/ domingo 6 de octubre de 2024

El cronista sanjuanense / Jorge Martínez Martínez (1929 2003)

Devoto religioso que nació en San Juan del Río, Querétaro, el 3 de septiembre de 1929. Sus padres fueron don Juan Martínez Cortés y doña María Inocente Martínez Guzmán, quienes procrearon cinco hijos más. Jorge fue bautizado y confirmado en la Parroquia de San Juan Bautista en su ciudad natal, donde transcurrió tranquilamente su niñez, pese a los tiempos difíciles que vivía el país debido a la persecución religiosa.

Luego de cursar su educación básica, ingresó al Seminario Conciliar Diocesano realizando estudios en el Colegio Menor y el primer año de Teología. El joven seminarista se distinguió por su buen timbre de voz dentro del coro, el cual se integraba para las grandes solemnidades religiosas de la Catedral con los alumnos de la Escuela Diocesana de Música Sacra y del Seminario Conciliar.

El obispo de la Diócesis de Querétaro, monseñor Marciano Tinajero y Estrada, conoció la capacidad para el estudio y las cualidades humanas y morales, de Jorge Morales, amén de su inteligencia y modestia, esto sirvió para que, a finales de septiembre de 1951, lo enviara a Roma junto con el también seminarista Mario Gutiérrez. Ambos fueron admitidos en el Colegio Pío Latino Americano, regido por los jesuitas, cuando los alumnos pasaban los últimos días de vacaciones, por lo que pudieron practicar, según la costumbre, los ejercicios espirituales. Los dos estudiantes queretanos fueron inscritos en el primer curso de Teología de la Universidad Gregoriana, volviéndose destacados. Las materias por las que Jorge mostró mayor inclinación fueron las de Sagrada Escritura e Idiomas Bíblicos. Además, mostró buena disposición para el canto gregoriano; recibió clases directas de parte del eminente monje Dom Joseph Gajard, conocido como uno de los principales restauradores del canto gregoriano del siglo XX. Al conocer la afición que el joven queretano tenía por la música sagrada, se le encargó dirigir la escuela del Colegio Pío y formó un pequeño coro con los alumnos dotados con mejor voz. Después de lograr una muy buena preparación, el 30 de mayo de 1953 recibió el sagrado orden del subdiaconado y el 25 de octubre del mismo año el diaconado.

Con mayor empeño continuó sus estudios y el Sábado Santo, en la vigilia pas­cual de 1954, recibió con gran gozo la unción sacerdotal en la capilla del Colegio Pío Latino Americano. Al día siguiente celebró piadosamente su primera misa en la Basílica de Santa María la Mayor, en el altar de la Cuna, llamada así porque en ella se guardan como una reliquia unas tablitas que, según se dice, eran parte del pesebre de Belén donde nació Jesús. Cuando estaba todavía en Roma, en 1957, el obispo de Querétaro Marciano Tinajero y Estrada, lo nom­bró Mansionario o prebendado de la Iglesia Catedral, junto con el oficio de director de Cantores e Infantes, que estaba vacante. Para entonces era el beneficiado de menos edad en la Diócesis de Querétaro.

Siguiendo su vocación se trasladó a Tierra Santa para estudiar en el Instituto Bíblico Palestino y especia­lizarse en la Sagrada Escritura. Obtuvo licenciatura en esta difícil disciplina, al tiempo que se convirtió en un eminente políglota, pues dominó los idiomas griego, latín, hebrero, alemán, francés e italiano. Al concluir un cur­so especializado, presentó la tesis Estudio sobre la filiación divina a la luz del evangelio, con la cual obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Bíblicas.

Al regresar a Querétaro fue nombrado por el obispo Alfonso Toriz Cobián, canónigo honorario de la Iglesia Catedral. Tomó posesión de su asiento en el coro el 25 de septiembre de 1966. En los años siguientes sirvió a la Diócesis de Querétaro dentro del magisterio como maestro de Exégesis Bíblica y Canto Gregoriano en el Seminario Conciliar.

Además, fue Juez Prosinodal de la Diócesis, capellán por muchos años del Heróico Cuerpo de Bomberos de Querétaro. Fue asesor del Club Serra, que promueve las vocaciones sacerdotales religiosas y mi­sioneras. Fue director de la Asociación del postulado de la Oración, consejero de las Damas Vicentinas. Con gran éxito celebró en Querértaro el medio siglo de la fun­dación de la Adoración Nocturna en la Diócesis de Querétaro y fue gran impulsor del Movimiento Familiar Cristiano y Familia Educadora en la Fe. Durante varios años impartió clases de idiomas en la Universidad Autónoma de Querétaro. Como cura sirvió en la Parroquia de Santa María Magdalena de Querétaro por más de una década. Fue capellán del Club Campestre, del hotel y rancho Jurica, y en el tiempo que permaneció en la colonia Del Valle motivó a los feligreses a construir un templo dedicado a la Santísima Virgen de El Pueblito.

El 24 de febrero de 1997, el Ayuntamiento de Querétaro le otorgó a monseñor Jorge Martínez la presea Josefa Vergara y Hernández.

Monseñor Jorge Martínez Martínez falleció el 5 de diciembre de 2003 en la capital del estado de Querétaro. Su funeral lo presidió el obispo diocesano Mario de Gasperín Gasperín.

