Después de varios intentos por establecer un himno, fue hasta 1853, poco después de que México perdió el territorio de Texas y con el propósito de devolver a los mexicanos el amor por la Patria, Santa Anna, quien entonces era presidente de nuestro país, lanzó una convocatoria para crear un Himno Nacional.
Francisco González Bocanegra por la letra y Jaime Nunó por la música, fueron los ganadores del concurso, himno que fue interpretado por primera vez el 15 de septiembre de 1854 en el Teatro Santa Anna, sin embargo, el presidente no acudió, tal vez porque realmente no aprobó al cien por ciento la letra, ya que sí inspiraba a los mexicanos al hablar sobre las victorias, pero también se aludía a Santa Anna de una forma negativa y se enaltecía a Iturbide.
ESTROFA IV (dedicada a Santa Anna)
Del Guerrero inmortal de Zempoala
te defienda la espada terrible,
y sostiene su brazo invencible
tu sagrado pendón tricolor.
Él será el feliz mexicano
en la paz y en la guerra el caudillo,
porque él supo sus armas, de brillo,
circundar en los campos de honor.
ESTROFA VII (dedicada a Iturbide)
Si a la lid contra hueste enemiga
nos convoca la trompa guerrera,
de Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos!, valientes seguid.
Y a los fieros bridones les sirvan
las vencidas hazañas de alfombra;
los laureles del triunfo den sombra
a la frente del bravo Adalid.
En cuanto, Juan Nepomuceno Álvarez llegó al poder, estas estrofas fueron suprimidas, esto porque no se podía permitir que se enalteciera el sistema imperial y de hablara negativamente de Santa Anna.
Fue Porfirio Díaz quien volvió a retomar el himno completo al entonarlo durante las ceremonias oficiales. A partir de ese momento sufrió modificaciones y fue así como se convirtió en uno de nuestros tres símbolos patrios.