Una buena parte del dinero de millones de familias del país se pulveriza por el desastre que hay en la cadena alimentaria, desde los productores hasta la mesa. El asunto es serio porque golpea a la gran mayoría de mexicanos restándoles capacidad de compra a sus salarios y desencadenando una serie de efectos negativos sobre el ahorro de las familias y su capacidad “para salir adelante”.
Esto no es desconocido y sale a flote por los datos de inflación que ayer dio a conocer el Inegi. De ese mar de datos sobre el crecimiento de los precios, tomo uno en particular para ejemplificar lo que quiero explicarle: el precio del limón. El Inegi nos dijo que el precio del limón se incrementó 22.2% durante septiembre y, dado que los mexicanos consumimos mucho limón, fue uno de los tres productos que más “le pegaron” a la inflación general del mes.
Ya sabemos que al precio del limón -como a otros productos agrícolas- le afectan un montón de factores, desde la sequía, luego las fuertes lluvias, pasando por los altos costos de los fertilizantes, los pagos que exige el crimen organizado, hasta llegar a una cadena interminable de comercialización que eleva los precios en 600% o más.
Se lo ejemplifico. Según el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados, el “limón con semilla del número 5” (el de mejor calidad y de mayor consumo), originario de Michoacán, se vendió este miércoles 9 en 10.50 pesos el kilo en la Central de Abasto de Querétaro en una caja de 20 kilos. En la Central de Abasto de León, Gto, se vendió en 18 pesos el kilo, al menudeo. En la Central de Abasto de Iztapalapa de la Ciudad de México se vendió en 30.50 pesos el kilo en caja de 20 kilos. Y el mismo producto se vendió en 62.00 pesos el kilo al menudeo en Walmart o en 49.80 pesos el kilo en Soriana, ya con descuento desde 60.90 pesos por ser “miércoles de plaza”. Aunque en los supermercados no se especifica la calidad del limón que se vende, suponiendo que sea el mismo, la diferencia de precios para el consumidor es enorme. Y lo mismo ocurre con otros productos agrícolas en el país. Uno más: el “jitomate saladette de primera” se vendió en la Central de Abasto de Pachuca en $8.00 pesos el kilo, en caja de 20 kilos, mientras que en Walmart se vendió en $44.90 pesos el kilo. En fin.
¿Qué pasa, entonces, con las cadenas alimentarias del país que multiplican los precios varias veces antes de que llegue al consumidor? Además de las cuotas al crimen organizado que ha impulsado lo que ya algunos llaman “narcoinflación”, ¿qué factores inciden como para que el Gobierno Federal haga muy poco o nada en esta escalada de precios agrícolas? Mucha tarea tendrá Vidal Llerenas, el flamante subsecretario de Industria y Comercio de la Secretaría de Economía, para poner en marcha una estrategia que combata esta perniciosa cadena que le pega todos los días al bolsillo de millones de familias en el país.
No todo es “nearshoring”, ni T-MEC, ni siquiera alzas al salario mínimo. Créame, poner manos a la obra en esto, traerá un sinfín de beneficios inmediatos para el ingreso real de las familias y, por supuesto, para la economía.
Colofón
Édgar Amador fue la mejor propuesta para ocupar la subsecretaría de Hacienda que dejó Gabriel Yorio en las actuales condiciones. Un financiero de mercados globales con experiencia, ex secretario de Finanzas de la CDMX, capacidad analítica y de administración pública. La tarea es enorme.
* Mensajes a esta columna que busca orden enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com