/ martes 22 de octubre de 2024

La voz de la IP / El talón de Aquiles de la economía mexicana: la informalidad 


"No importaba cuán invencible fuera Aquiles en la batalla; su talón, ignorado por completo, fue lo único que lo condenó"

– Homero, Ilíada

El crecimiento de un país no es un golpe de suerte, es la consecuencia de un ecosistema económico que funciona con reglas claras. En México, ese equilibrio se rompe cuando observamos la profunda brecha entre el sector formal e informal. Mientras las empresas formales cumplen con sus responsabilidades fiscales y laborales, el sector informal, que abarca a más del 50% de la población económicamente activa, opera bajo reglas completamente distintas, generando una competencia desigual.

La necesidad de una reforma al sistema de protección social no es un tema menor. No se trata de ajustes superficiales; es momento de replantear un modelo que, en la práctica, termina incentivando la informalidad, y penaliza a quienes deciden hacer las cosas bien. La formalización no debe ser vista como una carga, sino como una oportunidad de mejora continua. Y aquí es donde el sector empresarial tiene un rol determinante: impulsar un cambio estructural que fomente un sistema justo, donde tanto trabajadores como empresas se beneficien de reglas claras y equitativas.

Hoy, millones de trabajadores no tienen acceso a seguridad social, un hecho que impacta directamente en la competitividad del país. Cuando las empresas formales soportan cargas fiscales elevadas y el sector informal sigue creciendo sin restricciones, se limita el empleo formal y, en consecuencia, la productividad nacional. No es casualidad que esto termine afectando tanto a los empresarios como a los trabajadores. En este entorno, el talento —la mayor riqueza de cualquier empresa— se disipa entre incertidumbre y precariedad.

Este ciclo debe romperse con una reforma que ataque la raíz del problema: la falta de incentivos para la formalización. Es necesario simplificar los procesos para que los negocios pequeños y medianos puedan migrar fácilmente al sector formal, y, a su vez, se necesitan incentivos fiscales que hagan atractiva esa transición. Desde el ámbito empresarial, no basta con esperar que el gobierno haga todo el trabajo. Debemos ser actores activos y responsables, liderando con el ejemplo y generando propuestas que construyan un entorno más dinámico y equitativo.

La digitalización es una de las principales herramientas que puede ayudarnos a cerrar la brecha entre formalidad e informalidad. Facilitar el acceso a plataformas digitales y métodos de pago electrónicos, junto con programas de educación financiera, permitirá que el pequeño emprendedor vea en la formalidad una oportunidad para crecer, no una barrera. Actualmente, muchos microempresarios y trabajadores informales no se integran a la economía formal porque carecen de acceso a la infraestructura tecnológica necesaria para hacerlo. Desde la Coparmex hemos impulsado la mejora regulatoria , insistiendo en la digitalización de los procesos que simplifiquen el acceso a la información, evitando tiempo y desplazamientos innecesarios.

Por otra parte, trabajamos también en programas de mentoría, capacitación y apoyo financiero para aquellos que desean formalizarse, con frecuencia apoyados de las propias empresas afiliadas. La corresponsabilidad empresarial es, sin duda, vital para crear un México más justo, donde el éxito no sea exclusivo de unos pocos, sino accesible para todos aquellos que quieran formar parte de esta dinámica económica.

Este no es solo un desafío para el gobierno. El sector privado debe asumir su papel como líder en la transformación. La prosperidad de México no se medirá solo en cifras macroeconómicas, sino en nuestra capacidad de brindar oportunidades reales a todos.

En definitiva, la diferencia entre el sector formal e informal no es solo un problema estructural, es un desafío que nos compete a todos. El éxito de México dependerá de nuestra capacidad para sumar esfuerzos, generar cambios y asegurar que el crecimiento sea una realidad compartida.


Beatriz Hernández Rojas

Presidenta, Coparmex Querétaro.



"No importaba cuán invencible fuera Aquiles en la batalla; su talón, ignorado por completo, fue lo único que lo condenó"

– Homero, Ilíada

El crecimiento de un país no es un golpe de suerte, es la consecuencia de un ecosistema económico que funciona con reglas claras. En México, ese equilibrio se rompe cuando observamos la profunda brecha entre el sector formal e informal. Mientras las empresas formales cumplen con sus responsabilidades fiscales y laborales, el sector informal, que abarca a más del 50% de la población económicamente activa, opera bajo reglas completamente distintas, generando una competencia desigual.

La necesidad de una reforma al sistema de protección social no es un tema menor. No se trata de ajustes superficiales; es momento de replantear un modelo que, en la práctica, termina incentivando la informalidad, y penaliza a quienes deciden hacer las cosas bien. La formalización no debe ser vista como una carga, sino como una oportunidad de mejora continua. Y aquí es donde el sector empresarial tiene un rol determinante: impulsar un cambio estructural que fomente un sistema justo, donde tanto trabajadores como empresas se beneficien de reglas claras y equitativas.

Hoy, millones de trabajadores no tienen acceso a seguridad social, un hecho que impacta directamente en la competitividad del país. Cuando las empresas formales soportan cargas fiscales elevadas y el sector informal sigue creciendo sin restricciones, se limita el empleo formal y, en consecuencia, la productividad nacional. No es casualidad que esto termine afectando tanto a los empresarios como a los trabajadores. En este entorno, el talento —la mayor riqueza de cualquier empresa— se disipa entre incertidumbre y precariedad.

Este ciclo debe romperse con una reforma que ataque la raíz del problema: la falta de incentivos para la formalización. Es necesario simplificar los procesos para que los negocios pequeños y medianos puedan migrar fácilmente al sector formal, y, a su vez, se necesitan incentivos fiscales que hagan atractiva esa transición. Desde el ámbito empresarial, no basta con esperar que el gobierno haga todo el trabajo. Debemos ser actores activos y responsables, liderando con el ejemplo y generando propuestas que construyan un entorno más dinámico y equitativo.

La digitalización es una de las principales herramientas que puede ayudarnos a cerrar la brecha entre formalidad e informalidad. Facilitar el acceso a plataformas digitales y métodos de pago electrónicos, junto con programas de educación financiera, permitirá que el pequeño emprendedor vea en la formalidad una oportunidad para crecer, no una barrera. Actualmente, muchos microempresarios y trabajadores informales no se integran a la economía formal porque carecen de acceso a la infraestructura tecnológica necesaria para hacerlo. Desde la Coparmex hemos impulsado la mejora regulatoria , insistiendo en la digitalización de los procesos que simplifiquen el acceso a la información, evitando tiempo y desplazamientos innecesarios.

Por otra parte, trabajamos también en programas de mentoría, capacitación y apoyo financiero para aquellos que desean formalizarse, con frecuencia apoyados de las propias empresas afiliadas. La corresponsabilidad empresarial es, sin duda, vital para crear un México más justo, donde el éxito no sea exclusivo de unos pocos, sino accesible para todos aquellos que quieran formar parte de esta dinámica económica.

Este no es solo un desafío para el gobierno. El sector privado debe asumir su papel como líder en la transformación. La prosperidad de México no se medirá solo en cifras macroeconómicas, sino en nuestra capacidad de brindar oportunidades reales a todos.

En definitiva, la diferencia entre el sector formal e informal no es solo un problema estructural, es un desafío que nos compete a todos. El éxito de México dependerá de nuestra capacidad para sumar esfuerzos, generar cambios y asegurar que el crecimiento sea una realidad compartida.


Beatriz Hernández Rojas

Presidenta, Coparmex Querétaro.