/ jueves 6 de febrero de 2020

Gloria Michaus y su legado cultural

El Pueblo Mágico de Tequisquiapan la recordará por su trascendencia y trabajo

Gloria Michaus Fernández, la mujer que revolucionó el arte y la cultura en Tequisquiapan, murió a los noventa años. Con justicia, el Centro Cultural de la turística población lleva su nombre, aunque hubo un intento por retirarle ese honor e inclusive se trató de imponerle otros nombres, incluido el de Francisco Domínguez Servién, quien en un gesto congruente rechazó la propuesta ante el cabildo tequisquiapense.

La distinguida dama, quien gestionó ante el gobernador Mariano Palacios el terreno donde se construyó el Centro Cultural, fue hija del apreciado queretano don Salvador Michaus Marroquín, dos veces Presidente Municipal de Tequisquiapan y, sobre todo, miembro del grupo de cadetes del Heroico Colegio Militar que escoltó al presidente Francisco I. Madero en la histórica Marcha de la Lealtad, el 9 de febrero de 1913. Por cierto, en dicha ocasión, el queretano fue acompañado por el también cadete José López Portillo y Weber, padre del expresidente de México, José López Portillo y Pacheco que gobernó el país de 1976 a 1982.

Gloria Michaus gestionó ante el gobernador Mariano Palacios el terreno donde se construyó el Centro Cultural. Foto: César Ortiz | El Sol de San Juan del Río

Regresando a la fecunda vida de doña Gloria Michaus, tuve el gusto de conocerla y puedo por lo mismo avalar una trayectoria exitosa de quien nos dejó físicamente el pasado 2 de febrero. Egresada de la UNAM, donde cursó las carreras de Psicología y Periodismo, tuvo sin embargo mayor inclinación por el arte y la cultura, y sobre todo destacó como directora y actriz de teatro. En esta última disciplina sobresalió su participación en la obra “La Malinche y Carlota”, dirigida por el inolvidable Eduardo del Valle y que más de alguna vez se representó en esta capital y especialmente en la famosa Hostería de La Marquesa, de don Luis Sosa García.

Aunque era originaria de Tampico, Tamps. En 1960 se mudó al Pueblo Mágico donde se vinculó con sus habitantes mediante el fomento de las artes escénicas, la música y la pintura.

Su padre, don Chava, como cariñosamente se le conocía, era propietario de la Casa Michaus, posada a la que llegaban con frecuencia personajes de la política nacional. Entre otros, don Jesús Reyes Heroles, el coronel José García Valseca, presidente y director general de la influyente cadena de periódicos del mismo nombre.

Permítanme los lectores de Diario de Querétaro hacer un paréntesis y escribir en primera persona para compartir una de las muchas anécdotas en recuerdo de García Valseca.

Va la anécdota

Recuerdo que en una de las tantas visitas del coronel García Valseca a Tequisquiapan y dado su padecimiento de la presión arterial -¿alta o baja? No lo sé-, el entonces director del Amanecer, el licenciado José Guadalupe Ramírez Álvarez nos comisionaba a Ramón Morales García y a mí, para llevar un costal de limas que había que conseguir previamente creo que en San Luis de la Paz. ¿Tantas? Sí, había que cumplir los deseos del magnate de la organización periodística de la época. De igual manera que nos comisionaba para llevar tantos pares de botas como fuera posible para que se las probaran los hijos del coronel, que iban a montar a caballo en cada visita a Tequisquiapan.

Gloria Michaus Fernández, la mujer que revolucionó el arte y la cultura en Tequisquiapan, murió a los noventa años. Con justicia, el Centro Cultural de la turística población lleva su nombre, aunque hubo un intento por retirarle ese honor e inclusive se trató de imponerle otros nombres, incluido el de Francisco Domínguez Servién, quien en un gesto congruente rechazó la propuesta ante el cabildo tequisquiapense.

La distinguida dama, quien gestionó ante el gobernador Mariano Palacios el terreno donde se construyó el Centro Cultural, fue hija del apreciado queretano don Salvador Michaus Marroquín, dos veces Presidente Municipal de Tequisquiapan y, sobre todo, miembro del grupo de cadetes del Heroico Colegio Militar que escoltó al presidente Francisco I. Madero en la histórica Marcha de la Lealtad, el 9 de febrero de 1913. Por cierto, en dicha ocasión, el queretano fue acompañado por el también cadete José López Portillo y Weber, padre del expresidente de México, José López Portillo y Pacheco que gobernó el país de 1976 a 1982.

Gloria Michaus gestionó ante el gobernador Mariano Palacios el terreno donde se construyó el Centro Cultural. Foto: César Ortiz | El Sol de San Juan del Río

Regresando a la fecunda vida de doña Gloria Michaus, tuve el gusto de conocerla y puedo por lo mismo avalar una trayectoria exitosa de quien nos dejó físicamente el pasado 2 de febrero. Egresada de la UNAM, donde cursó las carreras de Psicología y Periodismo, tuvo sin embargo mayor inclinación por el arte y la cultura, y sobre todo destacó como directora y actriz de teatro. En esta última disciplina sobresalió su participación en la obra “La Malinche y Carlota”, dirigida por el inolvidable Eduardo del Valle y que más de alguna vez se representó en esta capital y especialmente en la famosa Hostería de La Marquesa, de don Luis Sosa García.

Aunque era originaria de Tampico, Tamps. En 1960 se mudó al Pueblo Mágico donde se vinculó con sus habitantes mediante el fomento de las artes escénicas, la música y la pintura.

Su padre, don Chava, como cariñosamente se le conocía, era propietario de la Casa Michaus, posada a la que llegaban con frecuencia personajes de la política nacional. Entre otros, don Jesús Reyes Heroles, el coronel José García Valseca, presidente y director general de la influyente cadena de periódicos del mismo nombre.

Permítanme los lectores de Diario de Querétaro hacer un paréntesis y escribir en primera persona para compartir una de las muchas anécdotas en recuerdo de García Valseca.

Va la anécdota

Recuerdo que en una de las tantas visitas del coronel García Valseca a Tequisquiapan y dado su padecimiento de la presión arterial -¿alta o baja? No lo sé-, el entonces director del Amanecer, el licenciado José Guadalupe Ramírez Álvarez nos comisionaba a Ramón Morales García y a mí, para llevar un costal de limas que había que conseguir previamente creo que en San Luis de la Paz. ¿Tantas? Sí, había que cumplir los deseos del magnate de la organización periodística de la época. De igual manera que nos comisionaba para llevar tantos pares de botas como fuera posible para que se las probaran los hijos del coronel, que iban a montar a caballo en cada visita a Tequisquiapan.

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