/ domingo 25 de agosto de 2024

El cronista sanjuanense / Biblioteca Wenceslao Sánchez de la Barquera

Las bibliotecas son instituciones cuya finalidad consiste en la adquisición y conservación de libros, documentos para el estudio. En esta era digital han venido a decaer; las nuevas generaciones, incluso las que en antaño las utilizaron para complementar sus estudios académicos, hoy por hoy ya no las visitan, no hacen uso de los libros en papel. Se piensa que todo está en la Internet, pero no es así. Las bibliotecas son y serán por siempre un soporte para las comunidades, proporcionan espacios físicos de encuentro, aprendizaje y de trabajo, resguardan nuestro pasado, abordan el presente y afrontan el futuro; se resisten a desaparecer.

En San Juan del Río, las bibliotecas públicas surgieron por la necesidad de ellas entre la población en edad estudiantil a mediados del siglo XX.

La primera biblioteca que se instaló en la ciudad fue en la antigua Casa de las Diligencias, ubicada en el número 29 de la avenida Juárez poniente. Tenía el nombre de Nestora Téllez, una ilustre literata sanjuanense. Duró poco tiempo, hasta que se fundó propiamente la primera biblioteca pública oficial en un salón anexo a la escuela primaria Mártir de Chihuahua (antes Enrique Pestalozzi), sobre la antigua calle de San Antonio, actual Mariano Jiménez. En ese sitio, a las doce del medio día del 21 de junio de 1962, inició operaciones el repositorio bibliográfico más antiguo de la ciudad, que recibió el nombre de otro connotado sanjuanense, Juan María Wenceslao Sánchez de la Barquera y Morales.

Por apuntes del Dr. Rafael Ayala Echávarri, primer cronista de San Juan del Río, sabemos que en la inauguración de esta biblioteca estuvieron presentes, además del presidente municipal Ernesto Callejas Pacheco y funcionarios municipales, la señora Amalia Castillo Ledón, Subsecretaria de Asuntos Culturales de la Secretaría de Educación Pública federal, la señorita Leonor Llac, Jefa de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública federal y el profesor Jesús Ramírez Caloca, Jefe de la Dirección General de Educación del Estado de Querétaro.

Debemos a Ayala Echávarri las gestiones para la instauración de esta biblioteca. Muchos trabajos requirieron consolidar este espacio para el público, además del local, el acervo, que es lo principal en una biblioteca. Para aquel tiempo, la biblioteca pública que se abría en San Juan del Río era la mejor que se tenía en todo el estado de Querétaro. Para mantenerla, Rafael Ayala conformó un patronato, en el cual fungía como presidente.

Pasó el tiempo y a principio de la década de los años 90’s del siglo XX, se trasladó la biblioteca a una nueva sede, construida ex profeso para ella dentro de lo que se conoce como el Centro Histórico y Cultural, sitio que fueron las antiguas Casas Reales o Consistoriales y la Real Cárcel. Esta propiedad fue sometida a profunda restauración para convertirlo en espacio digno para la cultura y las artes. Ahí se depositó la biblioteca, el Archivo Histórico Municipal, un museo etnográfico y arqueológico, una galería y oficinas de cultura y turismo. Fue aperturado mediante acto oficial el 24 de junio de 1991, por el presidente municipal Jaime Nieto Ramírez.

Fue hasta el año 2016 que esta biblioteca se trasladó al recién restaurado Portal del Diezmo (Colecturía o casa del Diezmo), sitio en el que permanece hasta nuestros días.

En la actualidad, el municipio de San Juan del Río cuenta con cinco bibliotecas públicas oficiales: tres urbanas ubicadas en el Portal del Diezmo, el Centro Cultural y de Convenciones José María Morelos y Pavón y El Pedregoso; y dos comunitarias que se encuentran en San Pedro Ahuacatlán y La Valla.

Las bibliotecas son fuente inagotable de conocimiento, aporte vital para la educación y repositorios de la memoria de los ciudadanos en todo el mundo. Es importante revalorizar los acervos bibliográficos que conservan las bibliotecas porque, además, forman parte integral del patrimonio cultural.

Es deber ciudadano poner empeño en respetar las bibliotecas, proteger y acrecentar su acervo, pero sobre todo, utilizarla para el conocimiento y la superación intelectual. ¡Son verdaderos tesoros!

