/ sábado 6 de julio de 2024

Expediente Q | Sobrevivir


La primera gran debacle del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México fue hace 24 años con el triunfo de Vicente Fox, ahí muchos daban por muerto al PRI pero 12 años después Enrique Peña Nieto le devolvió ese ímpetu ganador, en Querétaro sucedió antes con José Calzada, en 2009.

Las derrotas electorales y la pérdida de relevancia política que ha experimentado este partido y la salida de militantes a Morena y unos cuantos al PAN, ha dejado ver la necesidad de una refundación del PRI que incluya un cambio de nombre, estatutos y declaración de principios; ha sido una propuesta discutida por varios de sus miembros y analistas (en Querétaro fue rechazada)

El PRI ha sido uno de los partidos más importantes en la historia de México, gobernando el país durante más de siete décadas continuas en el siglo XX. Eso ya es historia y en las últimas dos décadas, ha enfrentado una serie de retos que han minado su influencia; la corrupción y escándalos han involucrado a altos funcionarios del PRI lo que ha deteriorado la imagen del partido ante la ciudadanía, han experimentado una disminución significativa en el apoyo al PRI, reflejado en su baja representación en el Congreso y la pérdida de gubernaturas clave.

La aparición de nuevos partidos y movimientos como Morena, conformado por muchos priistas distinguidos como Manuel Bartlett, han captado el apoyo de sectores que anteriormente simpatizaban con el PRI.

La idea de una refundación del PRI no es nueva y se propone hasta un cambio de nombre y de identidad del partido para desmarcarse de los escándalos del pasado y atraer a nuevas generaciones de votantes.

Se trata de impulsar nuevos liderazgos que representen un cambio real y que puedan conectar con los ciudadanos de manera más efectiva pero la intención del actual dirigente de perpetuarse en el poder no pinta bien.

El futuro del PRI dependerá de una refundación exitosa, podría recuperar parte del terreno perdido y volver a ser una fuerza política relevante en el país. Si no logra adaptarse, el PRI corre el riesgo de convertirse en un partido marginal, con poca influencia en la política y una presencia testimonial.

DE REBOTE

Declaraciones para espantar al vecino, esto parece suceder en la Canaco Querétaro y es que ya son varias las ocasiones de que se habla de las auditorías hechas a la gestión del anterior presidente Fabián Camacho y de las supuestas querellas que podrían presentarse; al parecer uno de los pecados de Camacho es no pertenecer al grupo de “notables” que controlan la cámara en Querétaro. Hasta el nombre le había cambiado.




La primera gran debacle del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México fue hace 24 años con el triunfo de Vicente Fox, ahí muchos daban por muerto al PRI pero 12 años después Enrique Peña Nieto le devolvió ese ímpetu ganador, en Querétaro sucedió antes con José Calzada, en 2009.

Las derrotas electorales y la pérdida de relevancia política que ha experimentado este partido y la salida de militantes a Morena y unos cuantos al PAN, ha dejado ver la necesidad de una refundación del PRI que incluya un cambio de nombre, estatutos y declaración de principios; ha sido una propuesta discutida por varios de sus miembros y analistas (en Querétaro fue rechazada)

El PRI ha sido uno de los partidos más importantes en la historia de México, gobernando el país durante más de siete décadas continuas en el siglo XX. Eso ya es historia y en las últimas dos décadas, ha enfrentado una serie de retos que han minado su influencia; la corrupción y escándalos han involucrado a altos funcionarios del PRI lo que ha deteriorado la imagen del partido ante la ciudadanía, han experimentado una disminución significativa en el apoyo al PRI, reflejado en su baja representación en el Congreso y la pérdida de gubernaturas clave.

La aparición de nuevos partidos y movimientos como Morena, conformado por muchos priistas distinguidos como Manuel Bartlett, han captado el apoyo de sectores que anteriormente simpatizaban con el PRI.

La idea de una refundación del PRI no es nueva y se propone hasta un cambio de nombre y de identidad del partido para desmarcarse de los escándalos del pasado y atraer a nuevas generaciones de votantes.

Se trata de impulsar nuevos liderazgos que representen un cambio real y que puedan conectar con los ciudadanos de manera más efectiva pero la intención del actual dirigente de perpetuarse en el poder no pinta bien.

El futuro del PRI dependerá de una refundación exitosa, podría recuperar parte del terreno perdido y volver a ser una fuerza política relevante en el país. Si no logra adaptarse, el PRI corre el riesgo de convertirse en un partido marginal, con poca influencia en la política y una presencia testimonial.

DE REBOTE

Declaraciones para espantar al vecino, esto parece suceder en la Canaco Querétaro y es que ya son varias las ocasiones de que se habla de las auditorías hechas a la gestión del anterior presidente Fabián Camacho y de las supuestas querellas que podrían presentarse; al parecer uno de los pecados de Camacho es no pertenecer al grupo de “notables” que controlan la cámara en Querétaro. Hasta el nombre le había cambiado.



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