/ sábado 31 de agosto de 2024

Lo que no nos define / Hacia una nueva arquitectura


Este viernes, Praga se erigió como el epicentro de un debate por demás relevante para el futuro de Europa y el mundo. La conferencia internacional de seguridad Globsec Forum reunió a líderes políticos de más de 70 países, en un contexto marcado tanto por los procesos electorales como por las amenazas geopolíticas más apremiantes de nuestro tiempo.

Entre los temas abordados, la guerra en Ucrania, las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial, destacaron como ejes centrales, pero la intervención de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, abrió un nuevo capítulo en la reflexión sobre el papel de Europa en el escenario global.

Von der Leyen, con su acostumbrada firmeza, subrayó la necesidad de repensar la Unión Europea no sólo como un proyecto económico, sino como un baluarte de seguridad; reconociendo la insuficiencia de los esfuerzos comunitarios para fortalecer la capacidad de defensa en un continente que enfrenta, con más urgencia que nunca, la amenaza rusa.

Esta declaración trascendió la mera retórica, ya que fue un llamado urgente a la reconstrucción de un continente capaz de garantizar su propia defensa, sin depender exclusivamente de la protección de la OTAN. Aunque la alianza atlántica sigue siendo el pilar fundamental de la seguridad europea, la realidad actual demanda un esfuerzo más sólido y autónomo por parte de Europa.

Lo anterior, toda vez que durante décadas, el continente ha operado bajo la ilusión de que la interdependencia económica, simbolizada por sus vínculos energéticos con Rusia, aseguraba la estabilidad. Sin embargo, como subrayó Von der Leyen, esa interdependencia no ha sido más que una fuente de vulnerabilidad, explotada por un Kremlin que ha sabido utilizar el gas como arma de chantaje.

En este contexto, la propuesta de designar un comisario específico para la Defensa en la próxima Comisión Europea adquiere una importancia crucial. Esta medida refleja la creciente necesidad de una revisión profunda y sistemática de las capacidades defensivas de la Unión Europea. No se trata sólo de un asunto de orgullo continental, sino de una necesidad imperiosa ante las amenazas geopolíticas que acechan al continente.

Este enfoque, que podría parecer una ruptura con el pasado, es en realidad una adaptación imprescindible. La reciente escalada del conflicto en Oriente Próximo, la inestabilidad en el sudeste asiático, y, sobre todo, la guerra en Ucrania, han dejado claro que Europa no puede permitirse el lujo de confiar ciegamente en la protección de otras potencias.

Sin embargo, esta tarea no será sencilla. Europa debe desarrollar una capacidad de producción armamentística a escala continental, no sólo para responder a las amenazas inmediatas, sino para garantizar su seguridad a largo plazo. Los 300,000 millones de euros destinados a este fin en 2024 son un indicio de que Europa ha comenzado a asumir con seriedad su responsabilidad.

¿O será la arquitectura lo que no nos define?




Este viernes, Praga se erigió como el epicentro de un debate por demás relevante para el futuro de Europa y el mundo. La conferencia internacional de seguridad Globsec Forum reunió a líderes políticos de más de 70 países, en un contexto marcado tanto por los procesos electorales como por las amenazas geopolíticas más apremiantes de nuestro tiempo.

Entre los temas abordados, la guerra en Ucrania, las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial, destacaron como ejes centrales, pero la intervención de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, abrió un nuevo capítulo en la reflexión sobre el papel de Europa en el escenario global.

Von der Leyen, con su acostumbrada firmeza, subrayó la necesidad de repensar la Unión Europea no sólo como un proyecto económico, sino como un baluarte de seguridad; reconociendo la insuficiencia de los esfuerzos comunitarios para fortalecer la capacidad de defensa en un continente que enfrenta, con más urgencia que nunca, la amenaza rusa.

Esta declaración trascendió la mera retórica, ya que fue un llamado urgente a la reconstrucción de un continente capaz de garantizar su propia defensa, sin depender exclusivamente de la protección de la OTAN. Aunque la alianza atlántica sigue siendo el pilar fundamental de la seguridad europea, la realidad actual demanda un esfuerzo más sólido y autónomo por parte de Europa.

Lo anterior, toda vez que durante décadas, el continente ha operado bajo la ilusión de que la interdependencia económica, simbolizada por sus vínculos energéticos con Rusia, aseguraba la estabilidad. Sin embargo, como subrayó Von der Leyen, esa interdependencia no ha sido más que una fuente de vulnerabilidad, explotada por un Kremlin que ha sabido utilizar el gas como arma de chantaje.

En este contexto, la propuesta de designar un comisario específico para la Defensa en la próxima Comisión Europea adquiere una importancia crucial. Esta medida refleja la creciente necesidad de una revisión profunda y sistemática de las capacidades defensivas de la Unión Europea. No se trata sólo de un asunto de orgullo continental, sino de una necesidad imperiosa ante las amenazas geopolíticas que acechan al continente.

Este enfoque, que podría parecer una ruptura con el pasado, es en realidad una adaptación imprescindible. La reciente escalada del conflicto en Oriente Próximo, la inestabilidad en el sudeste asiático, y, sobre todo, la guerra en Ucrania, han dejado claro que Europa no puede permitirse el lujo de confiar ciegamente en la protección de otras potencias.

Sin embargo, esta tarea no será sencilla. Europa debe desarrollar una capacidad de producción armamentística a escala continental, no sólo para responder a las amenazas inmediatas, sino para garantizar su seguridad a largo plazo. Los 300,000 millones de euros destinados a este fin en 2024 son un indicio de que Europa ha comenzado a asumir con seriedad su responsabilidad.

¿O será la arquitectura lo que no nos define?