Síganme en Facebook: @CronistaSanJuandelRio

Las bibliotecas son instituciones cuya finalidad consiste en la adquisición y conservación de libros, documentos para el estudio. En esta era digital han venido a decaer; las nuevas generaciones, incluso las que en antaño las utilizaron para complementar sus estudios académicos, hoy por hoy ya no las visitan, no hacen uso de los libros en papel. Se piensa que todo está en la Internet, pero no es así. Las bibliotecas son y serán por siempre un soporte para las comunidades, proporcionan espacios físicos de encuentro, aprendizaje y de trabajo, resguardan nuestro pasado, abordan el presente y afrontan el futuro; se resisten a desaparecer.

En San Juan del Río, las bibliotecas públicas surgieron por la necesidad de ellas entre la población en edad estudiantil a mediados del siglo XX.

La primera biblioteca que se instaló en la ciudad fue en la antigua Casa de las Diligencias, ubicada en el número 29 de la avenida Juárez poniente. Tenía el nombre de Nestora Téllez, una ilustre literata sanjuanense. Duró poco tiempo, hasta que se fundó propiamente la primera biblioteca pública oficial en un salón anexo a la escuela primaria Mártir de Chihuahua (antes Enrique Pestalozzi), sobre la antigua calle de San Antonio, actual Mariano Jiménez. En ese sitio, a las doce del medio día del 21 de junio de 1962, inició operaciones el repositorio bibliográfico más antiguo de la ciudad, que recibió el nombre de otro connotado sanjuanense, Juan María Wenceslao Sánchez de la Barquera y Morales.

Por apuntes del Dr. Rafael Ayala Echávarri, primer cronista de San Juan del Río, sabemos que en la inauguración de esta biblioteca estuvieron presentes, además del presidente municipal Ernesto Callejas Pacheco y funcionarios municipales, la señora Amalia Castillo Ledón, Subsecretaria de Asuntos Culturales de la Secretaría de Educación Pública federal, la señorita Leonor Llac, Jefa de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública federal y el profesor Jesús Ramírez Caloca, Jefe de la Dirección General de Educación del Estado de Querétaro.

Debemos a Ayala Echávarri las gestiones para la instauración de esta biblioteca. Muchos trabajos requirieron consolidar este espacio para el público, además del local, el acervo, que es lo principal en una biblioteca. Para aquel tiempo, la biblioteca pública que se abría en San Juan del Río era la mejor que se tenía en todo el estado de Querétaro. Para mantenerla, Rafael Ayala conformó un patronato, en el cual fungía como presidente.

Pasó el tiempo y a principio de la década de los años 90’s del siglo XX, se trasladó la biblioteca a una nueva sede, construida ex profeso para ella dentro de lo que se conoce como el Centro Histórico y Cultural, sitio que fueron las antiguas Casas Reales o Consistoriales y la Real Cárcel. Esta propiedad fue sometida a profunda restauración para convertirlo en espacio digno para la cultura y las artes. Ahí se depositó la biblioteca, el Archivo Histórico Municipal, un museo etnográfico y arqueológico, una galería y oficinas de cultura y turismo. Fue aperturado mediante acto oficial el 24 de junio de 1991, por el presidente municipal Jaime Nieto Ramírez.

Fue hasta el año 2016 que esta biblioteca se trasladó al recién restaurado Portal del Diezmo (Colecturía o casa del Diezmo), sitio en el que permanece hasta nuestros días.

En la actualidad, el municipio de San Juan del Río cuenta con cinco bibliotecas públicas oficiales: tres urbanas ubicadas en el Portal del Diezmo, el Centro Cultural y de Convenciones José María Morelos y Pavón y El Pedregoso; y dos comunitarias que se encuentran en San Pedro Ahuacatlán y La Valla.

Las bibliotecas son fuente inagotable de conocimiento, aporte vital para la educación y repositorios de la memoria de los ciudadanos en todo el mundo. Es importante revalorizar los acervos bibliográficos que conservan las bibliotecas porque, además, forman parte integral del patrimonio cultural.

Es deber ciudadano poner empeño en respetar las bibliotecas, proteger y acrecentar su acervo, pero sobre todo, utilizarla para el conocimiento y la superación intelectual. ¡Son verdaderos tesoros!

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