Son las 8:30 de la mañana y los primeros músicos comienzan arribar a las instalaciones del Teatro Metropolitano. Con sus instrumentos a cuestas, ingresan de poco en poco al interior de este recinto, donde los saludos y las primeras sonrisas van despejando los últimos rastros de sopor.
Entre los instrumentistas, un violinista masculla con cierto dejo de nostalgia: “Hoy es un día muy triste… “. Y es que aunque pareciera una mañana cualquiera de ensayo ,ese día Ludwig Carrasco orquestaría su último concierto como director titular de la OFEQ.
La noticia se hizo pública en septiembre, cuando Carrasco dio a conocer su renuncia a través de una carta, en la que además de confirmar su salida al término de la tercera temporada de conciertos, señaló como principales motivos el deterioro de las condiciones económicas y laborales de la orquesta.
No obstante a ello, la música continuó su curso los siguientes meses, y ese día los instrumentistas realizaron los mismos rituales de cada presentación; se alistaron con sus mejores trajes de gala y llegaron puntuales a la sala de conciertos para despedir el año y a su cuarto director en 27 años, desde su conformación en 1992.
Ante un teatro abarrotado, Ludwig, levantó por última vez la batuta, guiando a los artistas por los parajes musicales de compositores como Richard Strauss, James Lord, John Francis Wade, y por los arreglos de Duke Ellington a la Suite El Cascanueces de Chaikovski.
Al término, y con gran emotividad, los más de mil espectadores despidieron de pie y con aplausos al ahora director de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes; cuya gestión, desde que asumió el cargo en febrero del 2018, se distinguió por el impulso a la nueva generación de instrumentistas, la inclusión de música de mujeres compositoras en el repertorio, y principalmente, por la recuperación y promoción de la música mexicana en las salas de conciertos.