El ataque al bar Los Cantaritos en Querétaro, que dejó diez personas muertas y trece heridas, marca un punto crítico en la seguridad del estado, tradicionalmente visto como uno de los últimos refugios de tranquilidad en México. Este evento no solo destroza la percepción de Querétaro como un oasis de paz en medio de un país manchado por la violencia, sino que también no deja ver el avance de grupos delictivos que, de forma alarmante, han comenzado a establecerse en territorios que antes parecían inaccesibles para ellos.
La presencia y disputa de estos grupos son, en muchos casos, resultado de un desplazamiento forzado desde otras regiones del país, donde la violencia y la criminalidad están en niveles aún más elevados. Sin embargo, Querétaro debe ser un punto de inflexión en la estrategia estatal y nacional para frenar esta expansión. La promesa del gobernador Mauricio Kuri de “hablar con la verdad” y “cuidar de los ciudadanos” refleja una intención encomiable, pero es fundamental que sus palabras se traduzcan en acciones concretas de su equipo de trabajo que debe accionar de manera coordinada porque ya no hay espacio para divisiones.
Lo ocurrido en Los Cantaritos, también abre una pregunta esencial sobre la solidez de las instituciones locales para enfrentar amenazas que rebasan su capacidad operativa habitual. Querétaro no puede, y no debe, permitirse el lujo de caer en la trampa de la indiferencia o la negación. Las autoridades tendrán que tomar medidas rápidas y coordinadas, si quieren evitar que este trágico evento sea el principio de una escalada de violencia similar a la de otras entidades.
La presencia policiaca de todos los niveles en las calles, hoy más que nunca es primordial y la esperamos a la brevedad; la presencia y la inteligencia nos llevará a marcar una diferencia.
El contexto nacional complica aún más el panorama, ya que el incremento de la violencia es una cuestión estructural y multifacética que no se resolverá sin políticas claras de prevención y justicia, acompañadas de una decidida intervención social. Querétaro tiene la oportunidad de ser un ejemplo de cómo un estado puede resistir la amenaza de la violencia organizada, pero solo si asume el problema con franqueza y determinación.
De Rebote
Los empresarios de antros tendrán que transparentar sus operaciones y dejar de lado las utilidades fáciles para darle paso a establecimientos seguros sin que exista espacio para cualquier ilícito. Los conciertos y espectáculos de música con apología de violencia y adoración de la cultura del narco no deberían de tener cabida en Querétaro, pero ya viene la Feria Ganadera, saturada de cantantes buchones y violentos. La tragedia debe dejar enseñanza y si no lo ven así en la Unión Ganadera, no tenemos ya nada que lamentar.
@adanolverar