Soraya Abdala Mares y Daniel Garduño Becerril tienen 56 años de matrimonio. Juntos han formado una de las parejas más sólidas de San Juan del Río.
Se conocieron en Estación Manuel, un lugar ubicado en el estado de Tamaulipas. Daniel legó a trabajar ahí a los 23 años, y mientras su mejor amigo le enseñaba el pueblo, vio a Soraya en una tienda de abarrotes que ella atendía y se enamoró.
“Todos los días iba a la tienda a comprar un botecito de leche evaporada y era mi pretexto para volver a verla. Me mandaban al hermano chiquito, quien iba a cuidarla, mientras platicábamos. Al pobre no lo dejábamos jugar, por estar ahí” explicó Don Daniel.
En ese entonces Soraya tenía 15 años, y recuerda que el flechazo fue inmediato “me gusto la formalidad que tenía en todo. Era muy serio y respetuoso, no había peros que ponerle”.
Al darse cuenta sus papás del asunto, Daniel tuvo que pedir permiso para verla, porque ya no la dejaban salir, debido a que era la más chica de sus hermanas.
Duraron 4 años de novios, hasta que él organizó la pedida de mano, que fue muy emotiva. Parte de su familia, que en ese entonces vivían en el Estado de México, viajo a Tamaulipas para el evento, y formalizaron casarse un 14 de junio de 1967.
Se casaron en Tamaulipas y se fueron a vivir a Ixtlahuaca, en el estado de México, por 30 años. Después, la empresa PPG, que era donde trabajaba Daniel, le ofreció venirse a vivir a San Juan del Río y aquí se quedaron desde entonces.
“Nos gustó el clima, y todo el pueblo, era muy progresista y con mucha cultura, y había más tranquilidad que en otros lados. Estamos felices de vivir aquí”.
LOS NIETOS SON UNA SATISFACCIÓN
Soraya y Daniel tuvieron 2 hijos, Soraya y Arturo Garduño Abdala. Y tienen actualmente tres nietos, de 16, 14 y 15 años. Para ellos, el ser abuelos es una satisfacción que diosito te permite vivir y por la que están agradecidos.
“Estamos muy contentos con la familia que tenemos. Cuando tratas de educar a tus hijos, lo haces a tu manera, a tus costumbres y a los valores y la educación que tú recibiste desde chico, y ahora a ellos les toca educar a los suyos. Son épocas diferentes y cada quien se tiene que adaptarse. Disfrutamos tener a nuestros nietos” comenta Daniel.
Para Soraya, es una bendición tener hijos y una doble bendición tener nietos, aunque desgraciadamente tienen poquitos “los nietos se hicieron para consentirlos y apapacharlos, y los hijos para educarlos. Es una alegría muy bonita poder convivir con ellos. A mis nietos me gustaría decirles que sigan por el camino recto, que sean educados y agradecidos con Dios”.
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Don Daniel aprecia mucho a la familia, le gusta pensar que en el futuro sus nietos serán personas de bien “yo les diría que no pierdan el piso, que sean mansos y humildes de corazón. Me gustaría que mis nietos recuerden todo lo positivo que les hemos dado. Que guarden de sus abuelos los momentos buenos”.