Ubicado en Santa Matilde, el viñedo familiar resurgió gracias a la idea de Ana María Rosales Moreno por volver a esta actividad que sus ancestros realizaron desde hace más de 80 años, de la que ella se dice apasionada, y que ha logrado impulsar con el apoyo de su familia, y desde hace un año, con Eric R. Mercier ex diplomático de Quebec, Canadá, exaltando el respeto a la cultura mexicana, y con intención de proyectarlo a nivel internacional.
Han logrado un proyecto integral en el que siembran y cosechan el fruto de la vid para la elaboración de vino tinto con su propia marca que producen de manera artesanal en la finca ecológica donde preparan sus propios insecticidas y fertilizantes para el control de las plagas.
En ese bello entorno que estimula los sentidos, Ana María dirigió un recorrido detallando el proyecto que con orgullo dice, refleja su pasión por la vitivinicultura que ha heredado desde su abuelo y que continuó su padre don Augusto Rosales, quien sigue apoyándola con más proyectos a impulsar, promoviendo también el espacio para eventos de tipo social, entre otras actividades encaminadas al turismo enológico.