/ jueves 8 de agosto de 2024

El toque femenino | Mexicanas olímpicas, mujeres de lucha y resultados


Estamos a unos días de la clausura de las olimpiadas, que reunieron a los deportistas de más alto nivel en diferentes disciplinas de todo el mundo.

En este 2024 donde París ha sido el controversial anfitrión desde una fastuosa pero no menos polémica inauguración.

Deja un buen sabor de boca el que por primera ocasión se llegó al tan ansiado equilibrio en el ámbito deportivo, ya que hemos presenciado los primeros juegos paritarios en los que compiten el mismo número de hombres que de mujeres, además de que ambos géneros han tenido igual exposición, cobertura de prensa y todas las competencias se presentan en horarios de mayor audiencia, a diferencia del pasado en que eran prioridad las competencias masculinas mientras que las femeninas sucedían en la madrugada o en horarios poco accesibles, con la idea de que no eran ni tan atractivas ni tan importantes como las varoniles.

Quizá para las nuevas generaciones este hecho no parezca relevante, sin embargo el avance es notorio si nos vamos a la historia de los juegos olímpicos, los primeros celebrados en el año 776 a.C, en la antigua Grecia, en el santuario sagrado de Olimpia dedicado a Zeus, donde las mujeres no tenían derecho a acudir ni siquiera como público y mucho menos para competir, ya que dichas justas estaban reservadas únicamente para varones y además en caso de que alguna mujer fuera descubierta merodeando la zona, merecía pagar ese atrevimiento con castigos severos.

Así sucedió durante varios años hasta que en 396 a.C, casi 400 años después, aparece en la pista de carreras de 4 caballos; las llamadas Cuadrigas, Cínisca una princesa espartana que se convierte en la primera mujer en ganar en unos juegos olímpicos en dos ocasiones y en cuyo honor existe una placa en el santuario de Olimpia.

Sin embargo siglos después cuando se retoman los Juegos Olímpicos modernos en Atenas en 1896, regresa la prohibición para las mujeres para competir en primer lugar por que se pensaba que no teníamos la fuerza suficiente para ninguna disciplina y en segundo lugar por que de manera discriminatoria se creía también que no tendría ningún atractivo ver competir a mujeres.

Así pues, casi al final de esta justa olímpica del 2024, es válido hacer un recuento del paso de las mujeres y sobre todo de las mexicanas en las Olimpiadas, en las que a partir de 1900 siendo también el anfitrión París, se nos abren las puertas en disciplinas como gimnasia o nado sincronizado, principalmente por que eran agradables a la vista y porque parecían ser mucho más afines a la “delicadeza femenina”.

Es el 12 de octubre de 1968 cuando nuestro país respalda frente al mundo el sentir claro de las mujeres que exigían igualdad de derechos y México les da respuesta al elegir a Enriqueta Basilio como la primer mujer en la historia de las olimpiadas en encender la llama olímpica y con esa flama encendió también el corazón y la esperanza de millones de mujeres y niñas.

Las atletas mexicanas que han hecho resonar nuestro Himno Nacional Mexicano en el podio olímpico al obtener una medalla son: Soraya Jiménez, Ana Gabriela Guevara, Belem Guerrero, Iridia Salazar, María del Rosario Espinoza, Tatiana Ortiz, Paola Espinoza, Damaris Aguirre, Aída Román, Mariana Avitia, Laura Sánchez, Luz Acosta, Lupita González, Alejandra Valencia, Alejandra Orozco, Gabriela Agundez, Aremi Fuentes, y recientemente Prisca Awiti, Alejandra Valencia, Ana Vázquez y Angela Ruiz.

Desde el año 2000, son las mujeres quienes han dado más medallas a México, venciendo la falta de apoyo, de confianza, retiro de becas, burlas y humillaciones de quienes deberían brindarles todas las herramientas para dedicarse en cuerpo y alma al deporte, sobre todo cuando vivieron las mismas carencias siendo deportistas, para que su concentración y esfuerzo no se distraiga buscando recursos económicos. Pese a los detractores y enemigos del deporte, ellas demuestran que a las mujeres nada ni nadie nos detiene cuando de alcanzar un sueño se trata y que ninguna persona, por más fuerza o poder que tenga puede parar su camino al triunfo.

Por lo tanto como reza el slogan Más Alto, Más Rápido y Más Fuerte, así seguirá siendo la presencia imponente de las atletas mexicanas en cada cancha, pista y competencia, creciendo ante la adversidad y dejando claro que "Una ganadora es en esencia, una soñadora que jamás se rindió”.



