Se supone que son pesadillas –dice María Pérez Aparicio- al explicarnos la leyenda de estas ilusorias creaciones; “son animales fantásticos de nuestra imaginación que no vemos en vivo pero que los podemos plasmar a través de los alebrijes y darles color para hacerlos fantásticos”.
En el Estado de México existió un señor llamado Pedro Linares, “estuvo muy enfermo y en su delirio empezó a soñar que estaba en un cerro y a lo lejos escuchó: ¡alebrijes! ¡alebrijes!, se acercó y se sorprendió mucho porque eran monstruos, animales de dos cabezas, animales combinados…
Él era piñatero-cartonero, y cuando despertó de su sueño, empieza a hacer alebrijes, a acomodar en sus piñatas figuras mitad cuerpo… poco a poco fue metiendo color para hacerlos fantásticos. Originalmente se hacen de cartón y papel. Oaxaca los adoptó pero los hacen de madera”, citó nuestra entrevistada, quien desde hace 18 años imparte el taller de alebrijes en el Centro Cultural de Tequisquiapan.