Síganme en Facebook: @CronistaSanJuandelRio

Devoto religioso que nació en San Juan del Río, Querétaro, el 3 de septiembre de 1929. Sus padres fueron don Juan Martínez Cortés y doña María Inocente Martínez Guzmán, quienes procrearon cinco hijos más. Jorge fue bautizado y confirmado en la Parroquia de San Juan Bautista en su ciudad natal, donde transcurrió tranquilamente su niñez, pese a los tiempos difíciles que vivía el país debido a la persecución religiosa.

Luego de cursar su educación básica, ingresó al Seminario Conciliar Diocesano realizando estudios en el Colegio Menor y el primer año de Teología. El joven seminarista se distinguió por su buen timbre de voz dentro del coro, el cual se integraba para las grandes solemnidades religiosas de la Catedral con los alumnos de la Escuela Diocesana de Música Sacra y del Seminario Conciliar.

El obispo de la Diócesis de Querétaro, monseñor Marciano Tinajero y Estrada, conoció la capacidad para el estudio y las cualidades humanas y morales, de Jorge Morales, amén de su inteligencia y modestia, esto sirvió para que, a finales de septiembre de 1951, lo enviara a Roma junto con el también seminarista Mario Gutiérrez. Ambos fueron admitidos en el Colegio Pío Latino Americano, regido por los jesuitas, cuando los alumnos pasaban los últimos días de vacaciones, por lo que pudieron practicar, según la costumbre, los ejercicios espirituales. Los dos estudiantes queretanos fueron inscritos en el primer curso de Teología de la Universidad Gregoriana, volviéndose destacados. Las materias por las que Jorge mostró mayor inclinación fueron las de Sagrada Escritura e Idiomas Bíblicos. Además, mostró buena disposición para el canto gregoriano; recibió clases directas de parte del eminente monje Dom Joseph Gajard, conocido como uno de los principales restauradores del canto gregoriano del siglo XX. Al conocer la afición que el joven queretano tenía por la música sagrada, se le encargó dirigir la escuela del Colegio Pío y formó un pequeño coro con los alumnos dotados con mejor voz. Después de lograr una muy buena preparación, el 30 de mayo de 1953 recibió el sagrado orden del subdiaconado y el 25 de octubre del mismo año el diaconado.

Con mayor empeño continuó sus estudios y el Sábado Santo, en la vigilia pas­cual de 1954, recibió con gran gozo la unción sacerdotal en la capilla del Colegio Pío Latino Americano. Al día siguiente celebró piadosamente su primera misa en la Basílica de Santa María la Mayor, en el altar de la Cuna, llamada así porque en ella se guardan como una reliquia unas tablitas que, según se dice, eran parte del pesebre de Belén donde nació Jesús. Cuando estaba todavía en Roma, en 1957, el obispo de Querétaro Marciano Tinajero y Estrada, lo nom­bró Mansionario o prebendado de la Iglesia Catedral, junto con el oficio de director de Cantores e Infantes, que estaba vacante. Para entonces era el beneficiado de menos edad en la Diócesis de Querétaro.

Siguiendo su vocación se trasladó a Tierra Santa para estudiar en el Instituto Bíblico Palestino y especia­lizarse en la Sagrada Escritura. Obtuvo licenciatura en esta difícil disciplina, al tiempo que se convirtió en un eminente políglota, pues dominó los idiomas griego, latín, hebrero, alemán, francés e italiano. Al concluir un cur­so especializado, presentó la tesis Estudio sobre la filiación divina a la luz del evangelio, con la cual obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Bíblicas.

Al regresar a Querétaro fue nombrado por el obispo Alfonso Toriz Cobián, canónigo honorario de la Iglesia Catedral. Tomó posesión de su asiento en el coro el 25 de septiembre de 1966. En los años siguientes sirvió a la Diócesis de Querétaro dentro del magisterio como maestro de Exégesis Bíblica y Canto Gregoriano en el Seminario Conciliar.

Además, fue Juez Prosinodal de la Diócesis, capellán por muchos años del Heróico Cuerpo de Bomberos de Querétaro. Fue asesor del Club Serra, que promueve las vocaciones sacerdotales religiosas y mi­sioneras. Fue director de la Asociación del postulado de la Oración, consejero de las Damas Vicentinas. Con gran éxito celebró en Querértaro el medio siglo de la fun­dación de la Adoración Nocturna en la Diócesis de Querétaro y fue gran impulsor del Movimiento Familiar Cristiano y Familia Educadora en la Fe. Durante varios años impartió clases de idiomas en la Universidad Autónoma de Querétaro. Como cura sirvió en la Parroquia de Santa María Magdalena de Querétaro por más de una década. Fue capellán del Club Campestre, del hotel y rancho Jurica, y en el tiempo que permaneció en la colonia Del Valle motivó a los feligreses a construir un templo dedicado a la Santísima Virgen de El Pueblito.

El 24 de febrero de 1997, el Ayuntamiento de Querétaro le otorgó a monseñor Jorge Martínez la presea Josefa Vergara y Hernández.

Monseñor Jorge Martínez Martínez falleció el 5 de diciembre de 2003 en la capital del estado de Querétaro. Su funeral lo presidió el obispo diocesano Mario de Gasperín Gasperín.

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