Antonia Trejo de Ronquillo y su hija Silvia esperan en la puerta de su casa en la calle de Cuauhtémoc la llegada de los visitantes a las posadas. Son una familia tradicional que durante más de 20 años recibió el misterio en su casa. En esa época a la gente se le regalaba ponche y tamales, y aguinaldo a los niños.
Ahora la casa que recibe al misterio se sortea, pero la familia Ronquillo continúa con la tradición de regalar a los que visitan la calle, ponche y buñuelos.
"Aquí, en mi casa, preparamos 100 litros de ponche y 200 buñuelos que regalamos a las personas que vienen. Es una tradición muy bonita, pero que se está perdiendo, pues ya solo la tienen las personas que esperan la llegada de Jesús", menciona Antonia Trejo.
Los hijos de Antonia, Alejandro, Silvia, Carmela, Martha, Lola, Toña, María Elena y José Antonio, son quienes junto con su nuera Patricia, preparan todo para la llegada de los visitantes.
"Si no estás unido con la familia, los lazos se van rompiendo, y con ello se pierde la tradición. Lo importante es continuar, bajo la premisa de que nos une el amor a Dios", expresa Silvia Ronquillo.
NUEVOS ADEPTOS A LA TRADICIÓN
Michel Sánchez tiene viviendo 7 años en San Juan del Río. Al llegar a la calle de Cuauhtémoc se dio cuenta de que la tradición de las posadas en el centro de la ciudad, es muy arraigada y decidió sumarse.
"Venimos de la Ciudad de México, pero allá no es tan tradicional. Se nos hace muy bonito. Ahora que vivimos aquí hemos aprendido la importancia de compartir. Los vecinos nos organizamos para ver qué le daremos a los visitantes".
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La familia de Michel, vecinos y amigos cercanos, se reúnen en su casa para hacer ponche y hojaldres de mole rojo y mole verde. Para Michel es importante transmitir esta tradición a sus hijos.
"Hay que aprovechar estos momentos para compartir y estar juntos".