Los primeros viajeros internacionales exentos de cuarentena aterrizaron este jueves en la isla turística de Phuket, en el sur de Tailandia, un país que intenta resucitar una industria turística exangüe desde el cierre de las fronteras en marzo de 2020.
El turismo representa casi un quinto de la economía del reino y antes de la crisis unos 40 millones de viajeros viajaban cada año a Tailandia.
Las restricciones impuestas por la pandemia de covid-19 hicieron que Tailandia registrara en 2020 sus peores resultados económicos desde la crisis asiática de 1997.
Hay muchas esperanzas depositadas en lo que el gobierno ha denominado el "arenero de Phuket", un modelo que permite a los viajeros completamente vacunados evitar la cuarentena.
Unos 250 pasajeros llegan este jueves en cuatro vuelos, en el primer día de la reapertura, para disfrutar de las famosas playas de arena de Phuket, casi desiertas desde hace más de un año.
El primer avión aterrizó pasadas las 11H00 (04H00 GMT) en el aeropuerto de Phuket, procedente de Abu Dabi.
En él viajaba Omar Al Raessi, de 37 años, natural de Emiratos Árabes Unidos, que ha estado ya unas 15 veces en la isla y llegó para pasar ocho días de vacaciones.
"Después de dos años sin viajar elegí Phuket para cambiar de aires", dijo a la AFP.
Otro turista, de nacionalidad británica, declaró que se quedará un mes y que esperaba con impaciencia ver de nuevo a sus allegados, que viven en Phuket.
"Mis hijos viven aquí y voy a poder verlos", dijo, con alegría a la AFP.
Tailandia intenta contener una tercera ola de coronavirus, la peor hasta ahora, imponiendo restricciones en la capital, Bangkok, y las afueras, donde se han propagado las variantes Alfa y Delta.
Pero Phuket se mantiene relativamente a salvo porque las autoridades tailandesas han lanzado una campaña de vacunación masiva para prepararse y el 70% de los habitantes han recibido al menos una dosis.
Reapertura antes de octubre
Un centro monitorea los movimientos de los visitantes extranjeros a través de una aplicación móvil que los turistas deben instalar a su llegada, a fin de prevenir cualquier brote.
Las autoridades pusieron condiciones estrictas a aquellos que elijan Phuket para sus vacaciones. Además de estar vacunados, solo pueden acceder los viajeros de 66 países considerados de riesgo bajo o medio.
Tendrán que pasar 14 días en la isla antes de poder viajar a otro lugar de Tailandia y se someterán a tres pruebas de PCR durante ese tiempo, lo que a una familia le supondrá un coste de cientos de dólares.
"Es demasiado pesado", estima Kongsak Khoopongsakorn, presidente de la sección sur de la asociación de hoteles de Tailandia.
Él espera que algunas de las restricciones se levanten para el 1 de octubre, cuando comienza la temporada turística en Tailandia.
Si no es el caso "corremos el riesgo de perder otra temporada (...). Podría ser desastroso y condenar a muchos establecimientos a no volver a abrir nunca sus puertas", lamenta.
Kongsak añade que las autoridades han reducido sus previsiones de entrada de los "areneros", que era de 129.000 visitantes en el tercer trimestre, para bajar a 100.000.
Después de Phuket, donde prácticamente el 90% de los hoteles habían cerrado, la isla de Koh Samui reabrirá en julio y el resto del país de aquí a octubre.
Un pequeño número de visitantes ya constituye un balón de oxígeno para vendedores desesperados como Thewan Phromyang, que alquila tumbonas en la famosa playa de Patong de Phuket.
"Prácticamente no tengo ingresos. Solo nos alcanza para comer", declaró a la AFP este hombre de 49 años.
Otro importante lugar turístico de la región, Bali, consideró reabrir en julio, pero las autoridades indonesias parecen haber dado marcha atrás porque los casos de covid-19 alcanzan niveles récord en este país del sudeste asiático.