Este fin de semana, el padre Umberto Mauro Marsich cumplió 50 años de ordenación sacerdotal y celebró junto con amigos, ex alumnos y familias devotas en una misa donde la alegría que siempre lo ha caracterizado, se hizo presente al hacer una remembranza de su vida.
Nació en la ciudad de Koper (exYugoslavia) en 1944. Sin permiso de sus papás, se metió al seminario siendo aún menor de edad, pues cerca de su pueblo existía el noviciado de los xaverianos: “era absurdo que Dios me eligiera a mí, era absurdo porque yo no venía de una familia practicante ni religiosa”.
Cursó sus primeros años en el seminario de su diócesis italiana de adopción: Ceseña y fue ordenado sacerdote en la ciudad de Parma en el año 1971. Se licenció en Teología Dogmática y se doctoró en Teología Moral en la Pontificia Universidad Angelicum de Roma.
Después de un breve periodo de la pastoral juvenil en Italia lo destinaron a México: “un vuelo desastroso, pero llegamos vivos, e iniciamos nuestra vida en esta tierra bendita que es la tierra mexicana”.
Tres actividades han definido la vida del padre Umberto, su etapa misionera, en tierra huasteca, la misión que se conoce como Santa Cruz, en Huejutla, Hidalgo. Ahí trabajo evangelizando: “nadie me entendía porque nadie hablaba el castellano, y tuve que aprender otro idioma, el náhuatl, el idioma clásico de los mexicanos”.
La segunda actividad: el deseo de profundizar sobre la teología, que le dio la oportunidad de ser docente, escritor y conferencista. La tercera etapa, la dedicó en favor de los matrimonios y de las familias con los encuentros conyugales.
En la misa de este domingo, al terminar su mensaje tras el evangelio dijo: “Dios nos cambia la vida, si lo encuentras, no lo olvides, Dios nos cambia la vida si lo encontramos de corazón a corazón”.
Al finalizar la misa hubo mariachi y un convivio con los fieles presentes entre los que se encontraban algunos de sus alumnos del Colegio Centro Unión, en donde fue Director por 9 años.