/ jueves 1 de agosto de 2024

El toque femenino | Wollying: rivalidad y competencia entre Mujeres


Hace varias décadas, lanzaron al mercado una campaña comercial para una crema facial donde la protagonista guapísima e impecable iniciaba diciendo: “No me odies por ser bonita” la campaña desde luego tuvo un gran éxito con esa frase que logró penetrar y quedarse grabada en la mente de muchas mujeres durante varios años.

Esa publicidad acompañada de un slogan impactante dirigido desde una mujer bella hacia las demás, no hacía más que poner sobre la mesa y atizar el fuego sobre el sentimiento de odio, de la envidia y la competencia que tristemente pueden surgir entre nosotras las mujeres, cuando sentimos que alguna tiene mayores atributos; ya sea belleza, inteligencia, capacidad o algún talento del cual nosotras carecemos, es decir cuando sentimos que otra posee algo que nos falta y a partir de ese sentimiento inicia una necesidad de competir que generalmente es sutil ya que no interviene la violencia física y no hay golpes, y a esta rivalidad femenina los expertos en conducta humana han atinado a llamar “Wollying” como resultado de la unión de dos palabras del idioma inglés que son: Woman (Mujer) y Bullying (Acoso), es decir acoso y rivalidad entre mujeres.

Es claro que la competencia para nada es un tema exclusivamente femenino ya que también los hombres compiten entre sí, generalmente en el deporte y podríamos decir que de una manera más sana, ya que desde la prehistoria aprendieron a trabajar en equipo pues de esta forma se organizaban por ejemplo; para cazar o construir, por lo tanto les es mucho más familiar hacerlo sin temor a que alguno destaque más o los pueda desbancar y es que los hombres compiten más por obtener la medalla y las mujeres competimos por el miedo desde nuestro pensamiento de que si otra tiene, quiere decir que yo no tengo.

Por eso en el caso de las mujeres la cosa cambia, ya que cuando detectamos o en ocasiones solo suponemos que nuestro lugar en el trabajo o en el corazón de nuestra pareja corren peligro o se ven amenazados ante otra mujer que podría arrebatarlo, de inmediato es considerada como la enemiga a vencer y comienza este Wollying, que es un acoso silencioso cuyo objetivo es hacer quedar mal a la supuesta rival desde varios escenarios, por ejemplo, en el área laboral, si la mujer que se siente amenazada tiene algún nivel jerárquico o de poder por encima de la otra, podría bajo el cobijo de esa ventaja imponer tareas abusivas, excesivas o incluso ponerla en vergüenza frente a compañeros de trabajo y de esta manera descontrolada, minimizar su valía y capacidad para cerrar a toda costa el paso a una mejor posición.

En el terreno amoroso seguramente habrás notado que cuando hay una tercera en discordia dentro de una pareja, los dedos femeninos apuntan directamente hacia la mujer descalificando, estableciendo todo tipo de comparaciones de las cuales resulta perdedora y tachándola de mujer sin principios, destructora de hogares, roba maridos etcétera, cargando todo el peso de la culpa a la mujer y liberando al hombre de cualquier responsabilidad, en un hecho en donde sin lugar a dudas ambos participaron, ambos tienen la misma responsabilidad por lo sucedido, por los terceros a quienes afectaron y ambos son culpables.

Este nivel de competencia entre mujeres que surge desde la infancia, donde nos indicaban que vales por lo que eres, llega al grado de que la meta al arreglarte, elegir el atuendo peinado, zapatos y demás va dirigido a despertar la envidia, que no es más que admiración disfrazada de las demás mujeres y no como se pensaría en un primer momento para agradar al sexo opuesto. A las mujeres nos han educado pensando que nuestro valor depende del “cómo me veo” o a partir de la opinión que tienen de mí los demás.

Es tremendo caer en la cuenta de que, día a día luchamos por erradicar la violencia que ejercen los hombres hacia nosotras, miles de campañas en contra de la violencia surgen para visibilizar lo que sucede, pero en qué momento frenamos este acoso de nosotras mismas hacia nuestra iguales, cuando en verdad seremos capaces de abrazar nuestra diferencias como mujeres y reconocer los talentos de todas sabiendo que somos únicas, y sobre todo que no somos enemigas y como mujeres valiosas tener claro que: “si brilla una brillamos todas”.



