Valeria Ríos Garduño comenzó a hacer buñuelos desde chiquita. En la tradicional posada navideña de la calle Matamoros, donde hasta la fecha vive su padre Gustavo Ríos, se acostumbraba a regalar ponche y buñuelos a los vecinos y visitantes.
De ahí se aprendió la receta, mientras ayudaba a su mamá y a sus nanas en los preparativos de la posada. Años más tarde, mientras ideaba como salir adelante con su negocio de las congeladas en los meses de invierno (cuando la venta baja considerablemente), decidió llevar a cabo la venta de los buñuelos, primero entre sus vecinos, luego entre diferentes clientes y ahí nació “Buñuelito”.
“El buñuelo se puede usar en cualquier época del año y para cualquier evento, es un postre mexicano, es un postre rico y que es representativo de nuestra cultura” afirma Valeria al recordar la importancia de este manjar.
Negocio familiar
El negocio comenzó hace un año en época navideña. Después se expandieron a otras celebraciones: quince años, bautizos, primeras comuniones o incluso festejos como la noche mexicana o el día de muertos.
Los buñuelos que Valeria produce pueden ser tradicionales o decorados, que están cubiertos de chocolate amargo o chocolate blanco, o pueden ser entintados de color rojo, verde, azul y amarillo y llevar topping de nuez, coco o granillo de chocolate: “la figura que más se vende es el pino, pero también tenemos a Santa Claus, muñecos de nieve, estrellas, ángeles y piñatas”.
Por la cantidad de pedidos, la familia de Valeria se tuvo que involucrar. En una semana de intenso trabajo como las fiestas decembrinas, Valeria llega a producir 5 mil buñuelos: “me ayudan mi esposo Israel Amezquita y mis hijos María José, Israel y Lupita. Este es un negocio familiar, todos apoyamos y ayudamos”.
De acuerdo con Valeria hacer buñuelos es laborioso y tardado, se tiene que prestar mucha atención y no se pueden hacer otras cosas mientras se producen: “los buñuelos son algo original y económico, es una receta muy rica pues usamos materia prima de primera como el huevo orgánico. Probándolos se van a volver adictos”.
El lugar de producción es su cocina y en un día normal de producción comienza a las 9 de la mañana y termina a las 8 de la noche: “no me consideró una empresaria, porque no empleo a otras personas más que a mi familia. Este es un negocio familiar, creo que como mujeres tenemos que salir a ayudar al esposo, ya está caro todo y las necesidades de los hijos crecen, por eso tenemos que apoyar”.