Tiene sus inicios en las haciendas y rancherías, en las faenas del campo en las que los trabajadores protagonistas dieron origen al charro y a la charrería, en la época de la colonia; “en las primeras décadas del siglo XX tuvieron lugar los rodeos conocidos entonces como jaripeos donde participaban expertos en las lides de lazar, colear y jinetear el ganado. En la historia de México el hombre de a caballo jugó un papel de vital importancia tanto en las luchas como en el mantenimiento de la paz y gracias a sus hazañas los charros consolidaron su figura. (Revista México Mágico)
“La charrería es una de nuestras herencias, sincrética y común a todos, que en el transcurso del tiempo ha sabido convertirse en arte, deporte y profesión. Es patrimonio cultural nuestro y, esencialmente una de las formas que nos otorga sentido de pertenencia a la nación”, escribe el Lic. Bernardo de la Garza Herrera, en la página oficial de la Federación Mexicana de Charrería.
Inscrito en la lista de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial, y desde los años 30 del siglo pasado considerado como deporte nacional por excelencia, la charrería se ha ido transformando, “sin duda se ha profesionalizado”, comenta Diego Olguín Mondragón quien con apenas 16 años de vida, lleva una importante trayectoria en equipos charros y como charro completo, argumenta que además de ser una cultura y una tradición, la charrería es un deporte que merece ser remunerado, que incentive a los hombres de a caballo como a cualquier deportista que dedica gran parte de su tiempo a entrenamientos y a prepararse para las competencias.
Y como tales, conseguir estar en los primeros lugares de torneos magnos como el “Torneo Millonario” de Hacienda Vieja, el del “Millón” de Rancho el Pitayo, por mencionar algunos –comenta- esto requiere de charros capaces y bien preparados que dediquen su tiempo para darlo todo por el equipo.
La charrería ya no solo se practica por gusto, es un negocio formalizado –menciona- en el que cada vez hay más charros entregados, profesionales, y a la vez, “los patrones” buscan tener mejores equipos, mejores caballos, invirtiendo también en coaches, psicólogos que les apoyen “para controlar los nervios y situaciones que se presentan en las competencias.
Así, de las faenas en las haciendas y rancherías, la charrería como deporte actualmente se practica de forma más profesional, en la que la mayoría de los nuevos protagonistas, los charros de las nuevas generaciones buscan colocarse en equipos de renombre donde sean remunerados y hacer de ésta forma de vida, también un sustento, sin dejar a un lado su esencia, la tradición mexicana.