/ sábado 13 de julio de 2024

Lo que no nos define | Fragmentación postelectoral


En la política francesa, algunas palabras parecen estar marcadas por una connotación negativa, y coalición es una de ellas. Evocada casi como sinónimo de compromiso forzado y renuncia a principios, esta palabra ha resurgido con fuerza tras las recientes elecciones legislativas anticipadas, pues con un panorama fragmentado donde ningún bloque alcanza la mayoría absoluta, el debate sobre la formación de coaliciones se vuelve crucial pero también espinoso.

Tras los resultados, los titulares proclamaban "Francia, ingobernable", reflejando la incertidumbre sobre la capacidad del país para autogobernarse. El Parlamento se perfila dividido en tres bloques: la izquierda liderando, seguida de cerca por la centroderecha, y en tercer lugar la extrema derecha. A pesar de esta fragmentación, la formación de una coalición parece ser la única vía para lograr una gobernabilidad efectiva.

Sin embargo, en un país donde la cultura política ha sido configurada por la V República, establecida para mitigar la inestabilidad de las coaliciones de la IV República, el rechazo a dichas alianzas es evidente. La V República ha fortalecido el presidencialismo y ha relegado al Parlamento a un rol secundario, dando prioridad a la figura presidencial y limitando la tradición parlamentaria de coaliciones flexibles.

Frente a esto, el presidente Emmanuel Macron, consciente de la necesidad de una "mayoría sólida, necesariamente plural", evita el término "coalición" aunque su llamado implique un entendimiento entre fuerzas políticas rivales. No obstante, desde la izquierda, se critica la presunción de Macron de fijar condiciones tras sufrir una derrota electoral contundente, recordando su falta de acción previa para construir alianzas en la Asamblea Nacional desde que perdió la mayoría absoluta en 2022.

El sistema electoral francés, con sus elecciones presidenciales a dos vueltas que polarizan la política en dos campos, y la radicalidad de algunos partidos como el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, complican aún más el panorama para la formación de coaliciones amplias.

A pesar de estos desafíos, dentro de cada bloque ideológico ya existen coaliciones informales que podrían allanar el camino hacia acuerdos más amplios. El Nuevo Frente Popular agrupa desde la izquierda radical hasta la socialdemocracia, mientras que el centro macronista integra a diversos partidos con sensibilidades distintas.

Frente a tales circunstancias, la situación política en Francia refleja un desafío fundamental: reconciliar la necesidad de gobernabilidad con la desconfianza arraigada hacia las coaliciones políticas. Aprender y reaprender el arte de la coalición podría ser crucial para evitar una crisis prolongada que beneficie a fuerzas políticas extremas y preparar el terreno para elecciones presidenciales futuras.

¿O será la fragmentación lo que no nos define?



En la política francesa, algunas palabras parecen estar marcadas por una connotación negativa, y coalición es una de ellas. Evocada casi como sinónimo de compromiso forzado y renuncia a principios, esta palabra ha resurgido con fuerza tras las recientes elecciones legislativas anticipadas, pues con un panorama fragmentado donde ningún bloque alcanza la mayoría absoluta, el debate sobre la formación de coaliciones se vuelve crucial pero también espinoso.

Tras los resultados, los titulares proclamaban "Francia, ingobernable", reflejando la incertidumbre sobre la capacidad del país para autogobernarse. El Parlamento se perfila dividido en tres bloques: la izquierda liderando, seguida de cerca por la centroderecha, y en tercer lugar la extrema derecha. A pesar de esta fragmentación, la formación de una coalición parece ser la única vía para lograr una gobernabilidad efectiva.

Sin embargo, en un país donde la cultura política ha sido configurada por la V República, establecida para mitigar la inestabilidad de las coaliciones de la IV República, el rechazo a dichas alianzas es evidente. La V República ha fortalecido el presidencialismo y ha relegado al Parlamento a un rol secundario, dando prioridad a la figura presidencial y limitando la tradición parlamentaria de coaliciones flexibles.

Frente a esto, el presidente Emmanuel Macron, consciente de la necesidad de una "mayoría sólida, necesariamente plural", evita el término "coalición" aunque su llamado implique un entendimiento entre fuerzas políticas rivales. No obstante, desde la izquierda, se critica la presunción de Macron de fijar condiciones tras sufrir una derrota electoral contundente, recordando su falta de acción previa para construir alianzas en la Asamblea Nacional desde que perdió la mayoría absoluta en 2022.

El sistema electoral francés, con sus elecciones presidenciales a dos vueltas que polarizan la política en dos campos, y la radicalidad de algunos partidos como el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, complican aún más el panorama para la formación de coaliciones amplias.

A pesar de estos desafíos, dentro de cada bloque ideológico ya existen coaliciones informales que podrían allanar el camino hacia acuerdos más amplios. El Nuevo Frente Popular agrupa desde la izquierda radical hasta la socialdemocracia, mientras que el centro macronista integra a diversos partidos con sensibilidades distintas.

Frente a tales circunstancias, la situación política en Francia refleja un desafío fundamental: reconciliar la necesidad de gobernabilidad con la desconfianza arraigada hacia las coaliciones políticas. Aprender y reaprender el arte de la coalición podría ser crucial para evitar una crisis prolongada que beneficie a fuerzas políticas extremas y preparar el terreno para elecciones presidenciales futuras.

¿O será la fragmentación lo que no nos define?