Estamos a unos días de la clausura de las olimpiadas, que reunieron a los deportistas de más alto nivel en diferentes disciplinas de todo el mundo.

En este 2024 donde París ha sido el controversial anfitrión desde una fastuosa pero no menos polémica inauguración.

Deja un buen sabor de boca el que por primera ocasión se llegó al tan ansiado equilibrio en el ámbito deportivo, ya que hemos presenciado los primeros juegos paritarios en los que compiten el mismo número de hombres que de mujeres, además de que ambos géneros han tenido igual exposición, cobertura de prensa y todas las competencias se presentan en horarios de mayor audiencia, a diferencia del pasado en que eran prioridad las competencias masculinas mientras que las femeninas sucedían en la madrugada o en horarios poco accesibles, con la idea de que no eran ni tan atractivas ni tan importantes como las varoniles.

Quizá para las nuevas generaciones este hecho no parezca relevante, sin embargo el avance es notorio si nos vamos a la historia de los juegos olímpicos, los primeros celebrados en el año 776 a.C, en la antigua Grecia, en el santuario sagrado de Olimpia dedicado a Zeus, donde las mujeres no tenían derecho a acudir ni siquiera como público y mucho menos para competir, ya que dichas justas estaban reservadas únicamente para varones y además en caso de que alguna mujer fuera descubierta merodeando la zona, merecía pagar ese atrevimiento con castigos severos.

Así sucedió durante varios años hasta que en 396 a.C, casi 400 años después, aparece en la pista de carreras de 4 caballos; las llamadas Cuadrigas, Cínisca una princesa espartana que se convierte en la primera mujer en ganar en unos juegos olímpicos en dos ocasiones y en cuyo honor existe una placa en el santuario de Olimpia.

Sin embargo siglos después cuando se retoman los Juegos Olímpicos modernos en Atenas en 1896, regresa la prohibición para las mujeres para competir en primer lugar por que se pensaba que no teníamos la fuerza suficiente para ninguna disciplina y en segundo lugar por que de manera discriminatoria se creía también que no tendría ningún atractivo ver competir a mujeres.

Así pues, casi al final de esta justa olímpica del 2024, es válido hacer un recuento del paso de las mujeres y sobre todo de las mexicanas en las Olimpiadas, en las que a partir de 1900 siendo también el anfitrión París, se nos abren las puertas en disciplinas como gimnasia o nado sincronizado, principalmente por que eran agradables a la vista y porque parecían ser mucho más afines a la “delicadeza femenina”.

Es el 12 de octubre de 1968 cuando nuestro país respalda frente al mundo el sentir claro de las mujeres que exigían igualdad de derechos y México les da respuesta al elegir a Enriqueta Basilio como la primer mujer en la historia de las olimpiadas en encender la llama olímpica y con esa flama encendió también el corazón y la esperanza de millones de mujeres y niñas.

Las atletas mexicanas que han hecho resonar nuestro Himno Nacional Mexicano en el podio olímpico al obtener una medalla son: Soraya Jiménez, Ana Gabriela Guevara, Belem Guerrero, Iridia Salazar, María del Rosario Espinoza, Tatiana Ortiz, Paola Espinoza, Damaris Aguirre, Aída Román, Mariana Avitia, Laura Sánchez, Luz Acosta, Lupita González, Alejandra Valencia, Alejandra Orozco, Gabriela Agundez, Aremi Fuentes, y recientemente Prisca Awiti, Alejandra Valencia, Ana Vázquez y Angela Ruiz.

Desde el año 2000, son las mujeres quienes han dado más medallas a México, venciendo la falta de apoyo, de confianza, retiro de becas, burlas y humillaciones de quienes deberían brindarles todas las herramientas para dedicarse en cuerpo y alma al deporte, sobre todo cuando vivieron las mismas carencias siendo deportistas, para que su concentración y esfuerzo no se distraiga buscando recursos económicos. Pese a los detractores y enemigos del deporte, ellas demuestran que a las mujeres nada ni nadie nos detiene cuando de alcanzar un sueño se trata y que ninguna persona, por más fuerza o poder que tenga puede parar su camino al triunfo.

Por lo tanto como reza el slogan Más Alto, Más Rápido y Más Fuerte, así seguirá siendo la presencia imponente de las atletas mexicanas en cada cancha, pista y competencia, creciendo ante la adversidad y dejando claro que "Una ganadora es en esencia, una soñadora que jamás se rindió”.