantina… “, dice tras una carcajada, “pues me preguntan que ¿cómo es que se hacen las buenas fotos?.... a través de la buena charla, también”.

Un autobús en llamas retratado por Turok en 2006, en Oaxaca, destaca entre las demás por su tamaño, conviviendo en el resto de la galería, escenas de enfrentamientos, funerales, ceremonias rituales, manifestaciones, atentados; situaciones que parecen repetirse a lo largo de la historias, con sus debidas variaciones.

Ante esta reflexión, Turok afirma que con el tiempo la violencia ha tomado otra forma, es más densa y atroz, los fotoperiodistas de ahora corren más peligro que antes, sobre todo en países como México; donde, de acuerdo con artículo 19, han sido asesinado más de 130 periodistas, desde el año 2000 hasta la fecha.

“Somos el país más peligroso para ejercer el periodismo, más que Siria, más que los pueblos que han sido declarados en guerra (…) casi podría atreverme a decir que estamos en una guerra civil: llevamos cerca de 300 mil muertos en tan solo 15 años, ¡es una barbaridad de gente!, y cualquiera que se atreva a ir en contra de los que están en el poder o de los que se dedican a solo pensar en la avaricia del dinero, son los que te van a mandar a matar”.

No obstante, el fotoperiodista afirma que pese a este contexto no detiene su labor, pues “hay que luchar por defender ese derecho, porque si nos quedamos callados entonces si no vamos a poder levantarnos y protestar (…) Quiero que vean a través de mí que hay una posibilidad de luchar, y que tiene sentido hacerlo”, de ahí el nombre de su exposición, explica, pues en sus fotos, además de visibilizarse la rebelión, se celebran la libertad y los derechos humanos.

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