María Elvira Galván Jiménez se ríe y confiesa que no se acuerda como conoció a su esposo Miguel Ángel Espinoza Rodríguez. Miguel explica que la conoció en la Academia San Juan Bosco del Padre Leal: “era una academia comercial para carrera corta. Ella tenía como 15 años y yo 21. En un receso hicimos amistad y 4 meses después nos hicimos novios”.
Miguel Ángel era originario de Acámbaro, Guanajuato y llegó a San Juan del Río en 1965, cuando tenía 9 años: “San Juan era muy pequeño, la central camionera estaba en la Avenida Juárez. Nos venimos a San Juan por el trabajo de mi papá en Teléfonos de México”.
Elvira confiesa: “él era muy perico y labioso, yo digo que me envolvió”. A él le gusto su sencillez: “y pues hubo atracción en torno a lo espiritual y lo físico, aunque en ese momento era una asaltacunas”.
Tres años después se casaron. La boda fue el 26 de septiembre de 1981 en la Parroquia de San Juan Bautista y la fiesta en el salón del balneario Santa Mónica. Durante mucho tiempo vivieron en la calle de mina número 16 en donde tuvieron tres hijos: Martha, Miguel y Ema.
Tiempo después compraron un terreno en Jardines de San Juan, en donde han vivido hasta entonces. En un inicio Elvira no quería moverse: “yo siempre había vivido en el centro y no quería irme lejos”.
Sobre el secreto de su relación Miguel confiesa: “procuramos siempre compaginar para las decisiones, y creo que tenemos un buen ejemplo, pues tanto en la familia de ella como en la mía, no ha habido separaciones ni divorcios”.
Para Elvira todo se basa en el respeto y la comprensión: “si no hay apoyo mutuo esto no funciona, en las buenas y en las malas. Yo me casé para hacer feliz a la persona que este conmigo y procurar hacerlo siempre. Se debe de luchar por lo que uno ya tiene”.