Para la fotógrafa queretana, Sandra Hernández, esta disciplina le ha brindado la posibilidad de que muchas mujeres reivindiquen su derecho a mirar y caminar libremente por las ciudades. Y es que al igual que otras profesionales de la lente, desde que se adentró en este arte se ha especializado en el género del llamado “street art” –o fotografía de calle–, y recorrido con cámara al hombro grandes me- trópolis en el mundo como Tokio, São Paulo, Montreal, Quebec, Ciudad de México, San Francisco y Lima.
Muestra de ello podrá verse en el Centro Educativo y Cultural “Manuel Gómez Morín” a través de “Flâneuse”, un proyecto documental que la también colaboradora de DIARIO DE QUERÉTARO desarrolló en 2019, luego de ser acreedora al primer Premio Estatal para realizar una Residencia Fotográfica de Investigación Artística en Francia.
La serie sintetiza la curiosidad de Hernández por la ciudad francesa de Saint Quentin, Yvelines; misma que re- corrió durante un mes, inspirada en el concepto “flâneur”, que los intelectuales y escritores franceses utilizaron para referirse al paseante sin rumbo fijo, abierto a la vicisitudes e impresiones que salieran a su paso.
Flâneuse “hace alusión a ese vagabundo del que hablaba Baudelaire y Rousseau, de ese perderse en las calles para ver qué es lo que uno encuentra. Creo que el ejercicio de conocer un lugar y de apropiárselo tiene que ver con el caminar sin rumbo fijo, y esto fue lo que en Saint Quentin, Yvelines hice: recorrer las calles sin rumbo, sin expectativas de nada. No fue un ejercicio fácil porque yo era una extranjera, en el sentido de que no lo conocía, pero en este proceso de ir capturando los momentos de la vida cotidiana me fui metiendo en el lugar”, asegura.
En las fotografías de Sandra, pareciera que los habitantes se van todo el tiempo de Saint Quentin. La ciudad luce vacía, y en la mayoría de las tomas los transeúntes aparecen dando la espalda y a solas, así crucen la calle o aguarden la espera en masa.
“En Francia no podemos mostrar la cara de las personas sin la autorización de la gente, ese es un poco el tema, y como mi labor es más espontánea yo no pedía la foto, no pido que posen, por eso salen generalmente de espaldas (...) eso facilita la auto identificación, uno podría ser cualquiera de ellos (...) Además la gente siempre se está yendo porque to- dos trabajan en París. [Saint Quentin] es una ciudad dormitorio, un poco eso era lo que quería decir en la serie”, asevera.
En cuanto a la impronta nostálgica de sus imágenes, la también arquitecta explica que además de retratar los espacios y su lenguaje arquitectónico, sin buscarlo logró captar la individualidad cotidiana de los franceses “son pocas las fotos donde sale una persona (...) Incluso hubo un señor que, en la inauguración de esta misma muestra, pero en Francia, se acercó y me dijo que se sentía ofendido porque yo es- taba presentando una sociedad muy sola: ‘en un mes es imposible llegar a una capa más profunda, eso fue lo que vi’, contesté”.
Fiel a su labor, la autora afirma que su trabajo es un tributo a la vida cotidiana, “porque pensamos que las cosas maravillosas siempre están afuera o suceden solo cuando estamos de viaje o en algún momento especial; pero por experiencia, yo pienso que las cosas maravillosas están en el día a día, solo hay que estar atentos, observando”.