Por Lirio Patiño*
Tú y yo gestamos a nuestros hijos durante 9 meses. Tú y yo celebramos cada 10 de mayo nuestra maternidad. Tú y yo estuvimos en sus primeros pasos y balbuceos.
Todo parecía normal, tú y yo disfrutamos esa etapa tierna y deslumbrante de nuestros bebés, hasta que un día, en mi maternidad algo parecía detenerse, algo no parecía normal, algo me decía que el desarrollo de mi hijo parecía congelarse; mi hijo dejó de saludar, mi hijo no aplaudía, no sonreía, parecía no escucharme una y otra vez que yo gritaba su nombre, me ignoraba cuando su mirada veía a otra parte.
En ese momento yo me detuve, solo te veía a ti, avanzar, avanzar y avanzar.
Ahí mi maternidad tomó otro rumbo, yo me fui por otro camino, en medio del abismo y de la incertidumbre, ahí percibí que mi hijo no encajaba dentro de los parámetros normales de desarrollo natural.
Pedí ayuda en varias puertas, pedí respuestas entre tantas preguntas y allí en ese consultorio me dijeron que esto tenía un nombre: se llamaba Autismo.
Fueron sentimientos acumulados, emociones no definidas, subidas y bajadas, yo me quede ahí y a ti te vi avanzar con tu hijo.
Mi maternidad cambió, me tuve que informar, preparar y lo más estremecedor, tuve que renunciar a mi hijo, ese hijo que soñaba y esperaba.
En ese documento con anotaciones raras, llenas de cifras y referencias, palabras técnicas y desconocidas me presentaron a este hijo, desde ese día mi vida cambió, tenía que convertirme en otra mamá.
Día con día yo me encargo de preparar a mi hijo a nuevas posibilidades, diciéndole que él tiene que prepararse para el mundo que está, que las cosas se le complicarían en algún punto y que los logros que obtuviera deberían de estar cargados de doble esfuerzo que el resto.
Yo me encargo de eso, pero a ti te pido, por el mismo instinto maternal, por el mismo lenguaje de amor que tenemos sobre nuestros hijos que me ayudes a transmitirle al tuyo sobre las Neurodivergencias y distintas discapacidades que enfrentan otros niños, platicarles de la empatía como virtud, háblale del compañerismo como acción de gratitud, demuéstrales que la paciencia y tolerancia son herramientas de cada ser humano, háblales del amor, recuerda que la unión hace la fuerza, vamos a preparar una generación consciente y amorosa.
Hagamos un pacto, de maternidad a maternidad, nos cuidaremos como tribu, con hermandad y corazón.
El espectro es un Neurotipo, quiere decir que es una mente que piensa y actúa diferente. No tiene un rasgo físico que tú puedas identificar de primer momento, pero si lo observaras en el actuar de mi hijo, en sus ruiditos, en su aleteo, en su dispersión, en su comunicación, en su miradita, además de sus crisis que pueden derivarse a causa de una sobrecarga sensorial en la calle, implica ruido, el clima, el ambiente distintos estímulos, tal vez te asustes si mi hijo llora y grita sin control; esas serán las señales que tu podrás observar, ayúdame a cuidarlo, a cuidarme.
Esos son los momentos que deseo que transmitas a tu hijo, desde la empatía y el cuidado que podemos tener a un sobrino, un hijo de una amiga, a cualquier niño, te pido protejas al mío de las miradas invasivas que tenga a su alrededor, te pido que me alejes de aquellos prejuicios que se desatan entre el desborde emocional de mi pequeño, a veces la gente solo habla por hablar, sin informarse, son esos momentos faltos de empatía.
Querida mamá, tu maternidad Neurotípica puede ser un arrullo para la mía, recuerda que los niños dicen lo que ven y escuchan en casa, por eso te pido hagamos un pacto, cuidarnos entre nosotros, solo nosotras entendemos el gran amor que se da por un hijo.
Recibe un fuerte abrazo desde el fondo de mi corazón.
*Mamá de Diego, autista. Integrante del colectivo de familias unidas por el autismo Querétaro.