/ domingo 30 de junio de 2024

La mirada de Silvia Tovar | Últimos baloneros de San Miguelito

La comunidad pasó de exportar 20 mil balones, a migar a otros estados para sobrevivir. Hoy siguen el oficio solo 5 fabricantes


Era 1978 en la comunidad de San Miguelito de la delegación Santa Rosa Jáuregui, Jorge Lorenzo Bárcenas tenía tan solo ocho años cuando su padre le enseñó a cortar y coser balones de futbol con material de piel.

Con los años el arte de hacer balones se extendió al resto de las casas de San Miguelito y pronto, cada familia tenía su propio taller. El negocio era próspero y con el apoyo local del gobierno, don Jorge comentó que incluso llegó a hacer una exportación de 20 mil balones a Estados Unidos.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro

Hacer balones se convirtió en el oficio representativo de San Miguelito y por ende en su principal sector económico. El taller de don Jorge, así como otros, tenía asociaciones con empresas para vender en sus tiendas entre 2 mil 300 a 3 mil balones por mes.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro

No obstante, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, los balones americanos hechos en China y de vinil llegaron a México con un precio mucho más accesible para el mercado. Por tanto, la compra del balón artesanal fue perdiendo considerablemente su oportunidad frente a la nueva competencia.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro

Ante esta situación, los artesanos del balón primero adoptaron el vinilo como materia prima principal, pues resultaba más barato, rápido de manipular y con ello su producción aumentaría. También, aumentaron su oferta con la realización de balones de futbol americano, rugby, baloncesto, voleibol, sacos y demás material para practicar boxeo. Sin embargo, el balón artesanal que se elabora aproximadamente en un día, empezó a perder contra el balón hecho con mayor velocidad por una máquina.

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Omar Rubio Olalde, quien hace un par de años también era dueño de su propio taller, colabora con don Jorge y se encarga de promover el negocio en redes sociales. Bajo la marca Rubal Sport, Omar y don Jorge continúan haciendo balones, siendo ellos, uno de los cinco fabricantes que aún quedan en San Miguelito. El resto –comentan los artesanos– debido a la baja demanda de balones cambiaron de oficio o migraron a otra ciudad en busca de oportunidades laborales.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro


Era 1978 en la comunidad de San Miguelito de la delegación Santa Rosa Jáuregui, Jorge Lorenzo Bárcenas tenía tan solo ocho años cuando su padre le enseñó a cortar y coser balones de futbol con material de piel.

Con los años el arte de hacer balones se extendió al resto de las casas de San Miguelito y pronto, cada familia tenía su propio taller. El negocio era próspero y con el apoyo local del gobierno, don Jorge comentó que incluso llegó a hacer una exportación de 20 mil balones a Estados Unidos.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro

Hacer balones se convirtió en el oficio representativo de San Miguelito y por ende en su principal sector económico. El taller de don Jorge, así como otros, tenía asociaciones con empresas para vender en sus tiendas entre 2 mil 300 a 3 mil balones por mes.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro

No obstante, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, los balones americanos hechos en China y de vinil llegaron a México con un precio mucho más accesible para el mercado. Por tanto, la compra del balón artesanal fue perdiendo considerablemente su oportunidad frente a la nueva competencia.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro

Ante esta situación, los artesanos del balón primero adoptaron el vinilo como materia prima principal, pues resultaba más barato, rápido de manipular y con ello su producción aumentaría. También, aumentaron su oferta con la realización de balones de futbol americano, rugby, baloncesto, voleibol, sacos y demás material para practicar boxeo. Sin embargo, el balón artesanal que se elabora aproximadamente en un día, empezó a perder contra el balón hecho con mayor velocidad por una máquina.

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Omar Rubio Olalde, quien hace un par de años también era dueño de su propio taller, colabora con don Jorge y se encarga de promover el negocio en redes sociales. Bajo la marca Rubal Sport, Omar y don Jorge continúan haciendo balones, siendo ellos, uno de los cinco fabricantes que aún quedan en San Miguelito. El resto –comentan los artesanos– debido a la baja demanda de balones cambiaron de oficio o migraron a otra ciudad en busca de oportunidades laborales.

Foto: Silvia Tovar / Colaboradora Diario de Querétaro

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