Esta fecha representa para nosotros sanjuanenses el más importante acontecimiento al haber sido la elegida para fundar nuestro querido terruño, San Juan del Río, y en esta ocasión hacemos referencia a esta tierra de palomas a través de extractos del poema ganador de los XLVIII Juegos Florales Nacionales en categoría “Elogio a San Juan”, obra de Gerardo de Jesús Monroy López que intituló “Acta de Fundación”.
“… Tú que puedes andar, no camines sin ver, camina, tú que puedes ver. Abre tus ojos, ojo; abre tus pasos, paso; abre los horizontes, corazón, abre los cielos. Llueve. Como amantes en la cúspide, llueve. Decreta un sol y un río. Cava en el campo espero lechos para los lagos. Inúndales. Que no falten montañas. Erige una ciudad junto a ese río, porque lo que es mirado es nuevamente creado: En el solsticio estival del Bautista, cumplidas las dos justas de la tarde del martes veinticuatro del mes de junio del año mil quinientos treinta y uno; hoy, día o noche del siglo veintiuno en que volví a nacer porque he mirado, enero, martes, miércoles, diciembre, a la hora en que leas mi poema; en el nombre de Dios, Nuestro Señor, Creador del cielo del agua y la tierra, quedas, San Juan del Río, fundada para siempre.
Así nació San Juan, en tu mirada. Camina hasta cansarte. Que tu pie pertenezca al suelo de tus pasos. Ve y pasa. Pero quédate. El adoquín reserva un hueco entre tus cuadros cuyo contorno calza únicamente tu huella.
Porque estas calles hay que caminarlas. Hay que asolearse al sol de la provincia. Comienza donde quieras o no quieras, donde el azar te plante y te decida. Habrá un encino y una bugambilia, una ventana detrás de unas rejas, una canción con dedos de guitarra; la reconocerás; habrá una grieta en la descalza cal de cierta esquina y en el cielo el tañido de una iglesia y en las losetas solares tu sombra y en tu destino una calle de flores…
…Ángel severo, un águila de bronce, alta desde su nido en la cantera, guarda el espacio aéreo de la plaza y el terrestre confín de sus banquetas. Recolecta turistas un tranvía, como en el cada día más lejano día del siglo veinte, cuando eléctrico, políglota, el suceso tecnológico –radiofonías, fábricas, telégrafos- reverberaba en poemas esdrújulos.
A cien años de cables y tranvías, la señal de internet, su beso endémico al vecindario global, se dilata en mayúsculos círculos concéntricos. Pero que no te distraiga tu teléfono si no es para tomarte un par de selfis con un jardín y un monumento al fondo. Guarda la imagen. Sigue caminando.
… Sin embargo en la bulliciosa atmósfera de cualquier plaza mexicana, hay algo que se queda y que ya no se escabulle; algo como de estampa detenida en el tiempo, fija mirada de ave, espejo más del alma que del cuerpo, y que le otorga semblante de plaza a este perfil cambiante de automóviles, niños corriendo, risas, mercachifles, demoliciones, inauguraciones; un “aquí estoy” detrás de los sucesos, más antiguo y más duradero que ellos. …
Llegas temprano al Puente de la Historia (la historia todavía no está escrita). Sólidas piernas de trescientos años han visto pasar oro, plata, gentes, revoluciones: nada las derrumba y nos verán pasar a ti y a mí.
El río San Juan riega el parque inmenso, boscoso de pirules, sauces, cedros; lega estanques, lagunas; y los patos, gansos y cisnes no te tienen miedo. Dan ganas de quedarse para siempre. La tierra nunca perdió su inocencia. Un momento, aquí, vale cuanto tu vida entera, porque es hermosa San Juan del Río Querétaro…
… No seas de corazón duro, ríndete y acata la hermosura, corazón. Que el viaje por los años de la vida valga la pena y valga más el goce. Que el viaje por México reconcilie a tu pie con el suelo y con la llaga, con el espacio en que te desenvuelves, donde te enamoraste hasta perder la juventud, pero de eso se trata la juventud y el amor para todos. Y que en los labios beses a la vida y perdones a Dios. No está muerta la vida, está viviendo, en la lluvia y el río está viviendo…