El 20 de noviembre es declarado por la ONU como el día mundial de las infancias. En este día nosotros, como sociedad, recordamos el deber que tenemos al criar a nuestras infancias de la mejor forma posible, considerando siempre su buen desarrollo y bienestar. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo tomando en cuenta de dónde venimos y, dependiendo del país del que uno provenga, esto puede significar ciertos problemas.
Por ejemplo, en Países Bajos, el país de donde vengo, tenemos una tradición llamada Sinterklaas, o San Nicolás – una festividad para niños pequeños. En resumen, el buen santo, un hombre blanco con un gran caballo, viene a dar regalos y felicidad a los niños. Este personaje viene acompañado de ayudantes, los “Black Pete’s”, quienes tradicionalmente son hombres blancos maquillándose como hombres negros. Recientemente esta tradición ha sido causa de protestas y disturbios por neerlandeses afrodescendientes, reclamando que el evento tiene orígenes racistas. La cuestión en los Países Bajos es si ahora debemos proteger nuestras infancias de este evento “racista”, y varios cambios han sido implementados, los cuales hasta ahora han sido motivo de debate por parte de personas blancas y personas afrodescendientes.
Aunque entiendo y empatizo con la problemática en cuestión, aún recuerdo vividamente esta tradición cuando estaba pequeño. Era uno de mis momentos favoritos del año y nunca lo pensé como un espacio que aludiera al racismo. Personalmente considero que no hay niño cuya perspectiva empiece racista – para mal, eso es algo que se aprende más adelante. En mi opinión, espero que podamos proteger a las infancias, y los dejemos ser quienes son, sin que los problemas “reales” que enfrentamos en nuestro día a día como adultos los corrompa. Las infancias deberían seguir con su inocencia y disfrutando de esos espacios mágicos que solemos perder en el momento en que nos convertimos adultos. A veces desearía volver a ser un niño.
*Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, campus Querétaro