Hace varias décadas, lanzaron al mercado una campaña comercial para una crema facial donde la protagonista guapísima e impecable iniciaba diciendo: “No me odies por ser bonita” la campaña desde luego tuvo un gran éxito con esa frase que logró penetrar y quedarse grabada en la mente de muchas mujeres durante varios años.

Esa publicidad acompañada de un slogan impactante dirigido desde una mujer bella hacia las demás, no hacía más que poner sobre la mesa y atizar el fuego sobre el sentimiento de odio, de la envidia y la competencia que tristemente pueden surgir entre nosotras las mujeres, cuando sentimos que alguna tiene mayores atributos; ya sea belleza, inteligencia, capacidad o algún talento del cual nosotras carecemos, es decir cuando sentimos que otra posee algo que nos falta y a partir de ese sentimiento inicia una necesidad de competir que generalmente es sutil ya que no interviene la violencia física y no hay golpes, y a esta rivalidad femenina los expertos en conducta humana han atinado a llamar “Wollying” como resultado de la unión de dos palabras del idioma inglés que son: Woman (Mujer) y Bullying (Acoso), es decir acoso y rivalidad entre mujeres.

Es claro que la competencia para nada es un tema exclusivamente femenino ya que también los hombres compiten entre sí, generalmente en el deporte y podríamos decir que de una manera más sana, ya que desde la prehistoria aprendieron a trabajar en equipo pues de esta forma se organizaban por ejemplo; para cazar o construir, por lo tanto les es mucho más familiar hacerlo sin temor a que alguno destaque más o los pueda desbancar y es que los hombres compiten más por obtener la medalla y las mujeres competimos por el miedo desde nuestro pensamiento de que si otra tiene, quiere decir que yo no tengo.

Por eso en el caso de las mujeres la cosa cambia, ya que cuando detectamos o en ocasiones solo suponemos que nuestro lugar en el trabajo o en el corazón de nuestra pareja corren peligro o se ven amenazados ante otra mujer que podría arrebatarlo, de inmediato es considerada como la enemiga a vencer y comienza este Wollying, que es un acoso silencioso cuyo objetivo es hacer quedar mal a la supuesta rival desde varios escenarios, por ejemplo, en el área laboral, si la mujer que se siente amenazada tiene algún nivel jerárquico o de poder por encima de la otra, podría bajo el cobijo de esa ventaja imponer tareas abusivas, excesivas o incluso ponerla en vergüenza frente a compañeros de trabajo y de esta manera descontrolada, minimizar su valía y capacidad para cerrar a toda costa el paso a una mejor posición.

En el terreno amoroso seguramente habrás notado que cuando hay una tercera en discordia dentro de una pareja, los dedos femeninos apuntan directamente hacia la mujer descalificando, estableciendo todo tipo de comparaciones de las cuales resulta perdedora y tachándola de mujer sin principios, destructora de hogares, roba maridos etcétera, cargando todo el peso de la culpa a la mujer y liberando al hombre de cualquier responsabilidad, en un hecho en donde sin lugar a dudas ambos participaron, ambos tienen la misma responsabilidad por lo sucedido, por los terceros a quienes afectaron y ambos son culpables.

Este nivel de competencia entre mujeres que surge desde la infancia, donde nos indicaban que vales por lo que eres, llega al grado de que la meta al arreglarte, elegir el atuendo peinado, zapatos y demás va dirigido a despertar la envidia, que no es más que admiración disfrazada de las demás mujeres y no como se pensaría en un primer momento para agradar al sexo opuesto. A las mujeres nos han educado pensando que nuestro valor depende del “cómo me veo” o a partir de la opinión que tienen de mí los demás.

Es tremendo caer en la cuenta de que, día a día luchamos por erradicar la violencia que ejercen los hombres hacia nosotras, miles de campañas en contra de la violencia surgen para visibilizar lo que sucede, pero en qué momento frenamos este acoso de nosotras mismas hacia nuestra iguales, cuando en verdad seremos capaces de abrazar nuestra diferencias como mujeres y reconocer los talentos de todas sabiendo que somos únicas, y sobre todo que no somos enemigas y como mujeres valiosas tener claro que: “si brilla una brillamos todas”.